Cuando
leí el argumento de esta fábula urbana, supe que me iba a gustar porque en el
fondo todos somos algo “bipolares”, sin dejar de ser “buena gente” que decimos
coloquialmente, al menos yo, he sufrido momentos en los que he tenido la
necesidad de tomarme la justicia por mi mano, vamos que por razones ajenas a mi
buena voluntad, he sacado lo peor que irremediablemente llevamos dentro,
rozando peligrosamente los límites entre el bien y el mal. Confieso que no he
llegado nunca a “mayores”, pero que al igual que nuestro protagonista somos
portadores de dos caras que pueden hacerse presente cuando menos te lo esperas.
“A veces querrías cambiar el mundo. A veces querrías gritar y en cambio
callas. Sin embargo, hay momentos en los que la vida te ofrece pequeños
instantes de justicia. Momentos en los que puedes decir no a los prepotentes o
a los indiferentes y eres como un héroe invisible. Así es Germain. Vive entre
dos mundos: en uno es un muchacho serio y trabajador, apasionado por la música,
un poco introvertido por su tartamudeo y enamorado secretamente de Clotilde, su
logopeda; en el otro, asume las dimensiones tentaculares del metro parisino y
se transforma en un superhéroe tomándose pequeños gestos de justicia, jugando
al azar entre los límites del bien y del mal y divirtiéndose adivinando la vida
de los otros. Pero el encuentro con una joven justiciera que comparte su misma
batalla cambia su vida y le empuja a modificar las reglas de su juego”.
Primera experiencia
narrativa de Vicent Maston, de manera que su debut literario lo hace a través
de las vivencias de Germain, quien en primera persona nos narra su día a día,
sus visitas a su logopeda, sus complejos ante la evidente tartamudez, sus
límites a la hora de relacionarse, su autoestima frágil y esa doble actitud de
héroe anónimo, comportamiento que le facilita unas relaciones sociales que en
su vida cotidiana no consigue.
Al principio el tono
jocoso de la novela no hace adivinar la seriedad del relato a medida que este
avanza. El humor y el sarcasmo, unido a las dosis de sensibilidad y buenas
reflexiones, acaban provocando una empatía con este joven que sin imaginarlo,
topa con su alma gemela para asumir que no está solo en su particular guerra de
emociones.
Muy sencilla y fácil de
leer, doscientas páginas con innumerables referencias musicales, con guiños de
felicidad y drama para configurar un escenario de lo más cotidiano y real. Me
ha gustado porque describe situaciones que nos rodean a diario y que pasan
desapercibidas, muchas de las cuales no parecen afectarnos, precisamente por
ser “la vida de los otros”, pero que en algún momento pasa a ser nuestra propia
vida.
Os la recomiendo sin
grandes pretensiones, una tarde, un buen sillón y un relato bien escrito.
“La soledad es el fondo
último de la condición humana. El hombre es el único ser que se siente solo y
busca la compañía del otro”.
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