domingo, 1 de abril de 2018

Mar Blanco, Claudio Giunta



No es la primera vez que me confundo tras leer una sinopsis más que prometedora. Portada que inunda los escaparates de las librerías y muy comentada en los blogs de lectura. Claudio Giunta, es considerado una promesa de la novela negra italiana, en esta ocasión utiliza el misterio entorno a la desaparición de tres jóvenes, para escribir una novela policiaca alejada de los esquemas habituales. El hecho de tomar como referencia los ambientes que rodearon a los antiguos gulags rusos, me interesó por las referencias a una de las etapas más oscuras de la Rusia Soviética, aunque en líneas generales no ha respondido a mis expectativas.
“El Mar Blanco es de un negro aterrador, un negro que se mezcla al del cielo, al viento helado que entra en las grietas de los barcos, en los hogares y en los corazones de los hombres. Es un mar embravecido, hostil, en medio del cual las islas Solovkí permanecen sumergidas en la niebla.
Los tres amigos florentinos que salieron rumbo a ese antiguo gulag soviético para restaurar un monasterio en una misión de la Unesco nunca regresaron. Mientras que la policía rusa e italiana favorecen la hipótesis de una muerte accidental, Alessandro Capace, periodista independiente o más bien escritor fracasado, viaja al lugar para intentar desvelar la verdad.
¿Huyeron los jóvenes o alguien los hizo desaparecer? ¿Eran realmente amigos? ¿Y qué relación guarda su muerte con el pasado de violencia e injusticia de las islas, donde durante décadas el mal se ha conservado, adormilado como un virus?”.
Resolver la desaparición de estos tres amigos es el hilo conductor de la novela, toda la trama gira alrededor de dicho misterio, pero en el fondo, asistimos al retrato del mundo periodístico y de la clase burguesa florentina por parte de un único narrador, el mediocre periodista y frustrado escritor, Capace, que además se convierte en el personaje principal por excelencia.
Al principio engancha y resulta más entretenida, pero a medida que se recrea en las descripciones, se hace tediosa y los capítulos se alargan de manera interminable. He leído en algún comentario la similitud con el “Nombre de la Rosa”, y la verdad que salvo la coincidencia del monasterio, no encuentro puntos en común ningunos.
Mantiene la estructura de thriller de suspense con buena ambientación y un ritmo ágil en el que no destacan los sobresaltos ni los giros sorpresivos. Personajes muy comunes, reales y sencillos, pero con una carga de matices psicológicos exagerada. Toda la trama es una excusa para la esencia de la novela, y acabamos disfrutando de una historia alrededor de un personaje representativo de una generación, aparcando las desapariciones que pasan a un desmerecido segundo plano.
Hay varios retratos bien perfilados, uno de ellos es el papel de la prensa sensacionalista que se lleva un toque de atención considerable, y otro, el caciquismo ruso y sus efectos en las zonas locales de Rusia, además de una aguda critica a la precariedad de las relaciones sociales, al periodismo, las universidades y los organismos supranacionales y sus cuestionadas actuaciones.
Confieso que en algunos tramos del libro tuve que ir saltando párrafos, el viaje interior de este profesor, periodista, escritor me saturó y casi me pierdo el final precipitado y algo injustificado con el que se cierra una novela, que o bien no he entendido o tengo que volver a leerla.
Quiero terminar la reseña, diciendo que tras visitar varios blogs, algo que no es habitual, las críticas son bastantes buenas, siendo las parecidas a la mía excepcionales; de manera que nada como leerla uno mismo y opinar, hecho por el que os animo a elegirla en el momento que gustéis.
“Si quieres dar un paso adelante, debes perder el equilibrio por un momento”.

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