Sería
maravillosos que los relojes no tuvieran manecillas, así al tiempo
le costaría seguir su camino y los mortales disfrutaríamos más de
su “estabilidad”. Este curioso título, está
elegido a conciencia y a lo largo de la obra se hace referencia al
significado del mismo. Es la novela póstuma de Carson McCullers,
extraordinaria y prolifera escritora americana del siglo pasado, que
murió a temprana edad de manera repentina, pero a la que le dio
tiempo escribir lo suficiente como para que hoy en día sus obras
sigan estando de actualidad.
Publicada
en en 1963, casi dos años después de su fallecimiento a la edad de
50 años. Sin haberlo sabido de antemano estos datos, al leerla me
parecía que tenía ese aire de relato antiguo, a la manera de los
clásicos que nunca pasan de moda, pero que notas que no son
actuales..., vamos de hoy en día.
Lo
encontré por casualidad en las estanterías de la biblioteca, uno de
esos domingos en los que me retiro buscando lecturas diferentes; os
voy a dejar la sinopsis que fue lo que me atrajo de él y por lo que
hoy puedo decir que queda leído.
“Relata
los destinos cruzados de cuatro memorables personajes, cuyas vidas
son fiel reflejo de las injusticias sociales, la soledad espiritual y
la naturaleza confusa del amor en el turbador Sur estadounidense de
los años cincuenta. Ésta es la historia del viejo juez Fox Clane,
encarnación del patriarcal carácter sureño; su nieto adolescente
Jester, hijo de un malogrado enemigo de la discriminación racial, y
Sherman Pew, un chico negro de ojos azules que ejerce una fascinadora
atracción sobre ambos. Junto a ellos se desarrolla el drama personal
del farmacéutico J. T. Malone, quien, desahuciado por los médicos,
descubre que el verdadero peligro del hombre no es morir sino
perderse a sí mismo en vida. Malone, quien, desahuciado por los
médicos, descubre que el verdadero peligro del hombre no es morir
sino perderse a sí mismo en vida”
No
hay que especificar que es el fiel reflejo del mundo en el que se
crió la autora. En realidad a mi me ha parecido la historia de
cuatro personajes muy diferentes entre sí, cuyas vidas pasadas y
presentes están muy enlazadas, tanto que el contacto y la distancia,
son dos llaves que al girar hacen saltar secretos ocultos que atañen
a todos, incluso al personaje ausente del hijo del juez, cuyo
suicidio es un tema recurrente a lo largo del relato.
Es
entretenida, pero su ritmo es muy variable y el interés se recupera
cuando entra en acción nuestro farmacéutico, Malone; le sigue el
juez, pero los diálogos resultan insulsos y predecibles, de manera
que se corre el riesgo de abandonarla, algo que desaconsejo siempre.
Novela
de personajes que se nos moldean gota a gota, para ello la autora
utiliza una serie de temas muy concretos de la realidad histórica
americana de los años cincuenta: la lucha y segregación racial, el
ambiente opresivo del sur, dramas personales, marginación y
desigualdades sociales, injusticia, la utilización del poder; en
definitiva el panorama internacional del final de la Segunda Guerra
Mundial y la irremediable Guerra Fría que le sucedió, y cuyos
conflictos locales y mundiales marcaron la personalidad de
generaciones posteriores.
El
argumento está construido no solo con el papel de cada personaje,
Carson, perfila la historia echando mano de aspectos como la muerte,
la enfermedad, la incapacidad o la vejez; y estos, son encarnados y
asumidos por los cuatro actores en sus respectivos contextos, tanto a
nivel colectivo como social. Las historias al cruzarse toman sentido
y exponen situaciones dramáticas y sueños fallidos que salpican de
una forma u otra a todos ellos.
Al
final la he acabado sin trabajo, cierto que hay pasajes que te
empujan a desistir, pero la lectura es fácil, el lenguaje muy
sencillo, amena especialmente cuando los diálogos se hacen muy
tensos entre dos de los personajes y tan sólo son doscientas ochenta
páginas.
Quiero
contar una curiosidad que tuve que confirmar en Internet, al parecer
existió la costumbre de recetar como bebida medicinal la Coca Cola y
era dispensada en las farmacias, la demanda era muy habitual por la
población, especialmente por la americana; lo cuento porque a lo
largo del relato y siempre asociada a la figura de Malone, se hace
referencia a como iban a beberse sus dosis de Coca Cola a su
establecimiento; imagino que todo como parte de una campaña de
promoción al más puro estilo americano, del oro negro que supuso
este descubrimiento y del que muchos disfrutan hasta el día de hoy.
"Mi
pasatiempo favorito es dejar pasar el tiempo, tener tiempo, tomarme
mi tiempo, perder el tiempo, vivir a contratiempo".
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