En
todos los escaparates está la última novela de la madrileña Rosa
Montero. Son ya muchas las lecturas de esta autora que han pasado por
mis ojos y no he querido dejar atrás “La carne”,
cuyas criticas me han parecido tras su lectura muy merecidas y
acertadas.
Un
relato corto pero intenso, doscientas cuarenta páginas para
desarrollar un sencillo y escueto argumento, basado en el impacto del
paso del tiempo, o lo que es igual la brevedad de la vida y el cómo
nos enfrentamos a semejante reto. La intensidad emocional es
innegable.
“Una
noche de ópera, Soledad nuestra comisaria de exposiciones, contrata
los servicios de un gigoló para que le acompañe a una función y
poder dar celos a un ex amante que asistirá a la misma. Aunque todo
estaba calculado, un suceso inesperado altera el orden de lo previsto
y lo complica todo. Es el inicio de una relación inquietante,
peligrosa e impredecible. La edad de esta ocasional pareja marcará
el devenir de los acontecimientos; ella tiene sesenta y él treinta y
dos.”
En
el primer tramo del libro, temí encontrarme con una historia
parecida al Premio Planeta del año pasado; “Hombres
desnudos”, pero por suerte no ha sido así. Digo suerte sin
desmerecer esta novela, pero hubiera sido una pena, un “más
de lo mismo”. Me ha gustado la fuerte dosis de intriga que
se mantiene a lo largo del todo el relato, cuando pareces adivinar lo
que pasará, el giro de la autora es asombroso, aborda múltiples
temas de la vida de cualquier mortal; los miedos, las huellas del
pasado, la vejez,, la muerte, el fracaso, la necesidad de amor, el
rechazo social..., la urgencia de amar y ser amado.
El
nombre de la protagonista, “Soledad” lo dice todo,
está escogido con gran acierto; nos presenta un retrato de su vida
repleto de ausencias y “soledades”, de huellas de
experiencias marcadas en su piel, en su “carne”,
cicatrices que no puede maquillarse y que acaban haciéndola caer en
errores imperdonables.
Adam
es nuestro treintañero del que se puede pensar es el gran
aprovechado de la historia y sin embargo, Rosa acaba presentándolo
como todo lo contrario.
Ambos
son víctimas de vidas casi gemelas, tanto que les lleva a confundir
sus papeles y caer en una dependencia tóxica y agónica, de la que
por suerte salen bien parados.
Soledad,
prepara una Exposición de “Escritores Malditos” y
entre vivencia y vivencia se hace alusión a la vida de los mismos y
el porqué de ese calificativo; por si fuera poco, la misma escritora
se presenta como un personaje más, de breve papel, pero presente...,
una pequeña licencia de nuestra autora.
Como
todo lo de Rosa Montero, es intimista, te atrapa con delicadeza, no
deja que lo contado se empañe por connotaciones de tristeza, todo lo
contrario, es un alegato a la vida, una invitación a llegar a vivir
el paso del tiempo con sencillez y dejándonos llevar, sin considerar
que la vejez es la decadencia o el final.
Para
animaros os diré que es “novela suspiro”, eso es
lo que se tarda en leerla, una tarde acomodada en un buen sillón, a
la espera de leer una catarata de emociones y sentimientos de la mano
de una de las grandes narradoras de la actualidad literaria, con
brevedad y limpieza, desnuda en su escritura, tal y como nos tiene
acostumbrados.
Os gustará.
“La
vida es un pequeño espacio de luz entre dos nostalgias: la de lo que
aún no has vivido y la de lo que ya no vas a poder vivir”.
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