El
hecho de leer tanto y contar con poco tiempo supone un desafío a la hora de
llevar al día el blog en el que comento mis lecturas; es por eso que faltando a
mi costumbre de no copiar sinopsis de los libros, me veo obligada a utilizarlas
al menos hasta que consiga acortar el número de comentarios pendientes.
“Dieciocho meses y un día es el tiempo que Sabina Lamer, una
afamada pintora afincada en Peñíscola, lleva encerrada en el ático donde vive.
Sufre de una grave agorafobia, fruto del estrés postraumático que desarrolló
tras ser la única testigo del asesinato de su mejor amiga, en plena calle, a
manos de su ex marido.
Desde aquel momento, Sabina es incapaz de cruzar el umbral de la puerta de su casa, que también es su estudio, desde donde contempla el mar y las calles del casco antiguo de Peñíscola, ciudad que eligió para desarrollar su carrera profesional.
Está convencida de que cuando el asesino de su amiga, en prisión provisional a la espera de juicio, esté encerrado para siempre, será capaz de superar su angustia y podrá salir de casa, por fin, para volver a pintar el mar Mediterráneo que tanto ama y retomar su tranquila vida en aquel paraíso de la costa mediterránea.
Sin embargo, el presunto asesino queda en libertad y Sabina enloquece aún más entre las cuatro paredes de su estudio. A partir de ese momento, la obsesiva y recurrente idea de Sabina, es la de hacer justicia, desamparada como se siente por el sistema judicial, buscando la forma de vengar la muerte de su amiga, con la dificultad añadida de no poder salir de casa.
Para conseguirlo tendrá que enfrentarse a sí misma, a sus miedos, y a los condicionamientos que su encierro le plantean, convirtiendo su claustrofóbica vida en un medio para escapar de sí misma”.
Desde aquel momento, Sabina es incapaz de cruzar el umbral de la puerta de su casa, que también es su estudio, desde donde contempla el mar y las calles del casco antiguo de Peñíscola, ciudad que eligió para desarrollar su carrera profesional.
Está convencida de que cuando el asesino de su amiga, en prisión provisional a la espera de juicio, esté encerrado para siempre, será capaz de superar su angustia y podrá salir de casa, por fin, para volver a pintar el mar Mediterráneo que tanto ama y retomar su tranquila vida en aquel paraíso de la costa mediterránea.
Sin embargo, el presunto asesino queda en libertad y Sabina enloquece aún más entre las cuatro paredes de su estudio. A partir de ese momento, la obsesiva y recurrente idea de Sabina, es la de hacer justicia, desamparada como se siente por el sistema judicial, buscando la forma de vengar la muerte de su amiga, con la dificultad añadida de no poder salir de casa.
Para conseguirlo tendrá que enfrentarse a sí misma, a sus miedos, y a los condicionamientos que su encierro le plantean, convirtiendo su claustrofóbica vida en un medio para escapar de sí misma”.
Tras leer “La llave 104”, me interesé por la
autora alicantina y me enfrasqué en otras de su novela de sinopsis como poco
curiosa y prometedora. Lo que al principio imaginé como una novela
claustrofóbica y angustiosa, ha resultado ser entretenida y amena, además de
haberme permitido conocer desde otro punto de vista los efectos colaterales de
quienes están cerca de las víctimas de violencia de género.
Novela complicada de desarrollar con una trama
nada fácil de ampliar pero que Paz Castelló narra con extraordinaria habilidad.
Es muy arriesgado contar lo que le ocurre a Sabina entre cuatro paredes en un
momento traumático de su vida, un escenario que se completa con el repertorio
de descripciones de la ciudad de Peñíscola acerca de sus calles, monumentos,
historia y personajes ilustres, una bocanada de aire para el lector. Con
un argumento tan delicado como es la violencia de género y las fobias, la escritora
se atreve además con una serie de subtramas que aumentan este desafío al
carecer del entorno visual al que estamos acostumbrados en la ficción ya que
casi todo ocurre en el interior de su vivienda, algo sumamente difícil de
describir.
Comienza la novela con una dedicatoria
desgarradora dedicada a las mujeres asesinadas y sus familias y amigos. Es el
primer alegato de preocupación de la autora hacia los que sufren cerca de las
víctimas y en el caso de Sabina se detiene en los condicionamientos y
limitaciones que acarrea un trastorno como el de la agorafobia.
Narración fluida que destaca por los monólogos
y soliloquios de la protagonista a los que llega por la imposición de su
soledad; estos son interrumpidos por los diálogos con Lucas y Dimitri, la única
ayuda para mantener su precario equilibrio emocional.
Bien documentada en lo referente a los dos
temas sobre los que pivota la historia, gracias a esto nos invita a meternos en
la piel de quien ha perdido a su mejor amiga y a comprender sus emociones, el
deseo de justicia, sus miedos y el dilema de qué hacer con su vida.
No olvida Paz Castelló evidenciar la
incomprensión de la sociedad ante las enfermedades mentales, la falta de
empatía hacia los semejantes que padecen un trastorno psiquiátrico y la
facilidad con la que sí lo hacemos con cualquier dolencia física.
Es un personaje que trasmite desesperación e impotencia ante la
suerte de su amiga y la bonanza de su asesino que obtendrá la libertad en
breve. Es el detonante para que la novela nos regale un final imprevisible
En
honor a la verdad no todo me ha gustado de esta novela, las conversaciones de
Sabina consigo misma son excesivamente largas y repetitivas y frenan el ritmo
del libro, los finales abiertos me gustan menos que los que redondean una
lectura, aunque quiero ver una oportunidad para que cada uno lo cierre a su
gusto. Licencia de la escritora.
En
líneas generales se corresponde con las expectativas que tenía y no descarto
seguir leyendo novelas de esta particular escritora. Os gustará.
“Echar de
menos el pasado es como correr detrás del viento.”
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