sábado, 24 de diciembre de 2016

Todo eso te daré, Dolores Redondo

Como todos los años por estas fechas, estoy delante del prestigioso Premio Planeta para hacer lo que ya es una costumbre..., cuestionar la validez de los mismos y por supuesto averiguar el significado del concepto “premio”, que a mi personalmente no me deja de “sorprender”.
Llevo media vida leyendo y esperando que estos señores de la editorial Planeta se dignen a deleitarnos con una novela digna que merezca el galardón y que superen sus ansias comerciales y su magnifico esfuerzo por lograr un éxito de venta que no deja más que insatisfacción a los que leen en este país. Sin duda cada lector es un mundo, por eso ante la pregunta de cómo es el libro, resumo diciendo que es entretenido para aquellos que están familiarizados con la escritora donostiarra; pero en el fondo prefiero ser sincera para evitar decepciones a los que regalan estos ejemplares en estas fechas tan señaladas, y boicotear así, las arcas de estos empresarios que flaco favor le hacen a sus lectores.
Dolores Redondo es la autora de “Todo eso te daré”, al haberme leído las más de seiscientas páginas, encontré la referencia al título en una frase que el diablo le dice a un mortal refiriéndose a los beneficios que obtendría si pactara con él. De manera que eso al menos me ha quedado claro. Aunque todo el mundo me ha invitado a leer “La Trilogía de Batzán”, después de esta experiencia no tengo intenciones de hacerlo, aunque sí he leído otras publicaciones de esta escritora y valoro su trayectoria literaria. Sin duda es un betseller navideño con intenciones comerciales y el respaldo de un “Premio” a estas alturas muy cuestionado. Ante esta entrada cañera lo mejor es presentaros las sinopsis y seguir con una reseña de traca que pueda compensar mi decepción annual “Planetaria”.
El escritor madrileño Manuel se entera de que su marido, Álvaro, que le había dicho que estaba en Barcelona, ha muerto en la Ribeira Sacra, en Galicia, tras un accidente de coche. Rápidamente se traslada al lugar, para identificar el cuerpo, y asistir al funeral.
Una vez allí, descubrirá que el difunto pertenecía a una familia noble, los Muñiz de Dávila, y poseía una fortuna de la que le ha nombrado único heredero. Aunque en un principio Álvaro quiere renunciar a todo, y huir del lugar, por el rechazo de su familia política, Nogueira, un guardia civil jubilado, y Lucas, sacerdote amigo de su marido, le pondrán tras la pista de que hay gato encerrado en el fallecimiento de este último.
Cuando se lee un argumento corto y sencillo, esperas una estructura ordenada y una trama bien configurada; cuando se habla de un personaje estrella, esperas que este sirva de eje central a la historia y cuando te hablan de una muerte sospechosa, piensas que el misterio está servido en bandeja de plata..., pues todos los pensamientos se me han ido al traste en las primeras páginas de la novela.
No me ha enganchado en ningún momento, el ritmo es lento y pastoso hasta ir saltando párrafos en los que no pasaba nada, la intriga brilla por su ausencia, las descripciones son excesivas y flojas, los monólogos interminables, la documentación geográfica con errores de primaria, expresiones y tópicos repetitivos, muertos cada cien páginas, final forzado, faltas de ortografía y gramática, capítulos abultados con rellenos innecesarios, reflexiones intimistas que condicionan la visión de los personajes, tramas y subtramas no justificadas en el argumento inicial, excesos de sentimentalismos y melodramas, desenlace embarullado, investigación policial infantil..., todo ello bajo el calificativo de un estilo narrativo hiperbarroco al que solo le salva el nombre de la escritora y las intenciones comerciales que avalan el premio con el que ha llegado a nosotros.
Lo que más me ha sorprendido es el hecho de que una novela esquelética que podía haber sido buena, se ha convertido intencionadamente en una novela “chicle”, se estira como si hacerla tan larga fuera un encargo, algo que le ha perjudicado enormemente, no todo vale para hacer “grande lo pequeño”; dar vueltas para contar algo simple pone en peligro el armazón del argumento y acabas perdiéndote en subtramas que sobran.
Por otro lado, Dolores ha querido abordar un abanico de temas de actualidad y ninguno lo ha hecho en profundidad, ha sido como la enumeración de un repertorio de situaciones que forman parte de nuestra realidad más inmediata; la homosexualidad, la violencia de género, los abusos infantiles, el narcotráfico gallego, los “Grandes de España”... y eso ha dejado en pañales a la historia.
La autora es muy dada a los relatos de familia y sus secretos; un clan con demasiados homosexuales para mi parecer, con enganchados a la droga, patriarca recalcitrante, hijos víctimas de colegios de curas, matriarca malvada y cuñadisimas que no pasan de puntillas..., vamos la familia española típica.
Voy terminando con los personajes, menudo desperdicio a la hora de construirlos, ninguno se sostiene por si solo, están configurados por encima, sin consistencia, difícil de empatizar con ellos y sus descripciones rozan el nivel de alumnos de la ESO; es lo peor de todo, porque en muchas novelas unos buenos personajes salvan un enmarañado argumento.
No quiero seguir hablando mal de la novela, ya digo que es entretenida para los que no tengan pretensiones más allá del disfrute del hecho de leer, pero me agota el fenómeno de los premios y la impunidad con la que se estafa al lector. Os contaré una anécdota que me ocurrió hace meses, una editorial me ofreció regalarme un ejemplar de una novela a cambio de una buena reseña en el blog, mi compromiso seria hacerlo si el libro era merecedor de ello y sobra decir que nunca me lo mandaron. Es la única explicación que hay para esas decenas de buenas opiniones de otros blogs que no coinciden con la paliza que yo acabo de dar a “Todo eso te daré”. Yo creo que por hoy ya he dado suficiente.

Llegará un día en el que nuestros recuerdos será nuestra mayor riqueza”.

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