lunes, 27 de noviembre de 2017

El extraño verano de Tom Harvey, Mikel Santiago


Mikel Santiago y su “Extraño verano de Tom Harvey”, estaban aparcados en la lista de lecturas del verano que sin desearlo expresamente se van dejando atrás, hasta que el balance obligado de un año que va tocando a su fin, las vuelve a colocar delante de mis ojos; es sin duda la novela típica de “playa” que te sumerge en una historia sencilla y entretenida, sin grandes pretensiones, que no requiere un gran esfuerzo mental y que no llegando a ser inolvidable, tampoco resulta para recordar entre las grandes obras maestras de la literatura contemporánea.
«Yo estaba en Roma cuando Bob Ardlan me llamó. Para ser exactos: estaba con una mujer en Roma, cuando Ardlan me llamó. Así que cuando vi su nombre en la pantalla del teléfono pensé: "Qué demonios, Bob. No me llamas en una eternidad y vienes a estropearme el mejor momento del verano". Y lo dejé sonar. Dos días después, supe que Bob había caído desde el balcón de su mansión en Tremonte pocos minutos después de marcar mi número. ¿O tal vez le habían empujado? No me quedaba más remedio que pisar el acelerador del coche y plantarme allí para hacer unas cuantas preguntas.»
Un thriller mediterráneo con buena ambientación pero pobres descripciones, nos llega narrado de la mano de su protagonista. Junto a este antihéroe de habilidades muy cuestionadas, aparecen una galería de personajes de floja personalidad que no llegan a trasmitir mucho, a lo largo de un relato que avanza a buen ritmo entre los rasgos psicológicos y lo más puramente clásico, llegando a recordar a la muy querida Agatha Christie, donde nada es lo que parece y la trama inicial de suicidio se va perfilando como un misterio que envuelve una serie de crímenes por resolver por el más torpe de los investigadores “del mundo mundial”.
Me enganchó por su aplastante naturalidad y por contar con una tensión muy sutil que no me dejaba opción ni posibilidad de “abandono”, pero sus giros argumentales podían estar más “currados” y los tópicos policiales unidos a los psicológicos la hacen a ratos “empachosa”; aún así la he terminado por un “misterioso motivo” que no sabría desvelar.
Son quinientas páginas que no recomiendo si se tienen lecturas pendientes con más garantías, pero es una buena propuesta para este verano que se acerca con una rapidez de vértigo…, ese es el momento ideal para saber cómo fue el “extraño verano” de nuestro Tom que se ha visto inmerso en una trama en la que hasta él resultaba ser sospechoso; habrá que darle una oportunidad, espero que con el calorcito lo hagáis.

“Las puertas del corazón tienen que estar siempre abiertas, para que toda persona que nos haga bien entre, y toda persona que nos haga mal salga.”

