No es
la primera vez que me confundo tras leer una sinopsis más que prometedora.
Portada que inunda los escaparates de las librerías y muy comentada en los
blogs de lectura. Claudio Giunta, es considerado una promesa de la novela negra
italiana, en esta ocasión utiliza el misterio entorno a la desaparición de tres
jóvenes, para escribir una novela policiaca alejada de los esquemas habituales.
El hecho de tomar como referencia los ambientes que rodearon a los antiguos
gulags rusos, me interesó por las referencias a una de las etapas más oscuras
de la Rusia Soviética, aunque en líneas generales no ha respondido a mis
expectativas.
“El Mar Blanco es de un negro aterrador, un negro
que se mezcla al del cielo, al viento helado que entra en las grietas de los
barcos, en los hogares y en los corazones de los hombres. Es un mar
embravecido, hostil, en medio del cual las islas Solovkí permanecen sumergidas
en la niebla.
Los tres amigos florentinos que salieron rumbo a
ese antiguo gulag soviético para restaurar un monasterio en una misión de la
Unesco nunca regresaron. Mientras que la policía rusa e italiana favorecen la
hipótesis de una muerte accidental, Alessandro Capace, periodista independiente
o más bien escritor fracasado, viaja al lugar para intentar desvelar la verdad.
¿Huyeron los jóvenes o alguien los hizo
desaparecer? ¿Eran realmente amigos? ¿Y qué relación guarda su muerte con el
pasado de violencia e injusticia de las islas, donde durante décadas el mal se
ha conservado, adormilado como un virus?”.
Resolver
la desaparición de estos tres amigos es el hilo conductor de la novela, toda la
trama gira alrededor de dicho misterio, pero en el fondo, asistimos al retrato
del mundo periodístico y de la clase burguesa florentina por parte de un único
narrador, el mediocre periodista y frustrado escritor, Capace, que además se
convierte en el personaje principal por excelencia.
Al
principio engancha y resulta más entretenida, pero a medida que se recrea en
las descripciones, se hace tediosa y los capítulos se alargan de manera
interminable. He leído en algún comentario la similitud con el “Nombre de la
Rosa”, y la verdad que salvo la coincidencia del monasterio, no encuentro
puntos en común ningunos.
Mantiene
la estructura de thriller de suspense con buena ambientación y un ritmo ágil en
el que no destacan los sobresaltos ni los giros sorpresivos. Personajes muy
comunes, reales y sencillos, pero con una carga de matices psicológicos
exagerada. Toda la trama es una excusa para la esencia de la novela, y acabamos
disfrutando de una historia alrededor de un personaje representativo de una
generación, aparcando las desapariciones que pasan a un desmerecido segundo
plano.
Hay
varios retratos bien perfilados, uno de ellos es el papel de la prensa
sensacionalista que se lleva un toque de atención considerable, y otro, el
caciquismo ruso y sus efectos en las zonas locales de Rusia, además de una
aguda critica a la precariedad de las relaciones sociales, al periodismo, las
universidades y los organismos supranacionales y sus cuestionadas actuaciones.
Confieso
que en algunos tramos del libro tuve que ir saltando párrafos, el viaje
interior de este profesor, periodista, escritor me saturó y casi me pierdo el
final precipitado y algo injustificado con el que se cierra una novela, que o
bien no he entendido o tengo que volver a leerla.
Quiero
terminar la reseña, diciendo que tras visitar varios blogs, algo que no es
habitual, las críticas son bastantes buenas, siendo las parecidas a la mía
excepcionales; de manera que nada como leerla uno mismo y opinar, hecho por el
que os animo a elegirla en el momento que gustéis.
“Si
quieres dar un paso adelante, debes perder el equilibrio por un momento”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario