Curiosa
portada con aires de modernidad que bien podía responder al dicho de “una imagen vale más que mil palabras”. El hombre, en este caso la mujer
y el mono, de fondo la ciudad, los grandes edificios testigos de la “evolución” y transformación social y
económica de nuestra especie. Lo encontré hace meses en la biblioteca, pude
leer la sinopsis bastante morbosa y trágica y sin adivinar el tema que
escondía, me sumergí en sus páginas de las que he sacado una impresión algo
contradictoria y confusa…, tanto o más que el misterio que aún queda por
resolver acerca de nuestros verdaderos y primitivos orígenes.
En una carretera de la sierra de Madrid chocan un
autobús y un camión cargado de propileno. La explosión no deja ningún
superviviente, y la aseguradora Ajorca S.A. envía a su mejor técnico para
dirimir responsabilidades. La elegida es Matilde Gil, recién divorciada y con
dos hijos pequeños, a quien siempre secunda su eficaz, inestable y singular
ayudante, Pajarito.
Para mayor complicación, en mitad de la tragedia
aparecen unos restos orgánicos difíciles de identificar: el ADN no comparte el
cien por cien de sus componentes con los de la especie humana. A partir de ahí,
Matilde y Pajarito deberán enfrentarse a uno de los mayores misterios de la
historia -envueltos en una disputa con siglos de antigüedad- mientras se
dirigen, lentamente, hacia una revelación estremecedora.
Comienzo de esos que se llaman “pegamento”, un
accidente espeluznante y la maquinaria se pone en marcha, todo muy real y
cotidiano, ambulancias, bomberos, policías, investigadores, técnicos…, algo
fácil de imaginar por la familiaridad que tenemos con imágenes que llegan a
diario a través de los medios de comunicación. No hay supervivientes y los
interrogantes se acumulan a la hora de dirimir responsabilidades y hacer frente
a las indemnizaciones por parte de la aseguradora de los vehículos implicados.
Hasta ahí muy normal, ahora bien desde que los restos de ADN no vinculados a
ningún pasajero hacen su entrada en escena, es cuando verdaderamente me “emocioné”
y las conjeturas que iba planteando me adelantaban a la propia investigación,
deseosa de aportar datos acerca de dichos restos.
Tras ese despegue y una vez conocidos los
protagonistas, el ritmo de la novela se mantiene en las cincuenta primeras
páginas, para ir perdiéndose en un debate y exposición de teorías sobre los
orígenes de la humanidad, que francamente entendí por ser profe de Historia,
pero que sin duda hacen peligrar la lectura de la misma por el repertorio de
explicaciones entre creacionistas y evolucionistas, que sin quererlo aparcan
intermitentemente la esencia de thriller del argumento inicial.
Para resumir el autor madrileño ha mezclado el
suspense y la investigación policiaca con datos científicos y planteamientos
filosóficos, generando una trama no carente de intriga pero recreada en el gran
misterio de la evolución de nuestra especie. A grandes rasgos es fácil de leer,
el lenguaje está bien cuidado y los tecnicismos utilizados con mesura, no
resulta difícil sacar conclusiones y aprender de lo ajeno al misterio que mueve
el relato; pero me ha parecido que los personajes carecen de originalidad,
demasiados estereotipos y situaciones forzadas que acaban provocando un final
flojo y poco creíble.
Respecto a la ambientación hay que decir que
comienza en Madrid, pero que al igual que nuestro recorrido evolutivo, Alfonso
nos regala un viaje que nos lleva al otro extremo del mundo, en una búsqueda incansable
de respuestas sobre el origen de unos tatuajes que portaba la “especie”
desconocida y que acaba identificando como parte de una de las tribus más
antiguas del planeta, los “Dayaks”, naturales de Borneo, los mismos que regalan
a la novela una revelación sobrecogedora.
A pesar de no haber sido la lectura inolvidable,
personalmente la he disfrutado porque el tema me apasiona y la documentación es
impecable no dejando excesivamente aparcado el hilo argumental, que hilvana con
acierto en este cóctel de temas que forman parte de nuestra esencia como
especie.
Recomendada para los curiosos y los que quieran
saber más de “nosotros mismos”.
“No mires atrás y te preguntes ¿Por qué?. Mira
adelante y pregúntate ¿Por qué no?.
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