Una
portada, que lo primero que me vino a la cabeza fue al mítico acto Humphrey
Bogart, con ese sombrero borsalino que no deja ver más que un cigarro y su
humareda, junto a los guantes de cuero que nada bueno pueden presagiar de ese
personaje acurrucado entre las solapas levantadas de su gabardina, mientras la
negra noche sirve de cobijo a los más oscuros vaticinios, se cruzó en mi camino
para presentarme la novela de Arturo Pérez Reverte ambientada en la España de
1936 dentro de la Europa convulsa de la primera mitad de siglo XX, y que sin
duda responde a un clásico de espías. Decidirme por ella no fue nada fácil, a
pesar de la descripción de su portada, ésta no me resultó atrayente, más bien
televisiva, de manera que vaya por delante que la decisión estuvo en la
trayectoria del escritor, que en líneas generales forma parte de los que
habitualmente no me decepcionan, de ahí la oportunidad que le he dado a este
James Bond de los barbitúricos y las cafiaspirinas portador del cianuro en
pastillas “por si acaso” hay que tomar una “solución final”.
«El mundo de Falcó era otro, y allí los bandos estaban perfectamente
definidos: de una parte él, y de la otra todos los demás.»
La Europa turbulenta de los
años treinta y cuarenta del siglo XX es el escenario de las andanzas de Lorenzo
Falcó, ex contrabandista de armas, espía sin escrúpulos, agente de los
servicios de inteligencia. Durante el otoño de 1936, mientras la frontera entre
amigos y enemigos se reduce a una línea imprecisa y peligrosa, Falcó recibe el
encargo de infiltrarse en una difícil misión que podría cambiar el curso de la
historia de España. Un hombre y dos mujeres -los hermanos Montero y Eva Rengel-
serán sus compañeros de aventura y tal vez sus víctimas, en un tiempo en el que
la vida se escribe a golpe de traiciones y nada es lo que parece.
La
novela de nombre propio, hace honor a una narración acaparada por este
personaje alrededor del cual gira todo el argumento y sus protagonistas; aún
así, he tenido la sensación de no saber demasiado de Falcó, tal vez queda algo
cojo para mi gusto. En escasa trescientas páginas de entretenida lectura, Arturo dibuja un cuadro histórico
bien armado gracias a una trama bien trazada y fácil de seguir, conseguida y
cerrada, contada muy al estilo “Reverte”, gracias a un narrador omnisciente que
a través de una prosa cuidada, buenos diálogos, descripciones minuciosas y
artilugios justitos, nos hace llegar una historia de intriga, suspense, tramas
de poder, lealtades sospechosas, pasiones desmedidas, mujeres valientes en un
marco que nos sitúa en los primeros meses de la Guerra Civil Española y que
como curiosidad malsana, este héroe, mercenario y agente secreto de tan sólo 37
años, es todo un “espía” del bando franquista, algo bastante anecdótico
tratándose de Pérez Reverte.
A
grandes rasgos no me ha decepcionado porque las expectativas creadas se han
ajustado al relato, tengo la impresión de que se acerca una saga de espías y
aventuras con “nombres propios” y que el amparo comercial está detrás del éxito
de esta primera entrega. La historia se salva por la buena redacción de este
escritor ya consolidado, por la buena elección del tema, los diálogos bien
administrados, la dosificación justa de sexo, violencia, prostitutas y
pistolas, las escenas breves y ágiles y por supuesto la división de lo narrado
en capítulos, que eso anima mucho a no dejar ciertas lecturas.
Por
recomendarla que no quede, pero aviso que el principio engancha, a medida que
avanza se mejora, pero el final se desinfla, poniendo en peligro todo lo “currado”,
hasta explotar todos los tópicos de un personaje que acaba siendo el antihéroe
chulesco, justo lo que me temía en una novela carente de las pretensiones
literarias de este autor.
Habrá
que leer “Eva” y no negarnos la oportunidad de disfrutar de aventuras de espías
de la mano del padre de nuestro Capitán Alatriste.
“La noche, que me espía por el ojo de la cerradura del sueño, gotea
estrellas de ruidos inconexos”.
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