domingo, 4 de agosto de 2019

Hacia la belleza, David Foenkinos


El hecho de leer tanto y contar con poco tiempo supone un desafío a la hora de llevar al día el blog en el que comento mis lecturas; es por eso que faltando a mi costumbre de no copiar sinopsis de los libros, me veo obligada a utilizarlas al menos hasta que consiga acortar el número de comentarios pendientes.

“Antoine Duris es profesor en la Academia de Bellas Artes de Lyon, pero, de un día para otro, decide dejarlo todo para convertirse en un guarda del Museo de Orsay; en concreto, de la sala que alberga el retrato de Jeanne Hebuterne, de Modigliani. Mathilde, su jefa en el museo, se encuentra tan perpleja como atraída por su extraña personalidad y el enigma de su vida. Algo terrible le ha sucedido, pero ¿qué? De momento, para sobrevivir, Antoine solo ha encontrado un remedio: dirigirse hacia la belleza”.

El autor de “La Delicadeza” y otras tantas novelas me ha sorprendido con una historia en la que se recogen a su vez pequeñas historias, que sin relación aparente forman parte de una misma trama. Me pareció que la portada, el autor y la sinopsis eran razones suficiente para leerla y no me equivoqué.
Por mucho que se lea a David Foenkinos, él siempre sorprende. Dos personajes absorben el protagonismo del relato, sus vidas aparecen ante nosotros a través de las pinceladas del escritor, quien trazo a trazo dibuja un retrato exhaustivo de la pareja formada por el ex profesor y la estudiante de bellas artes, todo bajo el escenario del Museo Orsay de París que sirve entre otros ambientes a dar vida a este original libro.
La novela está construida por partes y ensambladas a medida que avanza el argumento. Ambos personajes no están solos, se acompañan de secundarios que redondean este ejercicio de buceo en los sentimientos y en el análisis de las diferentes formas de enfrentarse a las experiencias de sus melancólicas vidas.
Al principio David juega al despiste, el inicio es anecdótico y divertido y de momento pasa a una narración dramática y triste que lo mueve en unos registros continuos que van de las luces a las sombras, de la amargura a la dulzura, de la noche al día.
Con una prosa sencilla y fluida este genio de la literatura contemporánea navega entre la más cruda realidad y la imaginación extrema, nos muestra un homenaje a la pintura y sus obras y a los artistas en general, defendiendo que solo en la belleza y en la sensibilidad está el poder sanador de las almas.
Lo que inicialmente parece una anécdota extravagante, incluso algo simpática, irá desvelándose como una terrible encrucijada existencial cuando vaya desvelándose que, tras la extraña actitud de Duris, se esconde una dolorosa ruptura sentimental entremezclada con la muerte de Camille, una joven estudiante de Bellas Artes con un talento desbordante que vivió abatida por la depresión y un episodio traumático que terminó sumiéndola aún más en la oscuridad.

Si tuviera que resumir el argumento de esta novela diría que es la historia de dos personajes lastimados en sus vidas que deambulan sin rumbo intentando sobrevivir aferrándose al arte y a la belleza para poder superar sus batallas personales, con un final catártico pero justificado.
No puedo dejar de recomendarla, creo que en el fondo existe un tema vital que son las relaciones humanas y os aviso que no os dejará indiferente. Os gustará.

“Mira dos veces para ver lo justo. No mires más que una vez para ver lo bello”.

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