El hecho de leer tanto y contar con
poco tiempo supone un desafío a la hora de llevar al día el blog en el que
comento mis lecturas; es por eso que faltando a mi costumbre de no copiar
sinopsis de los libros, me veo obligada a utilizarlas al menos hasta que
consiga acortar el número de comentarios pendientes.
“Antoine
Duris es profesor en la Academia de Bellas Artes de Lyon, pero, de un día para
otro, decide dejarlo todo para convertirse en un guarda del Museo de Orsay; en
concreto, de la sala que alberga el retrato de Jeanne Hebuterne, de Modigliani.
Mathilde, su jefa en el museo, se encuentra tan perpleja como atraída por su
extraña personalidad y el enigma de su vida. Algo terrible le ha sucedido, pero
¿qué? De momento, para sobrevivir, Antoine solo ha encontrado un remedio:
dirigirse hacia la belleza”.
El autor de “La Delicadeza” y otras tantas novelas me ha
sorprendido con una historia en la que se recogen a su vez pequeñas historias,
que sin relación aparente forman parte de una misma trama. Me pareció que la
portada, el autor y la sinopsis eran razones suficiente para leerla y no me
equivoqué.
Por mucho que se lea a David Foenkinos, él siempre sorprende.
Dos personajes absorben el protagonismo del relato, sus vidas aparecen ante
nosotros a través de las pinceladas del escritor, quien trazo a trazo dibuja un
retrato exhaustivo de la pareja formada por el ex profesor y la estudiante de
bellas artes, todo bajo el escenario del Museo Orsay de París que sirve entre
otros ambientes a dar vida a este original libro.
La novela está construida por partes y ensambladas a medida
que avanza el argumento. Ambos personajes no están solos, se acompañan de
secundarios que redondean este ejercicio de buceo en los sentimientos y en el
análisis de las diferentes formas de enfrentarse a las experiencias de sus
melancólicas vidas.
Al principio David juega al despiste, el inicio es anecdótico
y divertido y de momento pasa a una narración dramática y triste que lo mueve
en unos registros continuos que van de las luces a las sombras, de la amargura
a la dulzura, de la noche al día.
Con una prosa sencilla y fluida este genio de la literatura
contemporánea navega entre la más cruda realidad y la imaginación extrema, nos
muestra un homenaje a la pintura y sus obras y a los artistas en general,
defendiendo que solo en la belleza y en la sensibilidad está el poder sanador
de las almas.
Lo que inicialmente parece una anécdota extravagante, incluso algo
simpática, irá desvelándose como una terrible encrucijada existencial cuando
vaya desvelándose que, tras la extraña actitud de Duris, se esconde una
dolorosa ruptura sentimental entremezclada con la muerte de Camille, una joven
estudiante de Bellas Artes con un talento desbordante que vivió abatida por la
depresión y un episodio traumático que terminó sumiéndola aún más en la
oscuridad.
Si tuviera que resumir el argumento de esta novela diría que es la
historia de dos personajes lastimados en sus vidas que deambulan sin rumbo
intentando sobrevivir aferrándose al arte y a la belleza para poder superar sus
batallas personales, con un final catártico pero justificado.
No puedo dejar de recomendarla, creo que en el fondo existe un tema
vital que son las relaciones humanas y os aviso que no os dejará indiferente.
Os gustará.
“Mira dos veces para ver lo justo. No mires más que una vez para ver lo
bello”.
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