miércoles, 22 de noviembre de 2017

Berta Isla, Javier Marías

Antes de comenzar la última novela de uno de los escritores que más he leído en los últimos años, he hecho balance de las obras que han pasado por mis manos y hasta yo me he sorprendido de lo muchas que son. Quiero recordar que comencé con “Negra espalda del tiempo” y “Corazón tan blanco”, “Tu rostro mañana”, “Así empieza lo malo”, “Mala índole” y “Los enamoramientos”, siguieron a estas primeras y quizás desordenadas lecturas de este escritor de prosa elegante e inteligente del que siempre acabo aprendiendo algo. Es probable que se me olvide alguna, pero hoy toca reseñar la última de las entregas de Javier Marías que lleva nombre de mujer, “Berta Isla” y que siguiendo las líneas de su narrativa, ha vuelto a deleitarme con un retrato de personajes dentro de un cuadro de “vidas secretas”, en un marco temporal que abarca treinta años de Historia, adornados con los detalles de aquellos acontecimientos que marcaron unos de los siglos más convulsos de la Historia de la Humanidad.
«Durante un tiempo no estuvo segura de si su marido era su marido. A veces creía que sí, a veces creía que no, y a veces decidía no creer nada y seguir viviendo su vida con él, o con aquel hombre semejante a él, mayor que él. Pero también ella se había hecho mayor por su cuenta, en su ausencia, era muy joven cuando se casó. »
Muy jóvenes se conocieron Berta Isla y Tomás Nevinson en Madrid, y muy pronta fue su determinación de pasar la vida juntos, sin sospechar que los aguardaba una convivencia intermitente y después una desaparición. Tomás, medio español y medio inglés, es un superdotado para las lenguas y los acentos, y eso hace que, durante sus estudios en Oxford, la Corona ponga sus ojos en él. Un día cualquiera, «un día estúpido» que se podría haber ahorrado, condicionará el resto de su existencia, así como la de su mujer.
Lo primero que me llamó la atención fue su  volumen, más de quinientas cincuenta páginas con una sinopsis poco clara y algo confusa, confieso que tardé en decidirme, lo hojeaba, abría y cerraba y veía párrafos demasiados densos y no me convencía; pasadas unas semanas lo compré y tras mantenerse aparcado un tiempo, casi como una tarea pendiente, comencé su lectura tal vez avalada por el escritor y confiando que dicha espera hubiera sido más un error que un acierto.
No es casual que la novela tenga un nombre de mujer, aunque al principio esperé una historia de espías y las aventuras que le depararían a Tomás, nada de esto es el eje de este libro, en realidad la verdadera protagonista es Berta, quien narra en primera persona una historia de “espionaje” pero contada al revés, por quien espera y no por quien actúa. Me atrevería a decir que es un relato de vida donde el “amor” juega un papel muy importante, los compromisos, los silencios, la soledad, las verdades a medias, las contradicciones y los misterios que rodean una relación de pareja desigual, en la que Tomás ha tenido la oportunidad de elegir y sin embargo la imposición marca el destino de nuestra “Penélope” del siglo XX.
El nudo de la trama gira alrededor de una espera interminable de un regreso cargado de incógnitas y de una paciencia que se soporta sin preguntas incómodas. El escenario de espionaje, es meramente un decorado, un trasfondo para construir unos personajes que evolucionan admirablemente a medida que transcurren sus vidas plagadas de secretos y dudas, en las que Berta representa la fragilidad y el silencio en una lucha constante con su fortaleza y rebeldía.
En las reflexiones interminables del autor creo que está la clave de la trama  de esta novela, la ausencia de esta mujer es el verdadero centro del argumento, sus recursos para gestionarla, la incondicional manera de aceptar aquello que desconoce, su serenidad para mantenerse en la oscuridad de cuanto le rodea e ignora y la capacidad para haber vivido décadas en este orden de cosas. Es sin duda ella, Berta, la dueña de su propia narración.
Me ha llamado la atención la presencia de personajes que ya han aparecido en otras novelas de Javier, así como los temas del regreso, la espera y la desconfianza, que son igualmente muy utilizados en sus obras. Por poner alguna pega puedo quejarme de las frases tan estiradas que solo se acaban porque se lee en silencio, las reflexiones excesivamente concisas que no te dejan nada que opinar y que reflejan el carácter curtido como ensayista de este artista de las letras contemporáneas y el estilo complejo que acaba siendo suavizado gracias al soberbio manejo del lenguaje y a los diálogos acertados que aportan fluidez a la lectura.
Recomendada para los seguidores de “Marías”, advertir que en sus primeras páginas no gusta tanto como en las que se suceden, que hay un secreto para el lector que justifica la actitud de este marido tan querido por nuestra “Berta” y que no encuentro razones para pensar que no os acabará gustando, o eso al menos os deseo.

“La arena del desierto es para el viajero fatigado, lo mismo que la conversación incesante es para el amante del silencio”.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

