sábado, 30 de abril de 2016

Los amores perdidos, Miguel de León.

En ocasiones los libros llegan hasta mi a través de personas que forman parte de mi vida, en este caso fue un regalo de quien yo llamo con mucho cariño “Mama Lupe”; por supuesto acertó de pleno ya que las historias de familias enfrentadas en el tiempo bajo el velo de la traición y la venganza, son de los relatos que más acaban entreteniendo y de los que sin duda más se aprende.
Los amores perdidos es la historia de los jóvenes Arturo Quíner y Alejandra Minéo, de su relación imposible y de lo que tuvieron que sacrificar por ella. Y de dos familias, los Quíner y los  Bernal, enemigas eternas. Y es también la historia de un pueblo canario, El Terrero, de héroes anónimos y caciques ambiciosos, donde las pasiones son arrebatadas, los secretos se desvelan entre susurros y las venganzas se cobran con sangre.
Los amores perdidos es el poderío de Dolores Bernal, la matriarca despótica que controla el pueblo con mano de hierro; la bondad de Alfonso Santos, el honorable y firme médico que conoce el punto débil de todos sus vecinos; el valor de Rita Cortés, la chica rebelde y excesiva, que huye a la Península para encontrar algo muy diferente a lo que esperaba; o la tenacidad de Ismael Quíner, el noble enamorado que lo ofrecerá todo por perpetuar de su estirpe.
Los amores perdidos es un épico y colosal tapiz tejido con estas y otras muchas historias, que afectarán a la pasión de Arturo y Alejandra a lo largo de los años y que les llevará del Terrero a Nueva York, del enamoramiento al desencanto, de la separación al reencuentro para finalmente enfrentarse a un destino incierto.
Dentro de la Narrativa española, Miguel de León nos presenta su primera novela con un argumento muy completo que se abarca seis décadas de la Historia de España, tomando como punto de partida la etapa de la Posguerra y el opresivo ambiente de la Dictadura. En territorio isleño, en el pueblo canario del Terrero, se van tejiendo un tapiz de múltiples historias que pivotan del pasado al presente, protagonizadas por una galería de personajes de toda catadura moral y social que dan forma a esta novela coral perfectamente escrita bajo una estructura triple, donde nada queda suelto, entrelazándose relatos pequeños en lo que acaba siendo una historia universal.
Estas obras de sagas familiares son conocidas por haber frecuentado a autores como Gabriel García Márquez y la incondicional Isabel Allende, por eso es fácil reconocer rasgos y recursos que nos son familiares como esquema común a estas obras; matriarcas poderosas en un mundo de hombres, odios heredados, “amores imposibles”, tragedias no superadas, ansías de venganzas insuperables, todo personificado en cada uno de los actores que aparecen en la novela. Pero además Miguel de León lo escribe con grandes dosis de ternura, de intimismo y no menos carga de odio, de miedo y de dolor y en esa batidora de emociones, los personajes sufren una evolución constante que aportan dinamismo, ofreciéndoles el amor como la única tabla de salvación para una historia sin retorno. No se olvida de evocaciones a la libertad, al progreso, a la memoria, al elogio de las mujeres pioneras de los grandes cambios y a los sinsabores de la vida.
Me ha gustado mucho por lo relajante que suelen ser este tipo de lectura, creo que es la novela apta para todos los públicos, que entretiene, que no se tiene prisas por terminar y con la se quedaría bien si se destinara a un regalo, no la catálogo como romántica porque el verdadero núcleo de la historia no es el amor, aunque sí una de las salidas propuestas para romper décadas de “cuentas pendientes”.

“Uno aprende a amar, no cuando encuentre a la persona perfecta, sino cuando aprenda a creer en la perfección de una persona imperfecta”.

