Cuando buceo en algunos blogs y
encuentro una lectura cuya temática gira alrededor de la brujería y las
persecuciones católicas por parte de los poderes reales, siento una curiosidad difícil
de sujetar; sin ser un Premio Nobel, “La mujer de púrpura” me atrajo por esa
atmósfera gótica con rasgos paranormales de ambientación oscura y tenebrosa, con
dosis de lesbianismo que no sigue la narración convencional y que acabó
provocando en mi sensaciones contradictorias.
La historia se basa en
un hecho real: el juicio a unas mujeres en Lancashire, acusadas de brujería en
tiempos de Jacobo I. Basándose en estos datos, Winterson ha recreado la época y
ha introducido en aquella realidad truculenta el personaje de Alice Nutter, una
mujer que vive de su propio trabajo, pues ha inventado una fórmula para teñir
la ropa de un color rojo oscuro que ha despertado incluso el interés y las
atenciones amorosas de la reina.
Dueña de sí misma y dispuesta a enfrentarse a las
fuerzas de la ley, Alice intenta descubrir qué hay detrás de la acusación de
brujería y descubre las miserias de quienes están al cargo de las mujeres
encerradas en prisión: madres que venden a sus propias hijas a los guardianes
de la cárcel, hombres que casi parecen bestias y chiquillos dispuestos a mentir
por un mendrugo de pan y una piel de patata.
Llega el momento en que Alice misma es incriminada,
y pronto sabremos que tiene un secreto por el cual está dispuesta a morir, pero
a su manera... El Norte es el lugar de la oscuridad pero también del valor, y
en la muerte de cada cual a menudo se refleja la vida entera.
Sin duda es un relato de los que
se define como realidad histórica hecha ficción, una trama creada por una
autora cuya personalidad se deja sentir en cada página a través de un personaje
principal, Alice alrededor de quien un número excesivo de acompañantes dan vida
a este argumento dividido en capítulos cortos que no por ello permiten
distracción en la lectura. Aunque el tema estrella es la acusación de brujería,
algo muy frecuente en el Medievo, se abordan temáticas muy variadas entorno a
la mujer de esa época, la opresión, la hechicería, la magia…,un retrato de
Inglaterra que se corresponde con un juicio real muy documentado que tuvo lugar
en la localidad de Lancashiere, y que guarda muchos rasgos comunes con los
acontecidos en otras zonas de Europa.
Aunque su estructura es sencilla,
el argumento está muy definido y la lectura es ágil, no engancha como debería
haber pasado ante un relato de gran fuerza narrativa y tema sugerente. No hay
un ritmo continuo en la lectura, hasta la mitad se mantiene, luego decae y
parece tomar impulso al final cuando ya es algo tarde. Chirrían los aspectos
sobrenaturales a los que hay que aportarles grandes dosis de imaginación para no
provocar incredulidad y hasta risas.
En líneas generales y salvando el
exceso de escenas escabrosas contadas con gran detalle, es aceptable
especialmente por su brevedad, unas doscientas páginas que se leen solas y que
al menos en mi caso sirven para entrar o salir de lecturas desafiantes, como
siempre sobre gustos hay poco escrito y no deja de aportar datos sobre esos
terribles e injustos procesos de los que fueron víctimas mujeres de una época
donde la religiosidad movía el curso de la Historia.
“Realmente, el mundo está
poblado de brujas; unas más benignas, otras más implacables; pero el reino no
solo de la fantasía, sino el de la realidad evidente pertenece a las brujas”.
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