Cuando
se me cruza un título tan acertado como este, pocas cosas en contra necesito
para no darle una oportunidad. Aunque el argumento no me sedujo mucho tuve la
corazonada de que no me iba a encontrar una novela dramática de lágrima fácil, cierto
que el inicio encoje el corazón, que la crueldad de un destino inesperado
altera la felicidad de una familia y que los comienzos de la novela se recrean
en los recursos que tenemos para superar los duelos más amargos a los que
podemos enfrentarnos; pero no es menos cierto que avanza y encuentras un relato
de superación y segundas oportunidades, con guiños de humor y un mensaje
positivo que dulcifica una historia de vida triste de Diane, la mujer se vio
obligada a renacer o morir.
Tras la muerte de su marido y de su hija en un
accidente, Diane lleva un año encerrada en casa, incapaz de retomar las riendas
de su vida. Su único anclaje con el mundo real es Félix, su amigo y socio en el
café literario La gente feliz lee y toma café, en el que Diane no ha vuelto a
poner los pies.
Decidida a darse una nueva oportunidad lejos de sus
recuerdos, se instala en un pequeño pueblo de Irlanda, en una casa frente al
mar. Los habitantes de Mulranny son alegres y amables, salvo Edward, su huraño
y salvaje vecino, que la sacará de su indolencia despertando la ira, el odio y,
muy a su pesar, la atracción. Pero ¿cómo enfrentarse a los nuevos sentimientos?
Y luego, ¿qué hacer con ellos?.
El título de la novela de Agnés, hace referencia al
nombre del café parisino con aficiones literarias que regente y en el que pasa
buena parte del tiempo nuestra protagonista. Sin duda este título hizo un
efecto imán para los lectores acompañada de una buena campaña comercial que no
corresponde con la calidad de la obra. Si tuviera que contar el argumento a mi
manera, diría que narra el renacer de una mujer golpeada por la desgracia con
tildes muy dramáticos pero que se convierte en novela romántica. La manera de
enfrentarse es huir de su entorno y refugiarse en Irlanda, y es ahí donde
comienza la transformación de un alma herida, evolución a mi parecer muy brusca
para el dolor inicial que acarrea en la
primera parte de la novela, nada que ver la Diane de París con la de tierras
irlandesa…, los cambios definitivamente siempre son buenos.
Estructura muy sencilla sin remilgos, lectura asequible
y aceptable, de ritmo ágil y fluido que no hace pesada la historia a pesar de
los “entremedios”, sin olvidar que es muy corta, escasamente doscientas páginas…
una tarde y poco más.
Mis pegas y desilusiones son entre otras el hecho
de no sacarle partido al café y a sus posibilidades literarias, convirtiéndose
en un escenario de paso escasamente aprovechado; igualmente, la evolución de
los personajes me parece muy acelerada, tanto o más que el final precipitado
que parece demostrar prisas por cerrar la novela sin más, y para terminar lo
previsible que resulta la historia entre Diane y Eduard.
Aún así me ha gustado como relato intimista y
profundo y especialmente porque me ha recordado a uno de los libros más bonitos
de este género de dramas y desafíos, “La vida era eso” de Carmen Amoraga; de
manera que planteando un reto de un par de tardes creo que bien merece una
oportunidad.
“La muerte deja un dolor de corazón que nadie puede sanar, el amor deja una
memoria que nadie puede robar”.
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