domingo, 24 de abril de 2016

Me llamo Rojo, Orhan Pamuk


Confieso que es un reto comentar una novela de la envergadura de “Me llamo Rojo”. Orhan Pamuk, nos presenta esta obra escrita a finales de la década de los noventa, ambientada en el siglo XVI con un escenario de fondo como es el Imperio Turco al que le acompaña irremediablemente la condición de espacio islámico, hecho que sirve de generador a una  historia narrada y descrita a modo de viaje minucioso al terreno fronterizo entre arte, religión, sexo, amor y poder.
“El Sultán ha pedido a los artistas más reputados del país un gran libro que celebre las glorias de su reino. Su tarea será iluminar esa obra al estilo europeo.  Pero como el arte figurativo puede ser considerado una ofensa al Islam, el encargo se convierte a todas luces en una proposición peligrosa. La élite gobernante no debe conocer el alcance ni la naturaleza de ese proyecto, y el pánico estalla cuando uno de los miniaturistas desaparece. La única pista para resolver el misterio -¿quizá un crimen?- reside en las miniaturas inacabadas”.
Esta es la sinopsis que aparece en el reverso del libro, si tuviera que contar brevemente su argumento diría: “Historia de un crimen, de un amor y el relato de la tradición pictórica de ilustrar libros en Oriente”; y lo haría porque creo que son los verdaderos temas de la novela. A lo largo de casi seiscientas páginas, el ganador del Premio Nobel de Literatura construye una narración con todos los ingredientes de la mejor novela de suspense e intriga, no en vano el despegue “pegamento” tiene lugar en el primer capítulo, cuando la propia víctima de un asesinato da a conocer al lector su situación y dispara la intriga que se mantiene hasta el final del libro.
Varias tramas confluyen en los cincuenta y nueve capítulos de “Me llamo Rojo”, el hilo conductor corre a cargo de los diferentes personajes vivos o muertos, humanos o animales, abstractos o animados, de los que tenemos conocimientos gracias a su presentación inaugural con la que se nombra cada uno de estos breves e intensos capítulos. Escritos en primera persona, con narradores a varias voces con nombres originales, que en una labor detectivesca van desvelando al lector acontecimientos que tienen lugar en torno al peligroso y mortal encargo del sultán, hechos todos que acaban conexionados en el tiempo y en el espacio, con el objetivo de proporcionarnos indicios suficientes para llegar a la identidad del asesino.
Desde el punto de vista literario, es una obra muy completa mezcla de novela policial e histórica, influencia de los cuentos orientales, dosis de filosofía, aportaciones religiosas y sin duda un trabajo de documentación exquisito de la antigua tradición persa del arte de ilustrar relatos. Resulta una lectura ágil y entretenida, original en el planteamiento narrativo, algo larga a mi gusto, ritmo bastante constante aunque el autor, se recrea en exceso en las descripciones de las ilustraciones lo que hace decaer el interés por la trama, algo muy bien compensado por la brevedad de los capítulos y porque en ellos siempre ocurre algo. Lenguaje asequible y sencillo al alcance de cualquier lector.
Pero “Me llamo Rojo” es algo más que una novela que sucede en nueve días y que cuenta el destino de los osados ilustradores encargados de inmortalizar al sultán sin salirse de los preceptos islámicos; es una narración histórica pura, en ella el escritor nacido en Estambul, cuenta el esplendor y la decadencia del Imperio Turco, describe la dicotomía entre Occidente y Oriente, el enfrentamiento entre la Europa católica y la Turquía islámica y nos hace partícipe de los temores de aquellos gobernantes que veían peligrar su pureza e integridad religiosa a merced de los placeres occidentales.
Necesitaría un apartado especial para hablar del papel de la pintura en la novela. El encargo parte de la pretensión de crear un libro que narre las grandezas del Imperio Otomano ilustrado al estilo de los francos (occidentales), con la idea de regalárselo al Dux de Venecia y que éste quede intimidado por el poder del Islam. Ante las limitaciones coránicas y la ortodoxia islámica, dicha tarea será clandestina para estar alejada de la ira de los imanes. Los ilustradores no eran considerados artistas, artesanos en todo caso, su tarea era reproducir o imitar, no tenían estilo propio, no podían destacar, no firmaban sus obras, el anonimato era su seña de identidad. Frente al Renacimiento artístico occidental, las ataduras religiosas del Islam imponían a los ilustradores creaciones plagadas de figuras planas sin perspectivas, impersonales, repetitivas, carentes de expresión y movimiento. Toda la novela de Orhan es a su vez una oportunidad para contar la vida de los ilustradores turcos a lo largo de los siglos XVI y XVII.
Voy a terminar valorando a grandes rasgos esta novela compleja, ambigua y ambiciosa por cuanto ha pretendido abarcar su autor. Entretenida por la trama que no abandona en ningún momento, muy ligera hasta la mitad, algo lenta y empantanada en el centro del relato y con cierto impulso final. Muy original en lo referente a personajes, rica en documentación histórica, demasiado precisa y repetitiva en los temas pictóricos, datos en exceso que acaban siendo innecesarios para la resolución del crimen y que hacen peligrar la caída en el aburrimiento. Por eso desde mi humilde opinión es difícil clasificar una novela de comienzo brillante y planteamiento narrativo genial, esto es solo una reseña y nada más lejos de mi intención que desanimaros. La recomiendo porque tiene todo lo que más me apasiona: Historia, Arte, Crimen y Amor. Os gustará.

