Eso
es lo que yo quiero una casa con piscina pero para todo el año no
sólo para el verano; dicen que los sueños son esas realidades que
otros disfrutan mientras tú esperas dormido. Tal vez sea la única
justificación para haber puesto mis ojos en esta novela, últimamente
los autores del norte de Europa acaban llamando nuestra atención
aunque sea por tener los ojos azules y el cabello rubio; en el caso
de Herman es holandés y algo calvo, pero interesantón...más que su
producción literaria con la que no acabo de congeniar.
Sin
que sirva de precedente y para ayudar en la reseña voy a poner la
sinopsis que seguro contribuye a entender las aspiraciones de tan
cotizado escritor por allí por los Países Bajos.
"Próspero
médico de cabecera en Amsterdam, Marc Schlosser ejerce su profesión
con cierta dosis de cinismo. Su nutrida clientela valora
especialmente el tiempo que dedica a las consultas, pero esta
aparente generosidad esconde unas intenciones menos nobles que Marc
disimula con habilidad. Cuando uno de sus pacientes, el famoso actor
Ralph Meier, lo invita a pasar unos días de verano junto a su
familia, Marc acepta pese a las reticencias de Caroline, su esposa,
molesta por la arrogante vulgaridad de Ralph y su actitud de seductor
irresistible. Así, los Schlosser y los Meier, con sus respectivos
hijos adolescentes, compartirán con un maduro director de Hollywood
y su novia, cuarenta años más joven, una casa con piscina a pocos
kilómetros de una playa mediterránea. Los días transcurren con
apacible monotonía, entre comidas, paseos, largas conversaciones de
sobremesa, excesos con el alcohol y flirteos más o menos inocentes,
hasta que una noche se produce un grave incidente que interrumpirá
las vacaciones y cambiará para siempre la relación entre las dos
familias.
Todo
eso pasa en algo menos de trescientas sesenta páginas, no es una
novela aislada, aunque puede leerse independientemente, forma parte
de una trilogía , “La
cena” es la
primera, la segunda curiosamente no se ha publicado en España y
cierra el trío la que nos ocupa.
Auténtico
retrato de la sociedad en la que nos movemos con todos los
componentes que la definen y de los que saca partido Herman
abordándolos como temas de candente actualidad; las instituciones
que definen las clases más acomodadas europeas, el matrimonio, la
familia, las relaciones paterno filiales, la venganza, la
permisividad, los abusos, la falta de comunicación, la hipocresía
social, la culpabilidad encubierta...todo objeto de debates morales a
los que nos invita el autor para que nada pase desapercibido y tras
leer esta novela de título frívolo nos posicionemos y elijamos la
postura que nos llevaría a mostrarnos tal como somos ante una
situación extrema y límite.
Es
por ello que siento que las artes de este holandés son
incuestionable a la hora de manipular al lector y hacerlo participe
de cuanto acontece en esa “casa
con piscina”.Su
lectura es entretenida porque la prosa es ligera, concisa y ágil,
contiene una buena trama con estupendas dosis de suspense, con un
narrador en primera persona asumido por el personaje del médico y
guiños de humor ácido que le sirven para evidenciar las fisuras del
edificio social en el que nos movemos con nuestro traje deshumanizado
e hipócrita.
Los
personajes son los pilares de la novela, la mayor parte de ellos se
ganan nuestro desprecio desde el principio y es difícil no
considerarlos reprobables por sus actos e intereses. A través de
ellos hurga en las tripas de la sociedad en la que viven con una
doble moral, falta de ética profesional, decadencia, apariencias y
lo que es más grave temas de trascendencia como la pederastia, la
violencia de género o la eutanasia.
El
tema estrella es sin duda las relaciones familiares y el armazón que
las sustentan; el peso que le concede al hombre en detrimento del
papel “florero”
de las mujeres a las que relega a un plano inservible, la actitud de
los jóvenes exigentes, inconformistas, caprichosos y faltos de
normas cívicas y que sorprendentemente son generosamente premiados
con la sobreprotección de sus progenitores.
El
argumento acaba enganchando, en él los personajes son definidos por
sus personalidades que al fin y al cabo son estereotipos de la vida
real. La participación como lectora me hizo involucrarme hasta el
punto de ir cambiando de sospechoso víctima de la confusión a la
que el “señor
Herman” te lleva;
la conclusión es que nada es lo que parece y lo que ya sabemos “que
los malos no son tan malos ni los buenos tan buenos”.
Al final el rechazo hacia este helenco de
“bestias sociales”
se hace inevitable.
Aunque
hubiera podido dar la sensación de que no la iba a recomendar no es
así, hay que leerla sin olvidar que los “chicos
del país de los tulipanes”
son algo especiales para contar lo que nosotros “los
hijos de la tortilla de patata”
ya sabemos; puñeteros hijos que acaban metiéndote en cualquier
fregado y nosotros ahí para ser los salvadores de sus almas
ingratas. Espero que este último comentario se salve de las
generalizaciones, que ya se sabe “que
no son buenas”.
“Si la vida no me sonríe yo le hago cosquillas”.
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