Desde
el primer día que apareció en los escaparates de las librerías,
supe que lo leería y también, que sería la novela de estas
Navidades; aunque no soy muy dada a las compras “obligadas”
de calendario, recomiendo esta obra de arte de las letras para quedar
genial ante un gran lector, es un acierto seguro.
La
descubrí a la vuelta de las vacaciones de verano, finales de
septiembre, me apasionan los libros de tapa blanda, eso unido a la
sinopsis de su contraportada, fue más que suficiente para quedarme
con la boca abierta. Hasta hace unos días no lo he podido empezar y
ayer lo terminé con la sensación de haber leído una “joya
literaria”.
“El
día en que ETA anuncia el abandono de las armas, Bittori se dirige
al cementerio para contarle a la tumba de su marido el Txato,
asesinado por los terroristas, que ha decidido volver a la casa donde
vivieron. ¿Podrá convivir con quienes la acosaron antes y después
del atentado que trastocó su vida y la de su familia? ¿Podrá saber
quién fue el encapuchado que un día lluvioso mató a su marido,
cuando volvía de su empresa de transportes? Por más que llegue a
escondidas, la presencia de Bittori alterará la falsa tranquilidad
del pueblo, sobre todo de su vecina Miren, amiga íntima en otro
tiempo, y madre de Joxe Mari, un terrorista encarcelado y sospechoso
de los peores temores de Bittori.
Mi
primera novela de Fernando Aramburu, de manera que desconozco todo o
casi todo de este escritor vasco considerado uno de los
representantes más importantes de la narrativa española
contemporánea; tal ha sido mi disfrute que no descarto leer algo más
de él.
Yo
lo simplificaría atendiendo a los dos personajes principales, y
diría que es la historia de dos amigas, madres, esposas y sobre
todo, mujeres... y el retrato de las vidas de los que les rodean.
Existe entonces una trama principal que surge a raíz del asesinato
del Txato y un repertorio de tramas secundarias a modo de tela de
araña, que contribuye a tejer y dar estructura a este impresionante
y valiente argumento.
Todo
es un enorme puzzle de vidas, en el que cada pieza se desperdiga a
raíz del atentado de ETA en el pueblo al que pertenecen ambas
familias, el enfrentamiento y las consecuencias del mismo se dejaran
sentir durante décadas, cada uno de los personajes representa una
manera diferente de afrontar y asumir los efectos del mismo; por eso
creo que la labor que Fernando ha hecho con los personajes es brutal.
No
es una novela política, sí un documento humano con enormes cargas
sociales y referencias al pasado de Euskadi asociado a la banda
armada de ETA; al dolor, la muerte, la sin razón, el terrorismo
cotidiano, el miedo, las amenazas y sin duda las emociones y
experiencias de los que formaron parte irremediable de esta Historia.
El
punto fuerte es la radiografía de esta realidad a partir de la
disección de sus personajes, sus soledades y el ostracismo al que
son condenados las víctimas. He percibido la intención del escritor
de mostrarnos seres lastimados y heridos de por vida, cuyas heridas
no cicatrizan ni con el paso del tiempo y de paso he reconocido la
invitación a la reflexión continua ante el sufrimiento desigual de
las dos familias.
Respecto
a la estructura de la novela, existen narradores diferentes, mezcla
del pasado y el presente repartidas a lo largo de decenas de
capítulos, argumento no lineal con saltos desordenados en el tiempo,
configurando lo que podríamos llamar una crónica social.
Me
ha proporcionado una visión más completa de los casi cincuenta años
de actividad de ETA y lo mejor es que creo que se ha alejado de
juicios y partidismos como vasco y como según Fernando ha contado,
la visión de quien pudo ser
“uno de ellos”.
No hay victimismo en su relato, hay grandes dosis de realidad, no ha
pretendido hacer una novela de buenos y malos, más bien ha planteado
el dilema de cómo coser lo que la violencia raja.
La
amistad, juega un papel decisivo en las difíciles y duras vidas de
aquellos que se han visto salpicados por un atentado y en la realidad
novelada de “Patria”,
nada pasa de puntilla y nadie sale indemne de algo tan impactante; de
ahí que esté cargada de grandes dilemas morales.
No
quiero desvelar más de estas seiscientas páginas, he disfrutado con
el ambiente familiar que describe,también con ciertos momentos de
humor que para mi no han tenido gracia, su capacidad para abordar un
tema tan delicado y los diálogos medidos y dosificados que solo han
perfilado aún más la grandeza de esta
“Patria”
que sin duda dará que hablar.
No
quiero terminar sin añadir que siendo dura, se lee muy bien y que
tal vez lo familiarizado que hemos estado con estos dramas ha
facilitado su lectura, pero a la vez, me ha mostrado una cara
desconocida del pueblo vasco, lo que unido a las alabanzas
anteriores, no deja lugar a dudas de lo mucho que os la recomiendo.
Os gustará.
“Para
poder ver el Arco Iris, antes has de contemplar la lluvia”.
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