lunes, 11 de julio de 2016

El último hermano, Nathacha Appanah

Es de agradecer, que de vez en cuando tengamos la oportunidad de leer novelas cuya ambientación se remonta a una de los episodios más desgarradores de la Humanidad; la Segunda Guerra Mundial. Hace años, me leí esta breve pero intensa historia que nada tiene que ver con cualquier otra publicada hasta ahora. Una vez desvelado el detalle de su peso histórico, huelga decir que es dura a todos los niveles imaginables, pero igualmente animo a su lectura, por lo diferente del tratamiento de este episodio histórico y la mezcla de emociones que despierta desde sus inicios hasta el cierre del misma.
Nathacha Appanah, es una escritora nacida en Mauricio, representante de una narrativa extranjera de escasa difusión hasta hace unos años; precisamente en la isla de Mauricio, próxima a Madagascar, se viven los acontecimientos narrados en “El último hermano”, ella ha elegido uno de los episodios más desconocidos del conflicto mundial. El Atlantic fue un barco que arribó a esta isla en 1940, su “cargamento” era la nada despreciable cifra de 1500 judíos expulsados de Palestina y cuyo destino acabó siendo un campo de concentración en esta antigua colonia británica. Ese es el escenario donde transcurre la historia de dos niños unidos por el Holocausto, oda a la amistad y a todo un repertorio de emociones irrefrenables, allí donde no parece haber espacio ni para la vida.
No quiero poner la sinopsis, prefiero adelantar que los protagonistas de peso, son dos niños que comparte un destino funesto y cuya relación de amistad será lo único que merezca la pena de sus difíciles vida. Aunque la ambientación geográfica es una isla, lo paradisíaco brilla por su ausencia, no hay encanto, ni luz ni sol ni color, en muchos momentos el relato es de tal impacto que se hace irrespirable, aún así, debo avisar que el tratamiento de los temas más duros, son abordados con elegancia y sutileza, de manera que casi me atrevería a decir, que es apta para todos los públicos.
Cuenta con una documentación escrupulosa e impecable, con un lenguaje sencillo y emotivo, crea una atmósfera que describe un ambiente donde la maldad toma vida por si sola, adquiere rango de personaje que aparece de forma estelar en toda la historia, suavizado levemente por la figura materna de uno de los niños en la cara amable de la moneda de la maldad, representada en la figura violenta de un padre frustrado y permanentemente encolerizado.
Raj, uno de los niños es el narrador que siendo en la actualidad un anciano, recuerda con fuerza su infancia en esa aterradora y lejana isla. Sin duda aleccionadora y con invitación a la reflexión por parte de todos los que formamos este género humano. Al principio de la reseña comento que la leí hace años, pero este verano la he vuelto a leer casi por azar y me ha gustado tanto o más que en esa primera ocasión; que nadie se espere pijamas ni rayas, tampoco finales felices, es real como el momento histórico y los hechos que se describen, y nada que presagie una lectura de entretenimiento, pero hay que detenerse en estas novelas para no olvidar nuestros errores, aprender de ellos y lo que es más importante, no repetirlos.

Ningún hombre ha nacido de una sangre diferente, nadie puede poner su bota encima de su semejante”
El ser humano es capaz de todo, solo tienen que darse las circunstancias apropiadas”.

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