Falcó, Arturo Pérez Reverte

Una portada, que lo primero que me vino a la cabeza fue al mítico acto Humphrey Bogart, con ese sombrero borsalino que no deja ver más que un cigarro y su humareda, junto a los guantes de cuero que nada bueno pueden presagiar de ese personaje acurrucado entre las solapas levantadas de su gabardina, mientras la negra noche sirve de cobijo a los más oscuros vaticinios, se cruzó en mi camino para presentarme la novela de Arturo Pérez Reverte ambientada en la España de 1936 dentro de la Europa convulsa de la primera mitad de siglo XX, y que sin duda responde a un clásico de espías. Decidirme por ella no fue nada fácil, a pesar de la descripción de su portada, ésta no me resultó atrayente, más bien televisiva, de manera que vaya por delante que la decisión estuvo en la trayectoria del escritor, que en líneas generales forma parte de los que habitualmente no me decepcionan, de ahí la oportunidad que le he dado a este James Bond de los barbitúricos y las cafiaspirinas portador del cianuro en pastillas “por si acaso” hay que tomar una “solución final”.
«El mundo de Falcó era otro, y allí los bandos estaban perfectamente definidos: de una parte él, y de la otra todos los demás.»
La Europa turbulenta de los años treinta y cuarenta del siglo XX es el escenario de las andanzas de Lorenzo Falcó, ex contrabandista de armas, espía sin escrúpulos, agente de los servicios de inteligencia. Durante el otoño de 1936, mientras la frontera entre amigos y enemigos se reduce a una línea imprecisa y peligrosa, Falcó recibe el encargo de infiltrarse en una difícil misión que podría cambiar el curso de la historia de España. Un hombre y dos mujeres -los hermanos Montero y Eva Rengel- serán sus compañeros de aventura y tal vez sus víctimas, en un tiempo en el que la vida se escribe a golpe de traiciones y nada es lo que parece.
La novela de nombre propio, hace honor a una narración acaparada por este personaje alrededor del cual gira todo el argumento y sus protagonistas; aún así, he tenido la sensación de no saber demasiado de Falcó, tal vez queda algo cojo para mi gusto. En escasa trescientas páginas de entretenida  lectura, Arturo dibuja un cuadro histórico bien armado gracias a una trama bien trazada y fácil de seguir, conseguida y cerrada, contada muy al estilo “Reverte”, gracias a un narrador omnisciente que a través de una prosa cuidada, buenos diálogos, descripciones minuciosas y artilugios justitos, nos hace llegar una historia de intriga, suspense, tramas de poder, lealtades sospechosas, pasiones desmedidas, mujeres valientes en un marco que nos sitúa en los primeros meses de la Guerra Civil Española y que como curiosidad malsana, este héroe, mercenario y agente secreto de tan sólo 37 años, es todo un “espía” del bando franquista, algo bastante anecdótico tratándose de Pérez Reverte.
A grandes rasgos no me ha decepcionado porque las expectativas creadas se han ajustado al relato, tengo la impresión de que se acerca una saga de espías y aventuras con “nombres propios” y que el amparo comercial está detrás del éxito de esta primera entrega. La historia se salva por la buena redacción de este escritor ya consolidado, por la buena elección del tema, los diálogos bien administrados, la dosificación justa de sexo, violencia, prostitutas y pistolas, las escenas breves y ágiles y por supuesto la división de lo narrado en capítulos, que eso anima mucho a no dejar ciertas lecturas.
Por recomendarla que no quede, pero aviso que el principio engancha, a medida que avanza se mejora, pero el final se desinfla, poniendo en peligro todo lo “currado”, hasta explotar todos los tópicos de un personaje que acaba siendo el antihéroe chulesco, justo lo que me temía en una novela carente de las pretensiones literarias de este autor.
Habrá que leer “Eva” y no negarnos la oportunidad de disfrutar de aventuras de espías de la mano del padre de nuestro Capitán Alatriste.

“La noche, que me espía por el ojo de la cerradura del sueño, gotea estrellas de ruidos inconexos”.

sábado, 11 de noviembre de 2017

Niebla en Tánger, Cristina López Barrio

Enfrentarse con optimismo a los Premios Planetas, es casi tanto como imaginar que las utopías más descabelladas se harán realidad algún día. Año tras año, vivo la misma sensación de ser una ilusa y creer que estos señores que valoran y supuestamente entienden, acierta con los galardones, y sin perder esa dinámica casi histórica, una vez más me siento engañada y decepcionada; y como diríamos coloquialmente, “no se me tiene mal empleado” por seguir soñando que el día menos pensado, esta espiral puede llegar a romperse y encontrar una novela a la altura de lo que este jurado entiende por “Premio”, aunque no es menos cierto que ya es de sobra conocido los intereses económicos que mueven no solo éste, que ya es un descaro, sino la mayoría de los libros etiquetados con la garantía de “Premio…”
“El 24 de diciembre de 1951 Paul Dingle desapareció en el puerto de Tánger sin que se llegara a saber qué fue de él. Sesenta y cuatro años después, Flora Gascón sospecha que es el mismo hombre con el que ha tenido una aventura en Madrid y del que se ha enamorado. El nexo entre ellos: Niebla en Tánger, la novela que Paul tenía sobre su mesilla de noche.
Flora viajará hasta esta ciudad mágica y llena de secretos en busca de la autora de la novela, la única que puede decirle quién es en verdad su amante y cómo encontrarlo. Pronto se da cuenta de que es ella misma quien debe escribir el final de la historia, pues en esa aventura también está en juego su identidad; es un viaje al fondo de sí misma”.

