Cuando te enganchas a lo que denominamos una “Trilogía” y la
primera entrega te gusta, las ganas de llegar a la última se mantienen vivas,
siempre que desde el principio la historia te haya atrapado. No estoy muy
segura de que estemos ante el final de las andanzas e investigaciones de Sam Porter, Anson Bishop y
compañía, el tiempo lo dirá. El primero fue bestial. El segundo no estuvo a la altura de
mis expectativas y éste me ha gustado tanto o más que el “Cuarto Mono”. Al
igual que los anteriores y siempre pensando en los amantes del género, lo
recomiendo y espero que lo disfrutéis.
“Sam Porter, hasta ahora el detective al cargo del
caso, ha sido apartado de él y es cada vez más sospechoso. Con el mayor
hospital cerrado por cuarentena para impedir que el virus SARS se propague por
la ciudad, comienzan a aparecer cadáveres por toda la geografía. Todos con un mismo
patrón que hace pensar a la policía que el Cuarto mono, el peligroso asesino en
serie que les tiene en jaque, ha vuelto a actuar y esta vez no lo está haciendo
solo. Es el punto de partida de una carrera frenética por detener a uno de los
criminales más astutos a los que se han enfrentado jamás”.
Aunque
son 600 páginas
no son un impedimento a la hora de leerlo y acaba leyéndose solo. Desde el
primer momento te adentra en la
acción y no nos da respiro. Empieza en un punto álgido tras los acontecimientos
de”La quinta víctima” y sigue sin concedernos descanso a la hora de seguir
las acciones de un asesino en serie despiadado y muy inteligente, un
policía obcecado con dar con él y una trama cargada de acción y de urgencia, en
la que el terror de encontrarse con la próxima víctima está siempre a la vuelta
de la página
He de reconocer que el
principio de esta novela me costó un tanto, porque a pesar de haber leído la
anterior hace un año, se me hacía dificultoso seguir una trama que era continuación
directa de la anterior. Muchos personajes y muy poco recordaba de ellos, salvo
de los principales, de ahí, que el avance en los inicios se haga muy lento.
Comienza exactamente en el punto donde se interrumpe
la novela anterior. Con Sam Porter apartado del caso del Cuarto Mono y convertido en
sospechoso. Anson Bishop
desaparecido, y su madre también. A su vez, el mayor hospital de Chicago está cerrado por riesgo de contagio de un
virus SARS. La trama se completa con la aparición de varios cuerpos en distintos puntos de la geografía, pero
todos ellos siguiendo el mismo patrón. La policía no duda, el Cuarto Mono sigue actuando y sospechan que no
puede hacerlo solo.
La
historia en La Sexta Trampa se enreda y se resuelve al mismo
tiempo. El autor se mantiene fiel a muchos de los elementos que se han
convertido en su firma en esta trilogía. Una acción trepidante que te hace sentir que realmente estás
inmerso en una carrera a contrarreloj. Giros inesperados que siembran la duda tanto en los
personajes como en el propio lector. Te despista, pero te engancha. Y secretos desvelados y narrados en dos planos
temporales diferentes: el presente, a través de la investigación; y el
pasado, desde los cuadernos/diarios de Bishop.
El
recurso de los diarios, ausentes en la segunda entrega vuelven aquí con gran
protagonismo, es un acierto por parte del autor porque hace que, no solo por
estar narrado en primera persona, sino por lo que cuenta, empaticemos con este
personaje, el principal sospechoso de ser el Cuarto Mono.
Los
diarios irán alternándose con capítulos en diferentes escenarios:
-El
hospital, donde algunos policías han quedado aislados en cuarentena junto a
parte del personal del hospital y todos aquellos susceptibles de ser atacados
por el Cuarto Mono, algo que ya sabíamos en la entrega anterior.
-La
acción protagonizada por el detective Sam Porter, un detective superado por los
acontecimientos.
-La
acción desde el punto de vista de Poole, el agente del FBI.
Sumadle
los diarios y veréis que hay cuatro acciones que van transcurriendo de un modo
más o menos paralelo en capítulos muy cortos.
He reconocido acciones
diferentes que avanzan de forma paralela, junto a dos elementos que
consiguen que este libro, y la saga entera, sean tan interesantes. Uno, la extensión de los capítulos. Barker
distribuye La sexta trampa en 135 capítulos de corta duración
que te permiten no perderte nunca en la argumentación. Y dos, cada uno de ellos está narrado siendo uno de
los personajes el protagonista: Poole, Nash, Clair, Anson o Porter introducen la acción y la
convierten en una novela coral. Por supuesto, con participación estelar de
Bishop y Porter, sobre todo. Hay pues tantos puntos de vista como personajes.
Lo mejor de esta entrega es que consigue que todo cobre sentido. Incluso, tiene
el poder de hacerte cambiar de opinión sobre los personajes decenas de veces.
No sé si a vosotros también os pasa, pero a mí me sucede que cuando he leído
más de una novela de un autor de misterio, veo venir al culpable. De pronto entre
las líneas soy capaz de ver detalles que son invisibles cuando te adentras por
primera vez en su escritura. Sin embargo, con La sexta trampa, eso
no me ha pasado. Me ha confundido
muchas veces antes del descubrimiento. He dudado de todos. He sospechado de todos.
He creído inocentes a los más culpables.
La narración gusta porque a diferencia de otras novelas criminales que hemos
leído últimamente, no necesita de una extrema violencia para engancharnos. El
autor es capaz de ejecutar una
trama intrincada y con situaciones inesperadas sin recurrir a
descripciones excesivamente sanguinolentas. Nos hace partícipes de la
investigación, del pasado a través del diario del asesino, y poco a poco nos va
desvelando la solución.
A la
propia narración de los hechos le une descripciones muy visuales, en la medida justa y necesaria,
sin olvidarse de los diálogos. En ellos, tenemos tanto jerga más policial, como
momentos coloquiales. Una lectura
muy amena, que se disfruta y en la que no chirría la forma de contarlo.
Respecto al final, es
más redondo que en la segunda entrega. El desenlace sorprende, haciendo alarde
J.D. Barker, una vez más, de su capacidad de introducir giros dramáticos
interesantes. Alrededor de la página 50 pensé que había llegado al final y una
vez más nada es lo que parece, hay que esperar a la página 608 para cerrar
definitivamente el misterio.
Si te gustaron las
anteriores a pesar de la pequeña decepción de la segunda entrega, no dudes en
darle una oportunidad a la última; a cambio el autor te regala horas de
entretenimiento y lo más importante, nunca hay que olvidar lo difícil que es el
oficio de “escritor” gracias al cual personajes y tramas nos permiten seguir
viviendo historias ajenas que nunca viviríamos como propias, al menos no de
este género. Espero que te guste.
“No puedes jugar a ser
Dios, sin conocer bien al diablo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario