domingo, 12 de febrero de 2017

El corazón es un cazador solitario, Carson McCullers


Es la segunda novela de Carson McCullers que leo, la primera llevaba el curioso  título de “Reloj sin manecillas” y recuerdo que la forma de escribir de esta escritora me resultó bastante original y curiosa. Su producción literaria ha sido recuperada por Seix Barrall en el 2002, y tras una rentable campaña de promoción, hemos descubierto a una de las grandes representantes de la narrativa americana.
“El corazón es un cazador solitario” fue escrita en 1940, contaba entonces Carson McCullers con veintitrés años y con ella inauguró su prometedora carrera, con un estilo sencillo y claro que la acompañó en toda su producción literaria.
Descubrí esta novela gracias a las recomendaciones de una compañera de trabajo, habiendo leído la anterior no me costó decidirme esperando encontrarme un relato potente e inolvidable. No tengo claro el resumen o sinopsis, cuando investigué acerca de la personalidad de la autora me quedé con algunos datos que posteriormente he creído reconocer en su novela, de manera que no descartó las pinceladas autobiográficas de la misma. A lo largo de casi cuatrocientas páginas, asistimos a una historia que cobra vida en una ciudad con ambiente sureño, protagonizada por cinco personajes solitarios que exponen sus vidas interiores y sus limitaciones para conseguir comunicarse. Todos comparten rasgos de soledad, marginación y rechazo social; y todos se exponen igualmente a la luz del mundo y de cuanto les rodea de forma descarnada, tras un enorme esfuerzo por exteriorizar cualquier emoción o sentimiento.
Resulta una mezcla de realismo y humanidad, con una trama de situaciones que nacen en la más evidente cotidianeidad a través del retrato intimista de personajes humildes pero con altas dosis de dignidad. Sin duda lo más llamativo es la arquitectura de cada personaje realizado con esmero e inteligencia. Lo variopinto de esta galería abarca desde un médico de color, un sordomudo, el borracho, el dueño del bar hasta la adolescente que encarna las cuestiones de problemática de género de máxima actualidad. Cada uno de ellos representa un valor diferente, pero sin duda es el exponente de una oda a la amistad sin condiciones. Es Singer, el sordomudo el que paradójicamente hace de nexo en un relato donde las barreras de la incomunicación son todo un desafío.
Recomiendo su lectura aunque reconozco que el ritmo es algo lento, pero igualmente descubres que sus temas de fondo son atemporales, no caducan, suceden en los años cuarenta y no han perdido actualidad. Escrita con simpleza y vocabulario asequible y sencillo, sin duda una historia de vidas ajenas bien contada, profunda y emotiva.  

“La fuerza de un guerrero depende del tamaño de su corazón”.

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