Buscando
un descanso intencionado y dentro de un
momento de crisis de esos de “no encuentro la lectura que necesito”,
he optado por la siguiente novela de María Oruña, “Un lugar a donde ir”;
sobra decir que no me ha decepcionado porque yo tenía claro lo que me iba a
encontrar… y así ha sido. Es una continuación de “Puerto escondido”, de
hecho aparecen los mismos personajes y la misma ambientación, una novela al más
puro estilo de suspense, donde los cadáveres aparecen con una alegría digna de
aplaudir. Es la novela que entretiene, engancha y sabes que la vas a terminar
por muy floja y cansina que resulte.
Han transcurrido varios meses desde que Suances, un pequeño pueblo de la
costa cántabra, fuese testigo de diversos asesinatos que sacudieron a sus
habitantes. Sin embargo, cuando ya todo parecía haber vuelto a la normalidad,
aparece el cadáver de una joven en La Mota de Trespalacios, que es el lugar
donde se encuentran las ruinas de una inusual construcción medieval. Lo más
sorprendente del asunto no es que la joven vaya ataviada como una exquisita
princesa del medievo, sino el objeto que porta entre sus manos y el
extraordinario resultado forense de su autopsia.
Cuando hasta los más escépticos empiezan a plantearse un imposible viaje en el tiempo, comienzan a sucederse más asesinatos en la zona, que parecen estar indisolublemente unidos a la muerte de la misteriosa dama medieval.
Mientras Valentina Redondo y su equipo investigan los hechos a contrarreloj, Oliver Gordon, ayudado por su viejo amigo de la infancia, el músico Michael Blake, buscará sin descanso el paradero de su hermano Guillermo, desaparecido desde hace ya dos años, descubrirán que la verdad se dibuja con contornos punzantes e inesperados.
Cuando hasta los más escépticos empiezan a plantearse un imposible viaje en el tiempo, comienzan a sucederse más asesinatos en la zona, que parecen estar indisolublemente unidos a la muerte de la misteriosa dama medieval.
Mientras Valentina Redondo y su equipo investigan los hechos a contrarreloj, Oliver Gordon, ayudado por su viejo amigo de la infancia, el músico Michael Blake, buscará sin descanso el paradero de su hermano Guillermo, desaparecido desde hace ya dos años, descubrirán que la verdad se dibuja con contornos punzantes e inesperados.
Nuestra abogada y
escritora gallega se ha atrevido con una nueva entrega de la teniente Valentina
Redondo a la que parece todo se le pone de color de hormiga, tanto, que mejor
no tenerla como amiga por aquello de verse siempre rodeada de muertos. Una
trama principal alrededor de unas muertes inexplicables y unas subtramas de
carácter personal y profesional que alargan un argumento de casi quinientas
páginas que podía haberse acortada a la mitad.
Una historia con todos
los ingredientes policiacos que la autora adorna con una perfecta ambientación
y un exceso de documentación que nos priva de poder ir por delante de la
investigación y descubrir a los culpables. No es bueno que se nos de todo hecho,
que las explicaciones aparezcan sin justificación y que no haya lugar para
reflexiones propias, sino las de la escritora y eso desmerece otros aspectos de
la narración.
Bien estructurada, tres
momentos temporales y tres voces para ejecutar la narración, prosa mejorable y
diálogos demasiados largos y repetitivos. Dividida en quince capítulos en los
que afortunadamente siempre ocurre algo y todo salvando las contrariedades de
los cambios de ritmo de la historia. Tiene mucho de las novelas nórdicas y su
manera de plantear los misterios, incluso el tratamiento de los personajes que
aparecen cargados de datos personales innecesarios en la trama.
Casi al final saqué la
conclusión de que el argumento era bastante rocambolesco para el escenario tan
realista en los preciosos parajes de las cuevas cántabras, algo que me hizo
pensar en las muchas coincidencias con “Los ritos del agua”, el éxito de
este pasado verano.
A pesar de lo que pueda
parecer la reseña, la recomiendo por entretenida, por su estilo sencillo y fácil de seguir, porque
engancha y resulta agradable, y porque al final esperas un desenlace que te
sorprenda y compense de tantas explicaciones y aclaraciones innecesarias. Es
bueno saber que cuando elegimos lo hacemos con criterio y a sabiendas del
momento y de las expectativas, por eso sigo pensando que le puede gustar a
muchos lectores, de manera que nadie prive a María Oruña de su segunda entrega
de la investigadora Redondo. Espero que os guste.
“Si algo te lastima
retíralo de tu vida, te dolerá un tiempo pero no toda la vida”.
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