Nuevamente, he elegido una novela
de Marcela Serrano, siempre que lo he hecho he quedado satisfecha por esta
manera tan particular de contar historias de vidas ajenas, historias que resultan tan próximas
y con las que se difícil no sentirse identificada. Es el retrato de diez
mujeres al “desnudo”, expuestas ante el lector en un ejercicio por compartir
sus experiencias de vida, buscando desesperadamente aliviar el peso y las
cargas que las acompañan.
Una terapeuta que tiene la firme convicción de que
las heridas empiezan a sanar en la medida en que se liberan del silencio, reúne
a nueve mujeres muy distintas entre sí con la finalidad de que todas compartan
sus historias. Sin importar clase social, edad, profesión, apariencia, todas
cargan sobre sus hombros el peso del miedo, la soledad, las dudas y las
inseguridades. A veces, ante un pasado que, como Sísifo, llevan a cuestas;
otras, se contemplan ante el espejo del presente que parece lejano de aquel que
siempre desearon. O bien, insisten en fijar la mirada emocional en un futuro
que, de tan incierto, parece encerrar la soledad y el vacío.
Ante las presiones sociales, se enfrentan a cargas
autoimpuestas o a las mismas convenciones de un mundo salvaje, pero, entre más
se van abriendo, más se van dando cuenta de que la única manera de deshacerse
de todo el peso es tomando las riendas conscientes de que al final vence el coraje.
Tal y
como nos tiene acostumbrados, la escritora latinoamericana, utiliza una
narrativa clara y sencilla para dar oportunidad a diez mujeres que en sesiones
guiadas por Natasha la terapeuta del grupo, verbalicen todas sus preocupaciones
y miedos y puedan en esas confesiones aliviar sus pesadas cargas emocionales.
Dividida en diez capítulos, uno por mujer, el último reservado a Natasha, con
el que se cierra la novela. Sin duda Marcela ha confeccionado un retrato social
de Chile; cada capítulo se cierra y en los siguientes no se vuelve a referir
nada de la vida de las anteriores.
Son
historias individuales en primera persona, es por tanto una novela de
personajes, mujeres de toda condición social, económica, cultural, edades
diferentes; todas con denominadores comunes como los miedos, fracasos,
soledades, preocupaciones, todas deseosas de “volver a empezar”.
El
lenguaje es sencillo pero con las expresiones chilenas muy frecuentes en
Marcela y que le otorgan ese sello personal de la autora. Ritmo bastante ágil y
asequible, aunque algunas de las historias llegan a ser algo densas. Muy
realistas y sin faltar las dosis de humor, no están privadas de un tono
agridulce. Cada relato es un pedazo de alma con nombre propio, una invitación a
una reflexión profunda acerca de la condición femenina.
Me llamó
mucho la atención el perchero de la portada. Todas comparte este artilugio para
quedar colgados sus abrigos, todas a la misma altura, pero unas prendas
sobresalen más que otras, pero todas se quedan en la antesala de la reunión,
todas quedan expuestas por igual; y al salir recuperan sus prendas que tapan
sus cuerpos y esconden sus almas. Curioso objeto de extremada sencillez que
puede llevar a muchas interpretaciones, una metáfora que plantea sin duda la
autora y que no ha pasado inadvertida.
Cuando se
elige a Marcela Serrano, sabemos que vamos a disfrutar pausadamente de una
lectura de recreo, donde no existe la prisa, que no será el libro inolvidable,
pero que muchas de sus reflexiones nos harán pensar y en ciertos momentos, se
convierte en la lectura adecuada para estados de ánimos que “siempre no son los
mismos”.
Recomendable
al igual que, “Nosotras que nos queremos tanto” y “Lo que está en mi corazón”.
“Y así
seguimos remando contra corriente, empujados sin pausa hacia el pasado. Es una
maravilla, que representa la condición humana. El pasado es un refugio seguro,
una tentación constante y, sin embargo, el futuro es el único sitio donde
podemos ir”.