jueves, 1 de diciembre de 2016

La Carne, Rosa Montero.

En todos los escaparates está la última novela de la madrileña Rosa Montero. Son ya muchas las lecturas de esta autora que han pasado por mis ojos y no he querido dejar atrás “La carne”, cuyas criticas me han parecido tras su lectura muy merecidas y acertadas.
Un relato corto pero intenso, doscientas cuarenta páginas para desarrollar un sencillo y escueto argumento, basado en el impacto del paso del tiempo, o lo que es igual la brevedad de la vida y el cómo nos enfrentamos a semejante reto. La intensidad emocional es innegable.
Una noche de ópera, Soledad nuestra comisaria de exposiciones, contrata los servicios de un gigoló para que le acompañe a una función y poder dar celos a un ex amante que asistirá a la misma. Aunque todo estaba calculado, un suceso inesperado altera el orden de lo previsto y lo complica todo. Es el inicio de una relación inquietante, peligrosa e impredecible. La edad de esta ocasional pareja marcará el devenir de los acontecimientos; ella tiene sesenta y él treinta y dos.”
En el primer tramo del libro, temí encontrarme con una historia parecida al Premio Planeta del año pasado; “Hombres desnudos”, pero por suerte no ha sido así. Digo suerte sin desmerecer esta novela, pero hubiera sido una pena, un “más de lo mismo”. Me ha gustado la fuerte dosis de intriga que se mantiene a lo largo del todo el relato, cuando pareces adivinar lo que pasará, el giro de la autora es asombroso, aborda múltiples temas de la vida de cualquier mortal; los miedos, las huellas del pasado, la vejez,, la muerte, el fracaso, la necesidad de amor, el rechazo social..., la urgencia de amar y ser amado.
El nombre de la protagonista, “Soledad” lo dice todo, está escogido con gran acierto; nos presenta un retrato de su vida repleto de ausencias y “soledades”, de huellas de experiencias marcadas en su piel, en su “carne”, cicatrices que no puede maquillarse y que acaban haciéndola caer en errores imperdonables.
Adam es nuestro treintañero del que se puede pensar es el gran aprovechado de la historia y sin embargo, Rosa acaba presentándolo como todo lo contrario.
Ambos son víctimas de vidas casi gemelas, tanto que les lleva a confundir sus papeles y caer en una dependencia tóxica y agónica, de la que por suerte salen bien parados.
Soledad, prepara una Exposición de “Escritores Malditos” y entre vivencia y vivencia se hace alusión a la vida de los mismos y el porqué de ese calificativo; por si fuera poco, la misma escritora se presenta como un personaje más, de breve papel, pero presente..., una pequeña licencia de nuestra autora.
Como todo lo de Rosa Montero, es intimista, te atrapa con delicadeza, no deja que lo contado se empañe por connotaciones de tristeza, todo lo contrario, es un alegato a la vida, una invitación a llegar a vivir el paso del tiempo con sencillez y dejándonos llevar, sin considerar que la vejez es la decadencia o el final.
Para animaros os diré que es “novela suspiro”, eso es lo que se tarda en leerla, una tarde acomodada en un buen sillón, a la espera de leer una catarata de emociones y sentimientos de la mano de una de las grandes narradoras de la actualidad literaria, con brevedad y limpieza, desnuda en su escritura, tal y como nos tiene acostumbrados. 
Os gustará.

La vida es un pequeño espacio de luz entre dos nostalgias: la de lo que aún no has vivido y la de lo que ya no vas a poder vivir”.

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