Tras las lecturas potentes de “El
enigma de la habitación 622”, “La Nena” y “La sexta trampa”, ha sido una
necesidad innegociable cambiar de registro y otorgarme un respiro como lectora.
Novelas como la “Bibliotecaria” son bálsamo para compensar la tensión vivida
con los títulos anteriores. Una historia que me ha proporcionado un viaje a
través de la literatura, un repaso de libros y autores con los que en algún
momento de la mi vida disfruté y de muchos de los cuales ya casi no me
acordaba. Un homenaje a las bibliotecas y a
los bibliotecarios imprescindibles en cualquier sociedad y comunidad que valore
el legado de una buena cultura y la influencia de un mismo libro a lo largo de
diferentes generaciones. Tenemos el deber, el deber
moral, de asegurarnos de que no alimentamos sólo el estómago sino también
nuestra imaginación. El poder de los libros para formar como personajes y la
influencia de estos en nuestras vidas, es un mensaje que se respira en todas la
páginas de esta sencilla novela.
“En 1958, la joven
Sylvia Blackwell se muda a un pequeño pueblo del centro de Inglaterra para
empezar su nuevo trabajo como bibliotecaria. Pero
en este pueblo aparentemente acogedor, las apariencias engañan. Sylvia se
enamora del médico del lugar, pero es su conexión con su precoz hija y con el
hijo de sus vecinos lo que cambiará su vida y pondrá en peligro a la biblioteca
y a su trabajo.
¿Cómo altera la biblioteca la vida de los niños y qué consecuencias tendrán en sus vidas los libros que Sylvia escoge para ellos”?.
¿Cómo altera la biblioteca la vida de los niños y qué consecuencias tendrán en sus vidas los libros que Sylvia escoge para ellos”?.
Está estructurada en dos partes, la primera es la
más extensa, con su inicio, nudo y desenlace. Y podría haber terminado ahí.
Pero no, luego hay una segunda parte, muy corta, que da un salto en el tiempo,
y que es un viaje interior al pasado, a los recuerdos de alguno de los
personajes, al poso que les dejó una bibliotecaria y su amor por los libros,
durante su infancia. Convirtiéndose este segundo final en la esencia de la
novela.
Pero el relato no solo trata de libros,
bibliotecas, lectura y bibliotecarios, sino también de la vida, sobre todo, del
día a día de una joven de 24 años, Sylvia, que llega a una pequeña población
inglesa en 1958, y tiene que adaptarse al nuevo pueblo, a sus gentes, a la
relación con sus vecinos, con los que se lleva mejor o peor. Y ella que desde
pequeña había encontrado refugio en los libros debido a la poca relación que
tenía con sus padres, y a la buena influencia de su bibliotecaria, quiso
transmitir a los niños del lugar esa pasión. Pero se encontró con una sociedad
tradicional, algo cerrada, que no estaba abierta a cambios y novedades. Lo que
le supuso no menos que algunas dificultades y algunas decisiones que le
cambiarían el rumbo de su vida.
El resto de personajes representan bastante bien la
variada sociedad de la época. Y cada uno tiene su pequeño o gran papel dentro
del relato. Con el protagonismo especial de los niños y su natural curiosidad,
acompañada de su inocencia y su paso hacia la adolescencia.
El tono bucólico y casi costumbrista muy propio de las novelas inglesas
está en cada página. La trama es muy fácil de
seguir, de ahí la sencillez de su lectura.
Escrita con ritmo pausado, recreándose en el ambiente, con descripciones
que resaltan su prosa sencilla y que ayudan a poder hacernos una idea de la
composición a modo de lienzo de las intrigas, falsedades, chismes y situaciones
que se viven en la mayor parte de localidades de reducidas dimensiones.
La narración es amable y cercana. No es una historia que tenga mucha
complejidad argumental ni tensión. De hecho tarda bastante en presentarse el
nudo de la historia mientras que hasta entonces la autora se centra en cómo se
relacionan los personajes entre sí y en que vayamos conociendo sus vidas. Cada
uno tendrá su carácter propio.
La bibliotecaria es una novela de personajes en la
que sus pequeñas historias son la verdadera alma de la novela. Historias
corrientes y mundanas que nos hablan de la forma de ser y de pensar de un
lugar, de un pequeño pueblo rural donde todo el mundo se conoce y donde las
noticias y rumores corren como la pólvora.
Lo que está claro es que a lo largo de todas y cada una de las páginas
del libro se respira el amor por las historias inolvidables, que marcan, y el afán
de Sylvia por dar a todos los jóvenes que accedan a la biblioteca como una
oportunidad para cambiar sus vidas. Me parece un golpe de efecto precioso las
ultimas cien páginas, en las que la autora se ratifica en el mensaje de que los
libros ayudan a avanzar, suponen un refugio y sobre todo, las personas que
están a tu lado en todo ese crecimiento son las que permiten que salgas
adelante.
En definitiva, La bibliotecaria es una historia de lectura tranquila y
sosegada que se disfruta y responde a la elección de libros que nos aporten
descanso en las tórridas tardes de verano; no está exenta de mensaje, al final de la misma, comprendes muchas más
cosas que atañen al ser humano y la forma en que se relaciona con los demás.
“Los bibliotecarios no son los únicos que tienen
favoritos entre su clientela, pero el amor compartido por la lectura constituye
un vínculo especialmente poderoso”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario