Gracias
a las visitas que hago a otros blogs de lectura, encuentro títulos
tan sugerentes como el de “Lisario o el placer íntimo de las
mujeres”, título por cierto que no me dejó indiferente.
Últimamente, anuncio las lecturas en las que me embarco y
curiosamente una amiga me dijo que no quedó muy contenta con esta
novela de la italiana Antonella Cilento, finalista a uno de esos
premios que tanto abundan en el campo de las letras. Aún así, no me
desanimé y lo he leído y la verdad que me ha parecido entretenido,
curioso, con sus más y sus menos, pero recomendable en líneas
generales.
Nápoles,
siglo XVII. Lisario Morales es una joven súbdita de noble cuna del
Virreinato español. Muda desde la infancia a causa de una torpe
intervención quirúrgica, lee a escondidas a Cervantes y escribe
cartas a la Virgen para aliviar la soledad de su silencio. Solo es
una niña cuando sus padres le proponen que se case con un anciano de
aspecto repulsivo: para substraerse a la obligación, Lisario decide
dormirse y no volver a despertar. Tras muchas oraciones, la familia
Morales busca la ayuda de Avicente Iguelmano, un médico catalán que
llega a Nápoles para reconstruir su reputación. A través de una
terapia tan ilícita como secreta, Avicente cura a Lisario, a quien
en agradecimiento su padre entrega como esposa. Pero el amor del
joven médico va acompañado de una curiosidad sin límites y una
obsesión por el misterio del voluptuoso placer femenino y su
incontrolable energía liberadora.
Esto
de la joven dormida a modo de boicot ante un casamiento no deseado,
me ha parecido uno de los desafíos más “relajantes”
y aparentes de cuantos se
pueda uno imaginar; Lisario, a lo “Bella Durmiente”,
decide que mejor “dormir sola que mal acompañada”,
lo que no imaginaba era que el príncipe que la despertaría, no lo
haría con un beso ni bajo la promesa de amor eterno, sino con
oscuros y retorcidos propósitos.
Dentro
de la narrativa erótica o erotismo literario, que nadie espere
ninguna “Sombra de Grey”
ni nada por el estilo, aquí lo pornográfico no está presente, y
eso que debo confesar que no la he leído, pero me fío de las
alegrías que ha dado a más de una fémina, cosa que me agrada
infinitamente. La trama y el argumento de la novela es simple en su
estructura, no hay misterios por descubrir, todo está explícito
desde el principio y por supuesto hay escenas fuertes, “subiditas
de tono” y hasta crueles
llegadas al caso, de ahí que hasta el calificativo de “erótico”,
sea cuestionable.
Me
enganchó desde el principio la actitud valiente de Lisario, los
secretos que esconde se van descubriendo poco a poco y no voy a
desvelar ninguno; cada uno de ellos ayudan a perfilar una época en
la cual las mujeres estaban privadas de casi todo y no solo del
placer de gozar del sexo, sino de leer, escribir, conversar y ser una
parte activa de una sociedad convulsa y complicada como la del siglo
XVII, en un lugar de Europa situado en el virreinato español de la
República de Nápoles.
Huelga
decir que la ambientación tiene un alto contenido histórico y que
nuestra escritora napolitana nos pasea por este marco de la mano de
sus personajes, consiguiendo un retrato de la sociedad y del poder
sexual femenino, gracias al pulso que esta joven “adormecida”
le echa al orden establecido, tanto que llega a ponerlo en tela de
juicio.
En
ningún momento me he planteado abandonarla, es entretenida, irónica,
con toques de humor y criticas directas; su estructura es algo
desordenada, pero llama la atención la alternancia de capítulos con
abundancia de diálogos y las cartas a modo de consultorio
sentimental en plan monólogos, de Lisario con la Virgen María...,
curioso y original. En ocasiones parece una obra de teatro, no en
vano nuestra adelantada joven es seguidora de las novelas
cervantinas, que junto a las ya citadas cartas, actúan de válvula
de escape a sus reprimidas ambiciones impropias para una mujer de su
época.
Cualquiera
de las escenas de alta carga sexual y sensual, me han gustado por la
naturalidad y elegancia con las que son tratadas y narradas, la única
pega que le pongo, es el lenguaje rebuscado y antiguo que a veces
despista y hace perder la verdadera intención de lo contado.
Antonella
Cilento, no olvida el peso de la religión y los cambios que vive
Europa en este siglo, le dedica un homenaje a Cervantes, hace guiños
constantes a los pintores flamencos, a la cultura y a las costumbres
de estos años, y lo hace a través de sus personajes que para mí
han quedado un poco en “pañales”,
algo superficiales y poco explotados a nivel psicológico..., pero yo
no soy una experta, aunque me hubiera gustado un poco más de ellos.
La
recomiendo porque a nadie le va a extrañar que en cualquier momento
de la Humanidad, han existido mujeres adelantadas a su época, porque
el placer no es patrimonio masculino, además de ser agradable ver
como el “sexo” débil, se saca partido en la intimidad y disfruta con eso y con otros
placeres como la lectura y la escritura; y porque no hay que
escandalizarse de aquello que se nos muestra desprovisto de adornos y
bajo el manto de la naturalidad.
No
cuento nada de la historia entre el galeno y su durmiente, de sus
celos y obsesiones, mejor que cada cual opine, pero como siempre yo
le he dado mi particular opinión y de paso os dejo mi humilde
reseña; la elección es vuestra.
“Si
emociona pensarlo, imagina hacerlo, sonríe..., yo te invito”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario