lunes, 18 de abril de 2016

El desorden que dejas, Carlos Montero

El mundo en el que me muevo habitualmente, no suele ser el argumento de la lecturas que caen en mis manos, no sucede ni por azar, ni buscándolas a propósito; simplemente no se eligen como marco para asesinatos o crímenes truculentos, la verdad es que da poco juego para estos dramas. En esta ocasión, Carlos Montero, sí que ha tomado un instituto y un pequeño pueblo, como el entorno en el que dar vida a la historia de Raquel y su desafortunada sustitución, algo que aparentemente le alegra la vida a cualquiera, a ella se la complicó hasta términos insospechados.
Más o menos he adelantado el argumento, pero lo voy a completar con la sinopsis; “La historia de Raquel, una joven profesora de literatura en horas bajas que acepta una suplencia en un instituto de Novariz, el pueblo de donde, casualmente, procede su marido. En su primer día de trabajo, se entera de que Elvira, su predecesora, se ha suicidado y al finalizar las clases encuentra en su bolso una nota con una funesta pregunta: "¿Y tú cuanto vas a tardar en matarte?".Raquel intentará averiguar quién está detrás de esa amenaza, y se obsesionará con lo que le ocurrió a la antigua profesora.”
Es la primera vez que leo a Carlos, esta es su segunda novela, por si os interesa la primera es “Los tatuajes no se borran con el láser” y no puedo contaros nada de ella porque no la he leído; quiero decir con esto, que mi primera impresión no es muy buena, por lo que le daré una oportunidad si tengo ocasión de leer la que me falta, la he encontrado entretenida y poco más muy ajustada a un guionista de series como “Física y química” o “El comisario”, vamos que en algunas ocasiones estoy tentada de escribir al menos cuentos cortos, esos que de vez en cuando invento para mis nietos.
Bueno, voy a reseñar la novela según mis impresiones. Aunque el argumento promete, es un capítulo de esa serie que he mencionado arriba pero alargado y sacándole partido. Narrada en primera persona, ambientada en Galicia, historia rodeada de adolescentes que se comportan como adultos y adultos que quieren ser niños, con un suspense relativo y forzado que casi hay que empujar a terminar de perfilarlos. Drogas, líos, mentiras, dobles vidas, engaños y todo en un espacio muy reducido... poco creíble; y es una pena, porque el inicio es potente al contar la muerte de Elvira, pero se desinfla la historia a pasos agigantados.
No le va a gustar a todo el mundo mi comentario, pero es que hay libros que triunfan por la etiqueta de “Premio ...”, o por ser escrito por determinado escritor, o en ocasiones por el padrinaje de editoriales y buen marketing, entrevistas y buena promoción en medios de comunicación; es una suerte contar con todos esos recursos que casi siempre se rematan con una presencia en primera plana en los escaparates de todas las librerías del país. De verdad, creo que es uno de estos casos y me apena por otros relatos que se quedan sin disfrutar de esta gloria, aunque se lo tengan mucho más merecido.
La narración es buena, amena, fluida y de lenguaje sencillo; la recomendaría como lectura obligada de verano a los suspensos de literatura, pero para nada a los aventajados y curtidos lectores. En muchos párrafos se leen frases muy infantiles, diálogos absurdos y repetitivos y lo peor de todo es que se intuye el final desde el principio y para colmo, los malos son atrapados y los buenos siempre se salvan.
El tema que mueve la trama es el acoso a los profesores y la importancia y consecuencias del uso de las redes sociales, así como los efectos negativos de las mismas en todos los colectivos sociales y en el ámbito de la privacidad en especial.
Cuando consulté el autor y la obra, la “vendía” como “thriller psicológico”, que el suspense era un componente fundamental de la historia y que según la editorial, Carlos Montero, había hecho y cito textualmente: "una disección de la debilidad humana. De la culpa. De la fragilidad de las relaciones. Y de las mentiras y secretos sobre las que montamos nuestras vidas sin calibrar ni ser conscientes de las consecuencias".
Personalmente, aún habiéndola leído por ser inasequible al desaliento, no he visto ni he disfrutado con esa intención creativa a la que alude y los personajes podían haber salvado la novela y más bien ha sido todo lo contrario.
Os la recomiendo para el verano, para desconectar y si esperar nada a cambio, solo disfrutar con el placer de deslizar los ojos por las autopistas de renglones que conforman las palabras.

El orden es el placer de la razón pero el desorden es la delicia de la imaginación”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario