En
esta ocasión, la recomendación ha llegado directamente de una
compañera de trabajo y amiga, de manera que como en ocasiones
anteriores voy a dedicarle esta reseña, me pidió que leyera la
novela de la autora de “El jilguero”, y según mi
humilde opinión, se lanzaría ella a la tarea de la nada
despreciable cifra de ochocientas páginas..., tengo mis serias dudas
de que lo haga, pero ahí va mi critica que afortunadamente coincide
con la de otros lectores.
La
vida no es fácil en un college de Nueva Inglaterra si eres un chico
modesto y falto de afecto que llega de California, y Richard Papen lo
sabe; por eso agradece que lo admitan en un pequeño grupo de cinco
estudiantes capitaneados por un profesor de literatura clásica con
mucho carisma y pocos escrúpulos. Los chicos sueltan comentarios en
griego y se ríen de la ingenuidad y la torpeza de los demás, pero
bien mirado se pasan el día bebiendo y engullendo pastillas, hasta
que un mal día lo que parecían chiquilladas se convierten en
asuntos donde la muerte tiene algo que decir. Es entonces cuando
Richard y su pandilla descubren qué difícil es vivir sin máscaras
y qué fácil es matar sin remordimientos.
Curiosamente
yo me leí la anterior, y reconozco que esta señora tiene un gusto
concreto por las novelas largas, puedo decir que este
“Secreto a voces”,
se hubiera contado con quinientas páginas menos, y no exagero. Desde
el principio te cuenta un relato que yo brevemente definiría como la
experiencia de un grupo de “niñatos”
que
lo tienen todo, malcriados, medio psicópatas, pijos desoficiados y
otras perlas, que gravitan alrededor de un profesor guay, que luego
desilusiona y que dan cobijo al estudiante pobre de clase inferior
con la idea de formarlo en los placeres de la vida que les rodea.
El
asesinato de uno de ellos y la autoría del resto, se nos presenta en
el momento de abrir el libro; el “secreto”
brilla
por su ausencia, de manera que yo me resisto a calificarla de novela
de suspense o misterio, ni policíaca..., la policía ni aparece con
el protagonismo que un asunto de este calado exige; a lo más
thriller psicológico, porque Donna Tartt, ahonda en las relaciones
personales, reacciones y comportamientos de cada uno de estos
adolescentes caprichosos y borrachos, ávidos de emociones de todo
tipo.
Para
mi tiene descripciones interminables, diálogos que dan vuelta sobre
un mismo tema una y otra vez, personajes que se acaban cargando una
trama a la que se le podía haber sacado más partido, asuntos
zanjados que recupera cuando menos lo esperas, exposición de
situaciones macabras que las presenta como normales pero sin
justificar en el argumento...
A
pesar de todo, resulta fácil de leer por la simpleza de su
estructura. Diferenciaría dos partes, las cien primeras páginas
donde el ritmo es aceptable y el resto, donde los personajes se
desinflan al compás de la pérdida de interés por lo narrado. Es lo
que llamamos “de
más a menos”,
cuando lo que en realidad salva una obra de este tipo es lo
contrario. Sería un guión de película americana de colegio
universitario de élite perfecto; aunque le faltan sobresaltos,
emoción y grandes dosis de suspense.
El
número de páginas no acobarda si lo escrito vale la pena, pero la
conclusión es que cada uno justifica el asesinato de su compañero
en función de la juventud y del entorno del que proceden o
viven...”menos
mal que son de buena familia”,
de lo contrario estaríamos hablando de “narcos”.
No
quiero cerrar la reseña sin decir algo bueno, todo libro lo tiene.
Hay unos guiños muy buenos a los escritores y filósofos de la
Antigüedad, el lenguaje es asequible, el narrador es uno de los
personajes implicados, escrito con sencillez; tanto que yo la
recomendaría como lectura juvenil, pero eso si que sería todo un
reto, aunque defiendo que hay muchos lectores de poca edad que se
atreven con todo; ahí queda la invitación y como siempre decir que
es mi percepción del relato, no es sentencia ni tiene porque
coincidir con otros que la ponen con buenas criticas. Juzgad
vosotros.
Para
Araceli.
“Cuando
nos aceptamos y perdonamos a nosotros mismos somos cada vez más
libres”.