Es tan triste hacer una mala reseña de un libro cuando has tenido la voluntad de leerlo entero, que no sabes si de verdad vale la pena criticar y “poner a caer de un burro” una lectura siendo como soy una aficionada a esto de reseñar y no parte de un experto jurado; pero no entiendo cómo te pueden vender un material que ha llegado a parecerme hasta “infantil”, rozando la falta de respeto a los que tenemos en tan buena estima a los escritores y ensalzamos tanto la difícil labor de escribir.

Habitualmente me decanto por los finalistas ya que la experiencia me ha demostrado que los ganadores suelen ser aun peores que los que quedan en segundo lugar. Cristina López Barrio no es desconocida para mí. “La casa de los amores imposibles” y “el cielo en un infierno cabe”, pasaron por mis manos hace bastantes años, casi desde el momento en el que esta abogada se inició en el mundo de las letras. Ambas me gustaron lo suficiente como para que “Niebla en Tánger” no fuera descartada por la etiqueta del “Planeta”; para mí pena, me equivoqué nuevamente y me he topado con una historia de amor y misterio en algo más de trescientas páginas, escondida en un argumento para niños chicos, con una trama pueril, sin emociones, ni sorpresas, ni giros inesperados y donde el suspense brilla por su ausencia.

La historia de Flora, es el relato de una mujer consumida por la rutina y el tedio que tras una noche de pasión con un amante "sobrevenido", se convierte de la noche a la mañana en la “detective del año”. Un libro olvidado es el detonante para desencadenar la aventura de una señora corriente en un mundo cotidiano. No puede ser más irreal y fantasioso el planteamiento de esta novela. Al principio pensé en “Hombres desnudos”, otra de las joyas de los Planetas que sí valió la pena leer, pero luego a medida que avanzaba y para mi rabia, asumí que nada más lejos de la realidad.

Si me detengo en la estructura nos encontramos en el recurso de lo que se llama “Metanovela”, una novela dentro de otra novela; la diferencia viene marcada por los capítulos que se encuentran encabezados con una distinción para no despistar al lector, además que se utiliza la primera persona para narrar la labor "policíaca" de Flora y la tercera, para el relato novelesco. De ellos cinco son exclusividad de nuestra valiente traductora, además de un epílogo en el que ya se explica “todo todito”, por si algún despistado no se ha enterado de lo que ya se sabe desde la página diez.

Si me detengo en los personajes, ahí me "desato". Flora, la protagonista que lleva el peso de la novela no puede ser más insulsa, no he podido hacerme una idea de la personalidad que tiene, debo creer que es una heroína que abandona un marido pusilánime que lo ve todo bien, que encuentra salida para todo, que puede faltar al trabajo, que se desenvuelve en las ciudades como pez en el agua, que se recupera de los golpes físicos y emocionales sin “anestesia”, que acaba escribiendo y suplantando personalidades como algo de su día a día, que encuentra muertos y los desentierras como quien planta rosales y que resuelve crímenes de hace sesenta años… vamos la mujer que al menos yo nunca querría ser, eso sin olvidar que encuentra amantes desaparecidos como en las agencias de objetos perdidos. De verdad, hacía tiempo que no me encontraba con semejante construcción de un personaje y confieso que cada acción de esta mujer me arrancaba un “no te lo crees ni tú”.

Pero si hay algo que me ha levantado “ampollas” es no haberle sacado partido a la inigualable ciudad de Tánger. Las descripciones son tan pobres que podía estar refiriéndose a cualquier ciudad norteafricana, cierto que nombra lugares concretos, pero no te mete en la esencia de ese mundo que se respira a través de sus olores, colores, luz y los seres que pasean por esas calles que por cierto, tengo la suerte de conocer.

Quiero disculparme si ofendo a alguien con estas palabras, pero mi indignación va dirigida también a los medios de comunicación que te bombardean con estas novelas en momentos muy puntuales para los consumidores, quien seguidos por este criterio de prensa y televisión, confían en la elección perfecta y eso para mí no deja de ser un fraude para los amantes de la lectura.

No la recomendaría y voy a parar de dar razones, pero antes de terminar quiero contar que tuve que ir dando saltos a las páginas porque hasta el final pensé en la sorpresa de “traca” y tal vez por pura cabezonería mi insistencia me llevó a la última página. Es aburrida y previsible, el final lo dejo para quien tenga ganas de terminarla, y lo peor y más imperdonable; la psicoanalista argentina pedante, amiga incondicional que todo lo sabe, acabó colmando todos los tópicos que podían ser utilizados entre tanta “niebla”, que para mí es lo que ha tapado lo poco salvable de la novela.
Huelga decir que el ganador no va a entrar en mis planes de lectura, porque si "entre nieblas he visto esto", mejor me quedo con la duda de cómo será el premiado.

