viernes, 20 de julio de 2018

Astillas en la sangre, Ashley Dyer


El hecho de leer tanto y contar con poco tiempo supone un desafío a la hora de llevar al día el blog en el que comento mis lecturas; es por eso que faltando a mi costumbre de no copiar sinopsis de los libros, me veo obligada a utilizarlas al menos hasta que consiga acortar el número de comentarios pendientes.

“La sargento Ruth Lake y el comisario Greg Carver andan a la caza de un asesino en serie que recoloca a sus víctimas como si fueran maniquís y les cubre el cuerpo entero de complejos y misteriosos tatuajes.
Los medios ya lo han apodado «el asesino de las astillas», por el método primitivo y tremendamente doloroso del que se sirve para tatuarlas. Después de muchos meses de investigación, cuando parece que la resolución del caso es inminente, el asesino asesta un golpe personal: dispone a su última víctima de forma que se parezca a la esposa de Carver. Sometido a una gran presión, el comisario entra en una espiral autodestructiva de sexo y alcohol.
De pronto, se encuentra en el suelo, medio muerto por un disparo, y sobre él se alza la imperturbable Lake, apuntándolo con un arma. ¿Le ha disparado ella? Si no es así, ¿por qué está retirando de su apartamento todas las posibles pruebas y falseando el escenario del crimen?.

Reconozco que me gustan los thrillers psicológicos, en esta ocasión me he decidido por una escritora británica de la que no había leído nada. Al parecer Margaret Murphy es la autora que se nos presenta bajo el seudónimo de Ashley Dyer de este relato ambientado en las calles de Liverpool y que adelanto que sin ser una novela inolvidable, me ha resultado entretenida y de fácil lectura.
Contiene un argumento atípico en el que hay un eje principal por donde transcurre la trama dividida en dos, por un lado tenemos la de investigar quien disparo a Greg  y por otro lado, la investigación sobre el asesino de las espinas ambas investigaciones irán en todo momento de la mano, pero con un desplazamiento se esta última a un segundo plano. Reúne todas las piezas de un thriller, inquietante, frio y oscuro. Los inicios son confusos aunque atrapan y consiguen engancharte al misterio  narrado en tercera persona, en la que la autora nos ofrecerá el desarrollo de las pesquisas de Ruth, la recuperación de Carver, y las andanzas del asesino.
En la trama encontramos grandes conocimientos forenses y sobre criminología, que nos da una investigación hilada a la perfección, rodeada de una ciudad llena de rincones sucios y nadie en quien poder confiar. A medida que avanzan las páginas, la escritora juega con el misterio infinito; notamos cierto patrón en los tatuajes que, si los analizas, todos hacen referencia a símbolos antiguos, unos mitológicos y otros de carácter místico. La atmósfera presente está repleta de miedo, injusticia, corrupción e inseguridad.  
Respecto a los personajes,el peso de la historia lo lleva la sargento Ruth Lake, una joven con un duro y misterioso pasado, muy formada habituada a saltarse los procedimientos y reglas policiales
El otro protagonista es el inspector jefe Greg Carver.  Su pasado familiar le ha convertido en un adicto al trabajo,  lo que unido a la magnitud del caso del asesino de las espinas, le hunden en una espiral de alcohol, sexo y pérdida de autocontrol absoluta. Podría encarnar perfectamente el estándar de policía atormentado y con una vida personal desastrosa. En general están bien construidos, complejidad evidente, desconfiados y robando protagonismo al asesino.
No es una novela negra, es  una novela de acción interesante, bien escrito en el que destaca el gran trabajo de documentación en materia de procesos policiales y forenses, contando con la colaboración de especialistas en la materia.
El inicio no es lo que más engancha, es algo desconcertante y un poco lento para este formato de novela, igualmente el ritmo es cambiante por tramos, pero eso no sacrifica el relato que al final resulta adictivo como todos los thrillers. Os gustará.

“Los grandes derechos no se compran con lágrimas sino con sangre”.

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