Nunca
se sabe que es lo que realmente te atrae de un libro más allá de su
portada. Unas veces el autor te cautiva, otras el título y en la
mayoría de las ocasiones, es el argumento el que determina la
elección final. No había oído hablar de esta escritora y
periodista colombiana y respecto al título, no podía ser más
breve; ahora bien, al leer el argumento me llamó poderosamente la
atención, que el eje conductor de esta novela fuera uno de los
cuadros más enigmáticos de la Historia del Arte, “El jardín
de las Delicias” de El Bosco..., toda una joya pictórica
que podemos admirar en el Museo del Prado de Madrid. Poco más
necesitaba para ponerlo en la lista de lecturas pendientes, aunque
confieso que me ha costado trabajo leerlo por el lenguaje nativo de
la escritora y por una extraña manera de narrar abusando de frases
muy cortas y continuos puntos y seguidos a los que casi no estoy
acostumbrada.
Es
difícil exponer el argumento de “Pecado”, se puede
decir que es en una serie de relatos en la que varios personajes
transgresores exhiben sus crímenes y como un personaje estelar, el
“mal” se convierte en la estrella de todos ellos.
El
título, los siete relatos principales y el cuadro tienen relación
porque el “Jardín de las Delicias” es la
exposición de un universo terrorífico entre lo real y lo onírico .
Al igual que en este, todos los personajes han de comparecer y
someterse al único juez que podrá indultarlos: el observador de la
pintura y el lector de la novela.
Desde
las primeras páginas tuve serias dificultades para comprender la
estructura narrativa de la obra, confieso que busqué en la biografía
de la autora y ahí descubrí que el planteamiento era igual que el
tríptico que había tomado como referencia. Tres parte, la primera un
preámbulo, la central los relatos y la tercera y última un epílogo.
Así la idea de nexo entorno a la pintura quedaba reforzada.
No
puedo decir qué relato me ha gustado más, si de verdad son reales,
la atrocidad de los mismos supera la imaginación de cualquier
escritor. Adúlteros, asesinos, descuartizadores, voyeuristas,
incestos..., cada cual dueño de su propio delito conformando un
panorama melodramático presidido por la tentación, el deseo y el
“Pecado”.
Se
pueden leer de forma aislada, los temas son espeluznantes pero
cotidianos, incluso me he transportado a esos ambientes de los narcos
y violencia social institucionalizada del país de origen de Laura
Restrepo, de la que ya poco nos queda por conocer.
Lo
más curioso de la lectura es el dilema moral que acompaña a todas y
cada una de estas brutales historias, muchas veces es difícil
delimitar la culpa y por tanto conceder el perdón; la escritora nos
invita a una reflexión desafiante y a reconocer que hemos hecho de
la tragedia un compañero más de viaje al que ignoramos con nuestra
implacable indiferencia.
“¿De
verdad son culpables todos los pecadores?” .
Si buscáis
una lectura diferente os gustará y como recomendación, el relato
que no os guste, pasad a otro, pero luego no olvidéis que lo tenéis
pendiente.
La
creencia en una fuente sobrenatural del mal no es necesaria, el
hombre por si mismo es muy capaz de cualquier maldad”.
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