“En su rostro advertí realmente aquella niebla que suele subir siempre mientras dura la sensación de placer que produce el creerse por encima de otros”.

domingo, 5 de noviembre de 2017

Camille, Pierre Lemaitre

        Con “Camille”, se cierra la tetralogía de la saga del comisario Camille Verhoeven, ese 1,45 de hombre que acarrea en su alma todo tipo de sufrimientos y desgracias solamente comparables con su inteligencia y profesionalidad. Comencé el año pasado con estas lecturas del que hoy es considerado como el genio de la novela negra en Francia. Pierre Lemaitre me ha tenido entusiasmada en sus tres primeras entregas, “Irené”, “Alex” y “Rosy & Jhon”; no puedo decir lo mismo de la última, puede que todo sea producto de la calidad literaria de las anteriores y que sinceramente no he visto ni disfrutado en “Camille”.
“Anne Forestier queda atrapada en medio de un atraco a una joyería en los Campos Elíseos. Tras recibir una paliza que la deja al borde de la muerte, tiene la suerte de sobrevivir… y la condena de haber visto la cara del asaltante. Su vida corre un grave peligro, pero Anne cuenta con la ayuda del hombre al que ama: el comandante Camille Verhoeven. Este estará dispuesto a actuar al margen de la ley con tal de protegerla. Pero ¿quién es ese enemigo, y por qué ese empeño tan feroz en acabar con Anne?
«El hombre que sostiene la repetidora se detiene, se da la vuelta, duda: es cierto que un disparo es la mejor forma de atraer a la poli antes de haber empezado, cualquier profesional lo sabe. Por un momento vacila sobre los pasos a seguir y, una vez tomada la decisión, se vuelve de nuevo hacia Anne y le lanza una larga serie de patadas. Ella trata de esquivarlas, pero incluso si hubiese tenido fuerzas se lo habría impedido la puerta contra la que está arrinconada. No hay salida”.
En la introducción ya he mostrado mi desilusión inesperada por la lectura de este francés al que pienso seguir leyendo. Tengo poco que añadir a las anteriores reseñas en lo referente a la grandeza de este “pequeño” comisario, el estilo, la lectura ágil, la atmósfera que envuelven sus casos, el suspense, la resolución de los crímenes, la intriga garantizada…, todo lo que define el sello Lemaitre. Ahora bien, no siendo una trama mal construida, sus giros argumentales son muy flojos y predecibles comparados con el despegue tan brutal de la novela, me esperaba mucho más y siendo la última contaba con un broche de oro a la tetralogía que aconsejo se lea en riguroso orden de edición.
Siento que la narración ha sido más plana y lenta, momentos en los que quería empujar para que pasara algo porque las emociones escaseaban hasta resultar monótona. Trescientas páginas que se preveían brutales por la potencia del principio, con una descripción del atraco impresionante más que visualizado sentido, pero a medida que me fui metiendo en la trama no volví a ver esa intensidad a la que nos tiene acostumbrados.
Resulta entretenida, con un ritmo diferente que decae curiosamente hacia la mitad, momento en el que es fácil intuir que algo falla en los personajes que rodean a nuestro querido Camille. Es innegable que se disfruta con el planteamiento contradictorio que Pierre confiere al personaje, mitad profesionalidad y mitad corazón, y son esos conflictos emocionales son los que le ayudan a cerrar historia complejas, pero en este caso descubiertas mucho antes de llegar al ansiado “fin”.
Me esperaba “el cuarto” de traca y no ha sido así. En cualquier caso, leedla porque en ningún momento me planteé dejarla, que se aprecie menos intensidad en el relato es señal de la fuerza e impacto de los anteriores, pero en ningún caso una crítica a su incuestionable calidad literaria. Seguro que os gusta.”

