Me he
adelantado a los momentos de “literatura piscinera/playera”, y convencida de la
lectura que me iba a encontrar, he elegido “La mujer en la ventana” y “Un extraño
en casa”, de las dos puedo deciros que he acertado de pleno, ambas
ejemplos que nos recuerdan a “La chica del tren” y como todo en esta vida, “para
gusto los colores”.
No sabe
si lo ha visto o lo ha imaginado.
Anna Fox vive sola, recluida en su casa de Nueva
York, sin atreverse a salir. Pasa el día chateando con desconocidos, bebiendo
vino (quizá más de la cuenta), mirando películas antiguas, recordando tiempos
felices... y espiando a los vecinos. Entonces llegan los Russell al barrio: una
pareja y su hijo adolescente. La familia perfecta. Hasta que una noche Anna ve
algo desde su ventana que no debería haber visto. Todo su mundo empieza a
resquebrajarse y sus propios secretos salen a la luz.
¿Qué es lo que ha visto? ¿Y qué ha imaginado?
¿Quién está en peligro? ¿Y quién está manipulándolo todo? En este thriller absolutamente
fascinante, nada ni nadie es lo que parece.
Cuando ciertos libros se cruzan por todos lados en
los inicios de año, y poco menos que les falta llamarte a gritos, tienes dos
opciones; o los ignoras por la obviedad de lo que se te viene encima, o
claudicas y les prestas la atención que te demandan. Por deformación
profesional y casi por masoquismo, suelo caer en la segunda salida y a
sabiendas de la experiencia tan floja que me van a deparar, leo su sinopsis,
busco su atractivo y genero unas dudas que solo se disiparan si acabo leyendo
estas y otras tantas novelas de denominación “veraniegas”, no importa el nombre
desconocido del autor, ni los por los recuerdos negativos hacia historias
pasadas…, las leo y tras unos minutos de lamentaciones por el tiempo
desperdiciado, vuelvo a caer en la misma tentación…, son errores sin
importancia y además estas novelas gozan del aplauso de muchos lectores, algo
que acaba cuestionando mis propios gustos y conocimientos literarios.
Con un título como este el recuerdo a la “Ventana
indiscreta” es inevitable, de hecho, le falta la escayola y la silla de ruedas
a la protagonista para considerarla una versión modernizada de la misma.
Casi seiscientas páginas para una trama que no
arranca hasta cerca de la mitad del libro. Planteamiento narrativo con todos los
ingredientes de un thriller psicológico, aunque puntualizando que el suspense
queda en segundo plano, la tensión y el ritmo es lento e irregular, las
emociones y sobresaltos contados, final previsible y una ausencia de giros
argumentales que la convierten en una historia aburrida y tediosa.
El gran misterio es saber cómo se ha podido
convertir en pocos meses en la novela revelación del año. Cierto que gusta una
lectura con muchos diálogos, con capítulos breves, con personajes poco
profundos, escenarios limitados, trama sencilla, lenguaje ágil y asequible y
cuyo argumento que no nos lleve a esfuerzos sobrenaturales a la hora de
resolver el supuesto misterio…, pero es que esta novela de título tan poco
original no deja lugar a la imaginación, si hasta la portada se carga el más
mínimo intento de suspense.
La he leído y no me arrepiento de ello, advierto
que tras veinte capítulos seguimos esperando que suceda lo inevitable, que la
novela sea algo más que el personaje de Anna y su miedo a la calle, que todo
nos depare algo más que un guion de película ya conocida y que pueda hacer honor
a su género de intriga, aunque sea en las últimas diez páginas.
Avisados de las semejanzas con otras novelas
estivales, estoy segura que será el éxito de estos meses de playa y sol, lo que
francamente me alegra…hay que leer aquello que te haga disfrutar y aunque hoy
lo critique, confieso que yo también lo he hecho. Espero que os guste.
“Un sueño no es lo que ves mientras duermes, es lo
que no te deja dormir mientras estas despierto”.
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