miércoles, 24 de junio de 2020

La bibliotecaria, Salley Vickers


Tras las lecturas potentes de “El enigma de la habitación 622”, “La Nena” y “La sexta trampa”, ha sido una necesidad innegociable cambiar de registro y otorgarme un respiro como lectora. Novelas como la “Bibliotecaria” son bálsamo para compensar la tensión vivida con los títulos anteriores. Una historia que me ha proporcionado un viaje a través de la literatura, un repaso de libros y autores con los que en algún momento de la mi vida disfruté y de muchos de los cuales ya casi no me acordaba. Un homenaje a las bibliotecas y a los bibliotecarios imprescindibles en cualquier sociedad y comunidad que valore el legado de una buena cultura y la influencia de un mismo libro a lo largo de diferentes generaciones. Tenemos el deber, el deber moral, de asegurarnos de que no alimentamos sólo el estómago sino también nuestra imaginación. El poder de los libros para formar como personajes y la influencia de estos en nuestras vidas, es un mensaje que se respira en todas la páginas de esta sencilla novela.

“En 1958, la joven Sylvia Blackwell se muda a un pequeño pueblo del centro de Inglaterra para empezar su nuevo trabajo como bibliotecaria. Pero en este pueblo aparentemente acogedor, las apariencias engañan. Sylvia se enamora del médico del lugar, pero es su conexión con su precoz hija y con el hijo de sus vecinos lo que cambiará su vida y pondrá en peligro a la biblioteca y a su trabajo.
¿Cómo altera la biblioteca la vida de los niños y qué consecuencias tendrán en sus vidas los libros que Sylvia escoge para ellos”?.

Está estructurada en dos partes, la primera es la más extensa, con su inicio, nudo y desenlace. Y podría haber terminado ahí. Pero no, luego hay una segunda parte, muy corta, que da un salto en el tiempo, y que es un viaje interior al pasado, a los recuerdos de alguno de los personajes, al poso que les dejó una bibliotecaria y su amor por los libros, durante su infancia. Convirtiéndose este segundo final en la esencia de la novela.
Pero el relato no solo trata de libros, bibliotecas, lectura y bibliotecarios, sino también de la vida, sobre todo, del día a día de una joven de 24 años, Sylvia, que llega a una pequeña población inglesa en 1958, y tiene que adaptarse al nuevo pueblo, a sus gentes, a la relación con sus vecinos, con los que se lleva mejor o peor. Y ella que desde pequeña había encontrado refugio en los libros debido a la poca relación que tenía con sus padres, y a la buena influencia de su bibliotecaria, quiso transmitir a los niños del lugar esa pasión. Pero se encontró con una sociedad tradicional, algo cerrada, que no estaba abierta a cambios y novedades. Lo que le supuso no menos que algunas dificultades y algunas decisiones que le cambiarían el rumbo de su vida.
El resto de personajes representan bastante bien la variada sociedad de la época. Y cada uno tiene su pequeño o gran papel dentro del relato. Con el protagonismo especial de los niños y su natural curiosidad, acompañada de su inocencia y su paso hacia la adolescencia.
El tono bucólico y casi costumbrista muy propio de las novelas inglesas está en cada página. La trama es muy fácil de seguir, de ahí la sencillez de su lectura.
Escrita con ritmo pausado, recreándose en el ambiente, con descripciones que resaltan su prosa sencilla y que ayudan a poder hacernos una idea de la composición a modo de lienzo de las intrigas, falsedades, chismes y situaciones que se viven en la mayor parte de localidades de reducidas dimensiones.
La narración es amable y cercana. No es una historia que tenga mucha complejidad argumental ni tensión. De hecho tarda bastante en presentarse el nudo de la historia mientras que hasta entonces la autora se centra en cómo se relacionan los personajes entre sí y en que vayamos conociendo sus vidas. Cada uno tendrá su carácter propio.
La bibliotecaria es una novela de personajes en la que sus pequeñas historias son la verdadera alma de la novela. Historias corrientes y mundanas que nos hablan de la forma de ser y de pensar de un lugar, de un pequeño pueblo rural donde todo el mundo se conoce y donde las noticias y rumores corren como la pólvora.
Lo que está claro es que a lo largo de todas y cada una de las páginas del libro se respira el amor por las historias inolvidables, que marcan, y el afán de Sylvia por dar a todos los jóvenes que accedan a la biblioteca como una oportunidad para cambiar sus vidas. Me parece un golpe de efecto precioso las ultimas cien páginas, en las que la autora se ratifica en el mensaje de que los libros ayudan a avanzar, suponen un refugio y sobre todo, las personas que están a tu lado en todo ese crecimiento son las que permiten que salgas adelante.
En definitiva, La bibliotecaria es una historia de lectura tranquila y sosegada que se disfruta y responde a la elección de libros que nos aporten descanso en las tórridas tardes de verano; no está exenta de mensaje,  al final de la misma, comprendes muchas más cosas que atañen al ser humano y la forma en que se relaciona con los demás.

“Los bibliotecarios no son los únicos que tienen favoritos entre su clientela, pero el amor compartido por la lectura constituye un vínculo especialmente poderoso”.

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