miércoles, 21 de junio de 2017

Espérame en la última página, Sofía Rhei

Cuando se cruzó “Espérame en la última página” delante de mis ojos, quedé enamorada por la belleza y colorido de su portada. Eso no fue nada comparado con la alegría que me proporcionó la sinopsis de una novela que aunque tuviera tildes de romántica, me trasmitió un sentimiento que se acercaba a una crítica hacia el amor mal entendido y dependiente, más que a una historia de amor de esas que no se olvidan. Me atrevería a describirla como un manual contra las relaciones equivocadas tan frecuentes en nuestra sociedad actual. Aún así, el binomio que se crea entre “amor” y “literatura”, preside esta narración que me han provocado muchas reflexiones y no pocas reacciones curiosas.
Silvia está a punto de cumplir cuarenta años y vive en París. Es la amante de Alain, un hombre casado que cada noche le cuenta la misma historia para retenerla; ella, a pesar de saber que ese cuento no es cierto, cae una y otra vez en la tentación de creerle. Su mejor amiga la convence para que visite a un entusiasta y enigmático consejero capaz de curar a través de la literatura. Gracias a autores como Oscar Wilde, Italo CalvinoGustave FlaubertTerry Pratchett o Mary Shelley , Silvia aprenderá valiosas lecciones, que de poco servirán cuando Alain reaparezca y disuelva lo que ella había construido: «Me equivoqué. Te necesito, no sabes cuánto». Y ella volverá a caer en sus redes como una polilla en una lámpara de camping”.
Sofía Rhei, no puede haber estado más acertada en el planteamiento de la trama, “los libros tienen efectos curativos”, su poder sanador es incuestionable, ambientada en París, narra la relación tóxica entre Silvia y Alain abocada al fracaso desde sus inicios. Puede parecer que el romanticismo se va a llevar “la palma” del relato y aunque no es menos cierto que eclipsa por momentos el protagonismo de los libros, no es así, el verdadero hilo argumental es la terapia que suponen los libros en vidas como la de Silvia.
Hasta hoy puedo decir que son la medicina perfecta para cualquier salud resentida, el bálsamo para heridas emocionales y el oxígeno que permite respirar en momentos de asfixia. Con un estilo sencillo y elegante, a través de capítulos cortos titulados con el nombre de una canción y su intérprete; Sofía construye unos personajes bien perfilados con papeles definidos para el cometido que les ha dado en su historia. Todos son reales, nos rodean en nuestro día a día, podríamos ponerles nombres y caras, son sin duda de aplastante actualidad, por eso resulta ameno y entretenido conocerlos con sus cualidades y defectos tan familiares para el lector.
El personaje que más evoluciona a lo largo de la novela es Silvia, se trasforma y construye una nueva identidad gracias a la influencia de Mousieur OFlaherte, el consejero literario que le aporta la visión de un mundo desconocido para ella. Seis libros se recetan para curar el mal derivado de la relación tormentosa que vive nuestra ingenua y enamorada protagonista, todos elegidos de forma espontánea por la autora, por lo que no se descarta cierta influencia biográfica en estas vivencias. Ambos acaparan la mayor parte de la narración, pero a modo de pequeña crítica, las idas y venidas de los amantes acaban desplazando ese paseo entre libros y autores que podía haberse explotado con más intensidad.
Recomendada por que se disfruta y es muy agradable leerla; la narración está repleta de frases y reflexiones bonitas que son de un acierto incuestionable, no es sensiblera ni romántica, es un aviso de alerta para quienes se encuentran en espirales que no conducen sino a la destrucción. Engancharnos a ella es un arte que ha sabido manejar esta escritora madrileña, la verdad que hablar de libros a través de un equilibrio entre diálogos y narración, con dosis de humor y hasta de misterio, hace que libros como este demuestren que “nuestro gusto por el placer de la lectura dice mucho de nosotros”.
“La vida proporciona con frecuencia inicios fascinantes, posibles principios de historias terriblemente prometedoras, pero muy pocos de esos principios tendrán un desarrollo y, mucho menos, un final a su altura”.

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