sábado, 19 de noviembre de 2016

Lisario o el placer infinito de las mujeres, Antonella Cilento


Gracias a las visitas que hago a otros blogs de lectura, encuentro títulos tan sugerentes como el de “Lisario o el placer íntimo de las mujeres”, título por cierto que no me dejó indiferente. Últimamente, anuncio las lecturas en las que me embarco y curiosamente una amiga me dijo que no quedó muy contenta con esta novela de la italiana Antonella Cilento, finalista a uno de esos premios que tanto abundan en el campo de las letras. Aún así, no me desanimé y lo he leído y la verdad que me ha parecido entretenido, curioso, con sus más y sus menos, pero recomendable en líneas generales.
Nápoles, siglo XVII. Lisario Morales es una joven súbdita de noble cuna del Virreinato español. Muda desde la infancia a causa de una torpe intervención quirúrgica, lee a escondidas a Cervantes y escribe cartas a la Virgen para aliviar la soledad de su silencio. Solo es una niña cuando sus padres le proponen que se case con un anciano de aspecto repulsivo: para substraerse a la obligación, Lisario decide dormirse y no volver a despertar. Tras muchas oraciones, la familia Morales busca la ayuda de Avicente Iguelmano, un médico catalán que llega a Nápoles para reconstruir su reputación. A través de una terapia tan ilícita como secreta, Avicente cura a Lisario, a quien en agradecimiento su padre entrega como esposa. Pero el amor del joven médico va acompañado de una curiosidad sin límites y una obsesión por el misterio del voluptuoso placer femenino y su incontrolable energía liberadora.
Esto de la joven dormida a modo de boicot ante un casamiento no deseado, me ha parecido uno de los desafíos más “relajantes” y aparentes de cuantos se pueda uno imaginar; Lisario, a lo “Bella Durmiente”, decide que mejor “dormir sola que mal acompañada”, lo que no imaginaba era que el príncipe que la despertaría, no lo haría con un beso ni bajo la promesa de amor eterno, sino con oscuros y retorcidos propósitos.
Dentro de la narrativa erótica o erotismo literario, que nadie espere ninguna “Sombra de Grey” ni nada por el estilo, aquí lo pornográfico no está presente, y eso que debo confesar que no la he leído, pero me fío de las alegrías que ha dado a más de una fémina, cosa que me agrada infinitamente. La trama y el argumento de la novela es simple en su estructura, no hay misterios por descubrir, todo está explícito desde el principio y por supuesto hay escenas fuertes, “subiditas de tono” y hasta crueles llegadas al caso, de ahí que hasta el calificativo de “erótico”, sea cuestionable.
Me enganchó desde el principio la actitud valiente de Lisario, los secretos que esconde se van descubriendo poco a poco y no voy a desvelar ninguno; cada uno de ellos ayudan a perfilar una época en la cual las mujeres estaban privadas de casi todo y no solo del placer de gozar del sexo, sino de leer, escribir, conversar y ser una parte activa de una sociedad convulsa y complicada como la del siglo XVII, en un lugar de Europa situado en el virreinato español de la República de Nápoles.
Huelga decir que la ambientación tiene un alto contenido histórico y que nuestra escritora napolitana nos pasea por este marco de la mano de sus personajes, consiguiendo un retrato de la sociedad y del poder sexual femenino, gracias al pulso que esta joven “adormecida” le echa al orden establecido, tanto que llega a ponerlo en tela de juicio.
En ningún momento me he planteado abandonarla, es entretenida, irónica, con toques de humor y criticas directas; su estructura es algo desordenada, pero llama la atención la alternancia de capítulos con abundancia de diálogos y las cartas a modo de consultorio sentimental en plan monólogos, de Lisario con la Virgen María..., curioso y original. En ocasiones parece una obra de teatro, no en vano nuestra adelantada joven es seguidora de las novelas cervantinas, que junto a las ya citadas cartas, actúan de válvula de escape a sus reprimidas ambiciones impropias para una mujer de su época.
Cualquiera de las escenas de alta carga sexual y sensual, me han gustado por la naturalidad y elegancia con las que son tratadas y narradas, la única pega que le pongo, es el lenguaje rebuscado y antiguo que a veces despista y hace perder la verdadera intención de lo contado.
Antonella Cilento, no olvida el peso de la religión y los cambios que vive Europa en este siglo, le dedica un homenaje a Cervantes, hace guiños constantes a los pintores flamencos, a la cultura y a las costumbres de estos años, y lo hace a través de sus personajes que para mí han quedado un poco en “pañales”, algo superficiales y poco explotados a nivel psicológico..., pero yo no soy una experta, aunque me hubiera gustado un poco más de ellos.
La recomiendo porque a nadie le va a extrañar que en cualquier momento de la Humanidad, han existido mujeres adelantadas a su época, porque el placer no es patrimonio masculino, además de ser agradable ver como el “sexo” débil, se saca partido en la intimidad y disfruta con eso y con otros placeres como la lectura y la escritura; y porque no hay que escandalizarse de aquello que se nos muestra desprovisto de adornos y bajo el manto de la naturalidad.
No cuento nada de la historia entre el galeno y su durmiente, de sus celos y obsesiones, mejor que cada cual opine, pero como siempre yo le he dado mi particular opinión y de paso os dejo mi humilde reseña; la elección es vuestra.

Si emociona pensarlo, imagina hacerlo, sonríe..., yo te invito”.

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