lunes, 15 de junio de 2020

La Nena, Carmen Mola


Esperando desde hace meses la última entrega de esta trilogía que ha merecido la pena leer. Sin duda las tres me han gustado como para recomendarlas, pero he de reconocer que la primera y la tercera superan con creces a la segunda.
La Nena”, tercera novela de Carmen Mola con su carismático personaje Elena Blanco al frente, sigue en la misma línea que sus dos antecesoras. Dura y brutal en ocasionesno deja indiferente a nadie.

“Es la noche del fin de año chino, empieza el año del cerdo. Chesca, al mando de la Brigada de Análisis de Casos desde hace un año, ha quedado con Ángel Zárate, pero en el último momento este le da plantón. Aun así, ella sale a divertirse, conoce a un hombre y pasa la noche con él. A la mañana siguiente, tres hombres rodean su cama, a la espera de unirse al festín. Y un repulsivo olor a cerdo impregna la estancia.
Después de un día entero sin dar señales, los compañeros de la BAC empiezan a buscar a su compañera. Cuentan con una ayuda inestimable: Elena Blanco, que aunque dejó la policía tras la debacle que supuso el caso de la Red Púrpura, no puede dar la espalda a una amiga. Pronto se darán cuenta de que tras la desaparición de Chesca se esconden secretos inconfesables”.

Con los mismos protagonistas y por tanto el mismo equipo policial, al que se suma una nueva incorporación y la ausencia, en un principio, de la inspectora Elena Blanco, que dejó la Brigada tras el desmantelamiento de la Red Púrpura, la autora inicia la obra de una manera tan atípica como las anteriores, solo que en esta ocasión te sobrecoge.
La historia de “La Nena” nos sitúa en Madrid. Allí la inspectora de policía Francisca Olmo ha desaparecido sin dejar rastro, justo la víspera de una vista en los juzgados, en la que era testigo principal. Nadie sabe nada de ella y, lo que es peor, con las primeras investigaciones, comienzan a aparecer relaciones y datos inquietantes, completamente desconocidos por sus compañeros. Es entonces cuando Elena blanco se suma a la búsqueda. Pronto, la trama se va acelerando, ganando más y más interés, hasta llegar a un final perfectamente elaborado.
La autora tiene facilidad para desarrollar una buena idea con un buen guión, pero si a una novela la hace buena éste último, quien realmente la sostiene son sus personajes, y Mola consigue que esos dos soportes, personajes y guión sean remarcables.
El relato es original y absorbente y no es nada fácil porque parece sacado de un surrealismo profundo. Narración fluida de una investigación muy bien llevada que se abre a un gran espectro de posibilidades, sin fisuras. A pesar de la crudeza de algunas secuencias, no se recrea en ellas, además éstas son cortas y rápidas, lo que da agilidad a la historia y lo caracteriza como suyo propio.
A mi este es el que más me ha gustado de los tres, me ha gustado el seguimiento del trabajo policial, con las pistas, deducciones, creíble. Me encantan, no se si es la palabra, los crímenes atroces, esas barbaridades, crudas que te ponen los pelos de punta que te sumerge en una espiral que gira continuamente y de la que no puedes salir.
Quizás cruda en algunas descripciones pero por lo demás me ha parecido buena y entretenida
Con una trama intrigante de, una familia de caníbales, inmersos en, su restricto mundo, con sus principios y reglas qué, lograrán mantenernos en vilo, hasta el desenlace de la trama,
Desde la primera página te engulle la historia con una trama ágil, rápida y acelerada que hace que no lo puedas soltar.
La autora sigue el mismo esquema que en las anteriores: alternar puntos de vista, en tercera persona y presente, bastantes pasajes truculentos en los que se muestra la situación de la persona que buscan, y otros, situados en el pasado, en cursiva, utilizados para explicar cómo y por qué llegaron a ser así los criminales.
Ahora bien, en cuanto a la historia en sí, no es original, sigue un esquema clásico en el que los protagonistas avanzan mediante interrogatorios a distintos personajes. Además, la mayoría de lo que pasa resulta demasiado previsible, incluyendo los ya habituales pasajes, tan desagradables como innecesarios, en los que la autora describe violaciones y torturas de forma tan repetitiva como falta de emoción, sin quedar claro lo que pretende al ser tan explícita:
Los personajes habituales, desde Elena Blanco al resto de la BAC, siguen funcionando con características básicas. La nueva, Reyes Rentero, intenta destacar por detalles tan poco habituales como irrelevantes.
En la última parte de la novela, que hasta entonces había avanzado con cierto ritmo, se produce una suerte de atasco cuando la autora relata prolijamente las reacciones de varios personajes a lo sucedido en una serie de capítulos que alargan la historia sin un aporte reseñable.
En resumen, La Nena es una novela muy similar a las anteriores obras de la autora, y a tantas otras del género, al punto de seguir un esquema tan convencional y limitado de recursos como, a ratos, eficaz, al menos lo suficiente para mantener el interés durante casi toda la narración, y hasta entretener sin muchas pretensiones.
Esta tercera entrega llega sin conocerse aún la verdadera identidad de su autora, Carmen Mola. Aunque sí hay algunas pistas en las que coinciden casi todo el mundo: se trata de un hombre, madrileño, entre los cuarenta y cincuenta años y que ya ha publicado antes de hacerlo como Carmen Mola.
“Cada uno alcanza la verdad que es capaz de soportar”.

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