domingo, 8 de marzo de 2015

Tres veces al amanecer, Alessandro Baricco

Es habitual, que una vez elegidas las novelas con las que queremos pasar un rato de intimidad, sigamos indagando en la vida y obra de los autores, y es así como atraída por los títulos o como en este caso por la brevedad, acabamos rendidos a pequeñas producciones que no por escasas son despreciables.
Alessandro Baricco en ciento cuatro páginas nos narra gracias a su destreza narrativa, tres historias con los mismos personajes, en diferentes papeles, bajo edades distintas y protagonizando conflictos que se resuelven siempre al amanecer.
Este juego de realidad y ficción, de tiempo y espacio cuenta con un denominador común, los tres relatos tienen como escenario un hotel; en cada historia las dependencias del mismo varían según el contenido de lo contado, recordando mucho al teatro y la puesta en escena de obras de corta duración y gran intensidad.
Brevedad sería el calificativo para esta original forma de abordar temas tan vitales como la arbitrariedad y capricho del destino, las probabilidades de segundas oportunidades, la responsabilidad hacia el prójimo, las tentativas que se nos presentan en ocasiones para volver a empezar de cero, el acierto o desacierto de decisiones irrepetibles...
El autor, nos conduce por tres amaneceres que proporcionan el marco ideal para revelar, descubrir y poner cada cosa en su lugar; las historias concluyen siempre en el momento en el que se toca fin a la oscuridad de la noche y clarea el horizonte, momento en el que se asiste a finales casi siempre bien acertados.
Personajes que se limitan a dos principales y algún secundario; estos aparecen repetidas veces asumiendo papeles diferentes y bajo el implacable paso del tiempo. Lectura rápida, estructura sencilla, lenguaje asequible y despliegue imparable de diálogos; estas y otras pequeñas razones, hacen de esta novela en miniatura un ejemplar nada despreciable para un par de horas de lectura; que, sin desmerecer otras superiores en páginas, invitan a la reflexión acerca de hechos amparados en la nocturnidad que nunca protagonizaríamos a la luz del día.

No sabes que tu cuerpo, en las noches sin tiempo como ésta, se confunde de pronto con el amanecer, lo detiene dormido junto a mí”.

               Para Pepe con cariño, por ser la encarnación de la ternura.

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