“Un acontecimiento se considera decisivo cuando desbarata nuestras vidas por completo”.

miércoles, 1 de noviembre de 2017

Europa, Cristina Cerrada

Todo en esta pequeña obra de arte literaria me cautivó. Ayer por la mañana la encontré en la biblioteca después de meses buscándola y por la tarde aprovechando el día festivo y la leí sin prisas. La belleza de su portada y la brevedad de su título lo dice todo. Cuando lees una novela de doscientas páginas con el corazón “arrebatao”, te das cuenta de lo mucho que se disfruta de la tarea de otros, de aquellos que saben contar historias tan bien contadas como la de Heda.
Europa es la historia de Heda, una joven que llega a Europa junto con su familia, huyendo de un país en guerra. Su nueva vida transcurre entre su casa, un hogar humilde que sus padres se esfuerzan por construir, y la fábrica donde trabaja con su hermano y con otros refugiados.
Heda observa cómo la vida avanza y, con ella, cómo sus seres queridos se adaptan a este nuevo comienzo. A medida que conocemos su historia, saldrá a la luz la herida invisible y profunda que el pasado deja tras de sí.
 
Cristina Cerrada era una desconocida para mí, estaba encaprichada con este libro por las recomendaciones en otros blogs y francamente es una historia sencilla, conmovedora pero a la vez brutal e impactante, de estas que te quedan sin aliento por lo potente de lo narrado y por la grandeza de un solo personaje que asume el protagonismo casi absoluto de la misma.
Aclarar que “Europa” realmente no es una referencia al continente, es el nombre de una pensión con luces de neón, donde transcurren parte de los momentos vividos por Heda.
La autora ha tomado como tema de fondo para construir la trama, el impacto de los conflictos bélicos en el ámbito de una familia cualquiera de un país “sin nombre”, dentro de un decorado centroeuropeo sin identificar. El lugar es lo de menos, por los datos que aporta acerca de paisajes, clima, costumbres, religión…, me ha venido a la cabeza la zona de los Balcanes, pero no sabría concretarlo, y esa es la intención de la escritora; está claro que es un homenaje en clave de “protesta” a los más de 65 millones de desplazados y refugiados que cuenta nuestra Historia más reciente desde la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días.
Dentro de una de estas comunidades que huyen de la guerra y de la persecución, asistimos a las experiencias de vida de Heda. Personaje soberbio que encarna la pureza, la tristeza, la fragilidad, el miedo, la supervivencia, las esperanzas y todas las dicotomías que queramos nombrar. En ella Cristina Cerrada, recrea sin morbo pero con crudeza los traumas y las marcas que la violencia indiscriminada y gratuita pueden dejar en quienes la padecen. Heda vive atrapada por su pasado que no la deja avanzar en un presente hostil y miserable, inmóvil y sin fuerzas para planear un futuro lastrado por los horrores de lo vivido. Una de sus armas es el “silencio”, herramienta indispensable para sobrevivir. Mujer valiente que mira al miedo de frente, que asume sus actos y que acepta con resignación su destino. Sus protestas a lo largo del relato son escuetas pero de un impacto tan agresivo como su propio silencio. Es un lujo de personaje, construido para dar voz a todas las Hedas supervivientes de vidas amputadas por el repertorio inagotable de las maldades de la Humanidad.
Respecto a la estructura, la narración está dividida en tres tiempos en los que vamos conociendo el antes, el durante y el futuro hipotético de Heda. Dividida en capítulos de una brevedad e intensidad poco habitual, cambios de situaciones y espacios físicos y temporales continuos. Narrados con precisión y certeza, lenguaje asequible y elegante, con el uso acertado de frases cortas e impactantes. En la trama principal hay espacio para conflictos de toda índole; un asesinato, huelgas de trabajadores, romance sórdido, muertes familiares, hijos enfrentados a padres…, son las doscientas páginas mejor aprovechadas que he leído en mucho tiempo.
Estaría hablando horas de esta historia de vida que por desgracia hoy es la vida de millones de personas. Nuestra escritora ha hecho sin duda un reconocimiento a esas colectividades que deambulan sin destino por una “Europa” que mira hacia otro lado, recuerda a todos que estamos inmersos en una de las mayores crisis humanitarias a nivel mundial de refugiados de todos los tiempos, y que el grito de Heda, es el aullido de los sufrimientos de esos seres humanos a los que ya no les queda nada, poco más que su dignidad.
No hace falta decir cuanto la recomiendo. Me ha encantado y no me ha dejado indiferente.
“Los refugiados no tienen elección, pero tú sí. Puedes ayudarlos. No quieren vivir en otro país, quieren regresar a sus casa”. “El sabio no atesora. Cuanto más ayuda a los demás, más se beneficia. Cuanto más da a los demás, más obtiene para él”.