Este
señor, a pesar de estar últimamente en los medios de comunicación
por otros “asuntillos”, es para mi un gran
escritor; recuerdo que “Pantaleón y las visitadoras” fue
la primera novela que leí recomendada por un adulto de mi casa...,
entonces era adolescente, pero la entendí. Luego siguieron otras
muchas y de entre ellas, “La Tía Julia y el escribidor”,
me aportaron datos sobre este peruano, sus orígenes, la manera de
escribir, sus temas favoritos y por supuesto gratos momentos de
lectura; hoy casi estoy al día de su trayectoria literaria y
confieso que aunque no todas, la mayoría me han gustado; un ejemplo
es este “paraíso”, que intentaré compartir con
vosotros.
Dos
vidas: la de Flora Tristán, que pone todos sus esfuerzos en la lucha
por los derechos de la mujer y de los obreros, y la de Paul Gauguin,
el hombre que descubre su pasión por la pintura y abandona su
existencia burguesa para viajar a Tahití en busca de un mundo sin
contaminar por las convenciones.
Dos concepciones del sexo: la de Flora, que sólo ve en él un instrumento de dominio masculino y la de Gauguin, que lo considera una fuerza vital imprescindible puesta al servicio de su creatividad.
Dos concepciones del sexo: la de Flora, que sólo ve en él un instrumento de dominio masculino y la de Gauguin, que lo considera una fuerza vital imprescindible puesta al servicio de su creatividad.
Publicada
en el 2003 muchos años antes de ser galardonado con el Premio
Nobel a su trayectoria literaria. Inscrita en el género de ficción
histórica, aunque para generalizar yo la incluyo en la novela
histórica ya que ambos personajes forman parte del mundo de las
utopías del siglo XIX. Los dos comparten el deseo común de alcanzar
un paraíso donde la felicidad del ser humano sea posible. Historias
de vida muy potentes y opuestas, pero con un nexo familiar innegable.
Más
de quinientas páginas con un mensaje entre líneas, la condición de
las personas puede presentarse de múltiples maneras, lo importante
es saber reconocerla. Por supuesto no coincidieron en el tiempo y el
compartir un espacio fue poco menos que ocasional. Ambos murieron
jóvenes, cuarenta y un año contaba Flora cuando falleció en
Bruselas en 1844 y cincuenta y cinco años Gaugin cuando dijo adiós
en su particular paraíso de las Islas Marquesas en 1903.
Puede
que penséis que son biografías y por tanto un aburrimiento, para
nada. Vargas Llosa, explota estos personajes convirtiendo sus vidas
en dos novelas que transcurren en una narración dividida en
capítulos y que avanzan simultáneamente contada a través de la
memoria de sus protagonistas, exponiendo sus experiencias en sus
ambientes históricos; para Flora, la revolución obrera y feminista
y en lo que respecta a Gaugin, su búsqueda incansable del disfrute y
perfección del arte.
El
obrerismo, los malos tratos, el desorden, la sexualidad, la rebeldía
artística, la felicidad, el rechazo a los roles sociales
establecidos, la búsqueda eterna de lo deseado..., estos y otros son
los temas identificables en la novela que no deja de ser un impecable
trabajo de documentación.
Lenguaje
castellano y sencillo que favorece el fluir de la narración, siempre
en tercera persona; me ha recordado al formato de “La
fiesta del Chivo”
y “El
sueño del celta”.
Sin duda son dos personajes que otorgan cargan de realidad al relato,
ambos me apasionan por lo que representaron en su época y puede que
por esto mi reseña sea algo más apasionada de lo habitual. Sin duda
la felicidad es algo que perseguimos todos, aunque no alcancemos
nuestro trocito de
“paraíso”,
lo bueno es no dejar de buscar...
El
título hace referencia a un juego de niñas que Mario describe en el
último capítulo del libro, de manera que para averiguarlo hay que
acabar con las vivencias de esta mujer, a la que la Historia no le ha
hecho justicia y con este pintor de vocación tardía que encontró
su paraíso en Tahití y que falleció víctima de sus libertades
sexuales y enfermedades contraídas a lo largo de su rebelde vida.
Son
viajes del pasado al presente y del presente al pasado, no sabría
decir si histórica o vidas noveladas, lo que si garantizo son
curiosidades de estos protagonistas que no están solos, aparece una
galería de personajes que enriquece el relato y que juegan un papel
de redondeo del mismo.
Me
gustó, es lo que puedo decir, el resto es cosa vuestra.
“Ya
no pierdo el tiempo deseando que se hagan realidad mis sueños, lo
invierto en pedir despertares y poner fin a mis pesadillas”.
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