lunes, 14 de diciembre de 2020

La Higuera, Ramiro Pinilla

Tener tiempo y pasear por las estanterías de los libros que tengo, trae de vez en cuando, la agradable consecuencia de releer novelas que leí hace años y que no tuve la oportunidad de comentar en su momento. Es el caso de “La higuera” de Ramiro Pinilla, el autor de la trilogía “Verdes valles, colinas rojas”, un escritor que no pasa de puntillas ni deja indiferente a nadie.

Imposible olvidar esta historia sobre la venganza y el perdón, las derrotas y humillaciones y el brutal giro del destino que acaba pidiendo cuentas a cualquier hombre.

 

“La construcción en 1966 de un nuevo instituto de enseñanza media en Getxo desentierra la historia del hombre solitario que decidió recluirse en el solar y cuidar de una higuera al poco de acabar la guerra civil. Se trata de Rogelio Cerón, uno de los falangistas que fueron casa por casa para llevarse a fusilar contra las tapias del cementerio a varios de los hombres de Getxo. En una de sus visitas, Cerón se tropieza con la mirada de odio de un niño que se resiste a que le arrebaten a su padre, una mirada que despierta de inmediato en la imaginación del falangista la certeza de que ese niño, cuando crezca, lo matará. Su sugestión aumenta al día siguiente, cuando se encuentra con que los fusilados están enterrados en una fosa común donde alguien ha plantado una higuera. Cerón ya no podrá ser el mismo. Incluso vigilará estrechamente la vida de ese niño, intentará alejarlo de Getxo, tutelar sus estudios para evitar la maldición, el retorno insufrible del pasado y la culpa”.

No es una historia sobre la Guerra Civil Española, aunque sí nos sitúa en los terribles acontecimientos que tuvieron lugar en ella y en la posguerra. Un relato que denuncia los chivatazos, los famosos paseos, el odio entre vecinos, las venganzas y que sirve de recordatorio para que nada de aquello vuelva a repetirse.

Escrita magistralmente, con personajes y momentos conmovedores y emocionantes, contado en tres partes y ubicada en la localidad de Getxo, a la llegada de los falangistas con ganas de hacer limpieza de “rojos”. Tras años, el deseo de venganza aún perdura y el sentimiento de culpa también, algo manifiesto en la novela en la actitud del protagonista que a modo de acto de contrición, se mantiene perenne contemplando el lugar donde reposan las víctimas de la barbarie.

Ramiro Pinilla, crea una acertada metáfora sobre la superioridad moral de esas víctimas y la necesidad de no olvidar: como símbolo ahí está esa higuera regada noche a noche. Podría ser una historia de redención de pecados, pero no, será más bien una historia de cómo evitar el destino del miedo irracional. La higuera es el árbol de la muerte que abona el campo de la nueva vida.

Una trama basada en una auténtica tragedia, ese niño que contempla la escena detonante de la historia, los personajes de Rogelio y Gabino, que representan las dos Españas de sobra conocidas y con las que aun convivimos y lo más impactante,  el papel del silencio que durante tres décadas mantienen ambos, el elemento que lo dice todo sin decir nunca nada.

Narrada en primera persona por distintos personajes, con un lenguaje claro y directo, con saltos temporales a lo largo de los tres grandes capítulos o partes. En la primera, una maestra narra la excursión que en el mes de septiembre del 37 hace a un paraje en el que descubren a un hombre vestido de falangista que cuida una higuera. En el segundo ese mismo hombre relata los remordimientos de los que padece ante la mirada de los ojos de uno de sus ajusticiados. Y en la tercera y última asistimos al destino de esos personajes atados a una tumba que el tiempo no detiene.

La profundidad de la historia nos muestra quizás la novela más negra de Ramiro Pinilla. Interesante relato publicado en el 2006 acerca de la atmósfera hostil y vengativa que respiraban la España de posguerra, el dominio de los vencedores y en ocasiones como esta, la culpa que ahogaba a los ejecutores.

Me gustó la primera vez que la leí y la he vuelto a disfrutar, espero que a pesar de haber ya una versión cinematográfica, os decidáis por ella. Os gustará.

“El perdón llega cuando los recuerdos ya no duelen”.

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