sábado, 4 de febrero de 2017

Las voces bajas, Manuel Rivas

Toca comentar una obra escrita de manera autobiográfica por Manuel Rivas, el autor del “Lápiz del carpintero” y “Los libros arden mal” entre otras muchas producciones; en esta ocasión nos ofrece el desmenuzamiento de sus recuerdos desde la infancia a la madurez, y lo hace echando mano de la imaginación y gracias a una memoria sin límites.
“Las voces bajas es la novela de la vida. Son las voces de los niños, las mujeres que hablan solas, los emigrantes, los muertos, los animales... Las voces de los que no quieren dominar y se alimentan de palabras y cuentos.» Desde la primera página, late algo singular en Las voces bajas. Escrita al modo de una autobiografía, todo parece verdad y todo, imaginación. Es el efecto de una novela de la memoria encendida. El libro arranca en una geografía real donde la mirada de la infancia va descubriendo, con una mezcla de miedo, estupor y maravilla, lo que de extraordinario hay en la existencia de la gente corriente. Con el hilo conductor de María, la hermana mayor, magnética, la muchacha anarquista que siempre abría camino, esta novela es una construcción de humor y dolor, donde las palabras pelean y se abrazan con la vida. Al leer esta obra, un ojo llora y otro ríe. «No sabemos bien lo que la literatura es, pero sí que detectamos la boca de la literatura. Tiene la forma de un rumor. De un murmullo. Puede ser escandalosa, incontinente, enigmática, malhablada, balbuciente. Yo conocí muy pronto esa boca. En aquel momento era, ni más ni menos, la boca de mi madre hablando sola”.
El resultado es un diario sentimental con una prosa muy de su estilo que acaba derivando en un retrato humano. Mezcla de risa y llanto, con cierto humor, narrada en primera persona por el autor y contada en “voz baja” por su madre. Son veintidós capítulos de duración breve, con títulos que nos  ponen en antecedente de su contenido, recreados en Galicia nos va narrando sus vivencias en aquellos tiempos difíciles de la Posguerra y el Franquismo, con enormes dosis de nostalgia y “morriña” por las costumbres y lo que para Manuel es lo puramente tradicional.
Estructura muy simple que se mantiene en las doscientas páginas de hechos y acontecimientos que acaban siendo la historia de supervivencia de su madre y de su entorno. Escrita en gallego y traducida con posterioridad. Es un buen estudio de Galicia y hay muchas vivencias que no le he encontrado sentido, tengo la sensación de que son momentos fácilmente reconocibles por quienes le conocen, de ahí las barreras de los relatos autobiográficos, nos quedan “fuera de juego”.
Reconozco que “El lápiz del carpintero” me enamoró y a pesar de lo caótico del planteamiento de estas memorias, me gusta que no lleve un orden rígido y que cuente lo que ocurrió tal como la mente lo selecciona; pero sin duda me quedo con ese carpintero con el lápiz en la oreja, una joya del Rivas.
Recomendada pero con reticencias. Probad y lo sabréis.

“No te voy a mentir diciendo que todo esto va a mejorar, porque se va a poner peor antes de que mejore”.

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