Jaume Cabré, es uno de mis escritores preferidos, tras seis años de silencio, aparece con un libro de relatos que me han quedado maravillada como siempre es habitual en él. Su estilo narrativo es impecable, ya en “Las voces del Pamano” y “Yo confieso”, pude comprobar el magnífico dominio de la lengua y la escritura de este genio de las letras españolas contemporáneas.
“Un niño miedoso que se rebela contra la tiranía de su maestro, un asesino
que se confiesa ante su próxima víctima, un ladrón absorbido por el cuadro que
acaba de robar, un escritor que amenaza a su editor con suicidarse, un anciano
que pasea por los escenarios donde luchó durante la guerra…”.
La brevedad de la
sinopsis hace referencia a los trece relatos que en realidad muestran trece
historias que tocan lo más sensible de nosotros, que a pesar de su
independencia, se entrelazan y sin ningún pudor llaman a las puertas los unos
de los otros, visitándose y compartiendo fantasías y realidades de sus
protagonistas. Una curiosidad que me ha llamado la atención, todos son hombres,
ninguna dama aparece en escena dando vida a estas narraciones con aires de thriller
maquilladas de original sensibilidad.
Así lo que podían ser
experiencias aisladas toman perfil de bloque, haciendo de esta “penumbra” un
hilo conductor alrededor del que una serie de malhechores y criminales viven al
margen de la ley, perseguidos y torturados por su destino, marcados por la
huella de la maldad, la misma que les hizo atravesar líneas de no retorno.
Cuando yo era
estudiante de literatura, me enseñaron
que escribir relatos era una de los desafíos más osados de trabajar, la
brevedad era un hándicap ya que no hay ni tiempo ni espacio para errores, no
existen posibilidades de perderse ni divagar y mucho menos oportunidad para
alejarse de la trama, el éxito está en concretar, en ajustarse al deseo de
quien cuenta y en aquello que desea trasmitir. Jaume es un “máquina” de los
relatos, su capacidad creativa y su dominio a la hora de gestionar todos estos
obstáculos es sencillamente admirable, por si fuera poco no escatima en toques
de humor y alardes de fantasía que ya son parte de su identidad.
En trescientas páginas
nos ha deleitado con algunos relatos que daban para novelas por sí solos, con
personajes muy dispares que protagonizaban monólogos y diálogos de igual
intensidad y que le han sido muy útil para hablar de una maldad que interpreta
como natural y ordinaria, desdramatizando el perfil despreciables de estos
seres, a los que nos toca por expreso deseo del autor juzgar nosotros mismos.
No he tocado el tema de
su portada pero llegados a este punto me parece que los aires renacentistas de
este rostro y esta mirada, me proporcionan la ocasión para hablar de las
extraordinarias referencias al arte, la literatura, la pintura y la música, que
son excusas y herramientas de Jaume para construir el argumento de algunos de
sus relatos; personajes que se quedan atrapados en los cuadros hasta llegar a
ser parte de la obra, eso sin olvidar dos de estas treces narraciones dedicadas
a la “Memoria Histórica”, ambos impresionantes por la atmósfera opresiva y el
terror que emanan, pero inolvidables sin lugar a dudas.
Esta joya que
recomiendo porque la reseña es una prueba de ello, se cierra con un epílogo a
modo de regalo del escritor donde desvela los orígenes y las entrañas más
viscerales de estas “penumbras” donde la oscuridad se empareja con la rabia y
la ironía se encadena al juego y la fatalidad. Os gustará… y mucho.
“Uno cambia por
dos razones, aprendió demasiado o sufrió lo suficiente”.
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