Última novela del escritor suizo, autor de historias que
curiosamente pueden llegar a gustar a unos y decepcionar repetidamente a otros.
En esta ocasión, aunque se deja leer, no acaba de convencerme el planteamiento
de este joven autor que promete una obra inolvidable y que termina siendo un
relato estirado al que le sobran demasiadas páginas.
“Una noche de diciembre, un cadáver yace en el
suelo de la habitación 622 del Palace de Verbier, un hotel de lujo en los Alpes
suizos. La investigación policial no llegará nunca a término y el paso del
tiempo hará que muchos olviden lo sucedido. Años más tarde, el escritor Joël
Dicker llega a ese mismo hotel para recuperarse de una ruptura sentimental. No
se imagina que terminará investigando el viejo crimen, y no lo hará solo:
Scarlett, la bella huésped y aspirante a novelista de la habitación contigua,
lo acompañará en la búsqueda mientras intenta aprender también las claves para
escribir un buen libro.
¿Qué sucedió aquella noche en el Palace de Verbier?
Es la gran pregunta de este thriller diabólico,
construido con la precisión de un reloj suizo”.
Lo novedoso es que nos vamos a encontrar una novela dentro de otra. Y una de ellas es
protagonizada por el propio Dicker. Cuando hace un par de años se encontraba
realizando un descanso y una cura espiritual en un lujoso hotel de los Alpes
suizos, el Palace de Verbier se convierte en el escenario de los acontecimientos que dan vida a este relato. Allí conocerá a la joven que ocupa la habitación
contigua, la 621 bis, y juntos intentarán averiguar porque no hay una 622 en
él.
Es una
comedia de enredo con máscara de thriller, modelo de literatura muy atrayente
por unir dos géneros, ambos por sí solos, ya muy leídos. De todas las novelas del suizo es la que más me ha
costado leer, ya que requiere de gran concentración por sus continuas situaciones y personas que no son lo que parecen, saltos en el
tiempo y en el espacio, traiciones cruzadas, etc..
El autor
recurre a demasiadas idas y venidas en el tiempo para ir contándonos los pormenores de
la vida de los protagonistas y los hechos que con posterioridad dieron
lugar a los hechos sucedidos esa noche.
El relato
se va desarrollando entre estos saltos temporales que hacen que la narración sea de vez en cuando un tanto liosa.
El enigma
de la habitación 622 a pesar de que pueda parecer critica mi reseña, es una novela bien escrita, con una prosa sencilla en tono
más distendido y desenfadado que las anteriores. Entretenida, para pasar un buen rato y, de seguro, muy
disfrutable por los amantes de este joven escritor.
La
fórmula es la de siempre. Una trama con intriga, un argumento que gira, gira y
gira y una gran facilidad para conectar a nivel narrativo en el lector.
Esta
parte de la novela para mí ha sido un poco como una especie de aderezo. El
autor nos muestra un poco su lado más humano a la vez que le hace un homenaje a
su editor que falleció en 2008 y al que le dedica la novela. Nos contará sus
primeros pasos en el mundo de la literatura y como Bernard de Fallois impulsó
su carrera con una fe ciega en él. Aunque me ha gustado conocer esa parte más
personal del autor en realidad para mí esta trama argumental que tiene una
pizca de romance entre otras cosas, me ha resultado más anecdótica de lo que esperaba.
La
segunda parate del argumento nos traslada unos años atrás en el tiempo. Y más
concretamente una semana antes de que se encontrará un cadáver en la habitación
622 del Palace de Verbier. Aquí hacen acto de presencia unos personajes completamente
diferentes y funciona por sí misma mientras que la otra se subyace a
esta.
Partimos
de una muerte misteriosa que en su momento la policía no llegó a resolver y
cuya intriga nos ocupará toda la novela. Sin querer desvelar mucho os contaré
que Dicker nos introduce en el ámbito de un gran hotel en el que encontraremos
un cóctel que tiene un poco de todo. Ambición, luchas de poder, amor
y desamor, envidia, venganza, etc...
Todos sus
personajes están envueltos en una red de secretos. ¿Víctimas o verdugos?
¿Culpables o inocentes? Solo el tiempo pondrá a cada cual en su sitio.
Requiere de paciencia
para rebasar una primera parte, que abarca más de un tercio del libro,
que se podría calificar de perezosa. Es una pena porque eso puede hacer que algunos
abandonen la lectura y no lleguen a ese otro momento donde vuelve a aparecer el Dicker al que estamos
acostumbrados. Ese que te
envuelve, te lleva y ya no te suelta. Ya no vas a dejar de leer hasta dar con la solución de todos los enigmas,
no solo el de la habitación 622; sino de todos lo que a lo largo del libro se
van creando, que no son pocos, os lo aseguro.
Hay mucha
gente que disfruta muchísimo con este tipo de novelas pero os confieso que a mi
me ha dejado con una sensación parecida a su primera novela -La verdad sobre el
caso Harry Queber- que repite demasiadas veces lo mismo, que al final da tantas
vueltas que de alguna manera dejé de disfrutar el desenlace porque me cansaron
tantos giros y vueltas. Desandar el camino hecho para reexplicar
todo de nuevo no me ha parecido que esté justificado. Innegablemente la novela
es compleja pero también una locura.
En
definitiva, creo que Joël Dicker tiene una gran capacidad de conectar con el
lector y crear tramas que son como una montaña rusa pero también a costa de
alargar innecesariamente un argumento que no necesita tanto rizo. ¿La he
disfrutato? Si pero llegó un punto en que estaba deseando que acabara
El enigma de la habitación 622 es una novela entretenida, aunque menos
original de lo que pretende. A partir de ahí cada valoración es subjetiva y la mía es bastante positiva comparada con otras reseñas que he leído, para qué decir lo contrario. Y eso que en este caso el
enigma no es solo el asesino, también lo es la identidad del cadáver.
Está estupendamente ambientada, esta vez en Suiza
y, concretamente, en Ginebra, lugar de nacimiento de Dicker y Verbier, donde se
desarrolla gran parte de la acción.
El final
es original y no consiste, precisamente, en averiguar quién es el
asesino.
Para
animaros a leerla os diré que es una novela de intriga con toques de humor, donde deja
el desenlace para las últimas páginas. El ritmo de la novela es bueno,
atrapándote en la trama para descubrir el desenlace. En definitiva lectura
amena que a pesar de todo merece la pena leer. Un éxito editorial de
superventas.
“La gran tragedia de
la vida es la muerte”.
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