“A veces digo algo y mientras lo estoy diciendo comprendo que es lo que pienso, pero justo cuando acabo de comprenderlo, ya estoy absolutamente convencida de lo contrario.” 

lunes, 18 de abril de 2016

El desorden que dejas, Carlos Montero

El mundo en el que me muevo habitualmente, no suele ser el argumento de la lecturas que caen en mis manos, no sucede ni por azar, ni buscándolas a propósito; simplemente no se eligen como marco para asesinatos o crímenes truculentos, la verdad es que da poco juego para estos dramas. En esta ocasión, Carlos Montero, sí que ha tomado un instituto y un pequeño pueblo, como el entorno en el que dar vida a la historia de Raquel y su desafortunada sustitución, algo que aparentemente le alegra la vida a cualquiera, a ella se la complicó hasta términos insospechados.
Más o menos he adelantado el argumento, pero lo voy a completar con la sinopsis; “La historia de Raquel, una joven profesora de literatura en horas bajas que acepta una suplencia en un instituto de Novariz, el pueblo de donde, casualmente, procede su marido. En su primer día de trabajo, se entera de que Elvira, su predecesora, se ha suicidado y al finalizar las clases encuentra en su bolso una nota con una funesta pregunta: "¿Y tú cuanto vas a tardar en matarte?".Raquel intentará averiguar quién está detrás de esa amenaza, y se obsesionará con lo que le ocurrió a la antigua profesora.”
Es la primera vez que leo a Carlos, esta es su segunda novela, por si os interesa la primera es “Los tatuajes no se borran con el láser” y no puedo contaros nada de ella porque no la he leído; quiero decir con esto, que mi primera impresión no es muy buena, por lo que le daré una oportunidad si tengo ocasión de leer la que me falta, la he encontrado entretenida y poco más muy ajustada a un guionista de series como “Física y química” o “El comisario”, vamos que en algunas ocasiones estoy tentada de escribir al menos cuentos cortos, esos que de vez en cuando invento para mis nietos.
Bueno, voy a reseñar la novela según mis impresiones. Aunque el argumento promete, es un capítulo de esa serie que he mencionado arriba pero alargado y sacándole partido. Narrada en primera persona, ambientada en Galicia, historia rodeada de adolescentes que se comportan como adultos y adultos que quieren ser niños, con un suspense relativo y forzado que casi hay que empujar a terminar de perfilarlos. Drogas, líos, mentiras, dobles vidas, engaños y todo en un espacio muy reducido... poco creíble; y es una pena, porque el inicio es potente al contar la muerte de Elvira, pero se desinfla la historia a pasos agigantados.
No le va a gustar a todo el mundo mi comentario, pero es que hay libros que triunfan por la etiqueta de “Premio ...”, o por ser escrito por determinado escritor, o en ocasiones por el padrinaje de editoriales y buen marketing, entrevistas y buena promoción en medios de comunicación; es una suerte contar con todos esos recursos que casi siempre se rematan con una presencia en primera plana en los escaparates de todas las librerías del país. De verdad, creo que es uno de estos casos y me apena por otros relatos que se quedan sin disfrutar de esta gloria, aunque se lo tengan mucho más merecido.
La narración es buena, amena, fluida y de lenguaje sencillo; la recomendaría como lectura obligada de verano a los suspensos de literatura, pero para nada a los aventajados y curtidos lectores. En muchos párrafos se leen frases muy infantiles, diálogos absurdos y repetitivos y lo peor de todo es que se intuye el final desde el principio y para colmo, los malos son atrapados y los buenos siempre se salvan.
El tema que mueve la trama es el acoso a los profesores y la importancia y consecuencias del uso de las redes sociales, así como los efectos negativos de las mismas en todos los colectivos sociales y en el ámbito de la privacidad en especial.
Cuando consulté el autor y la obra, la “vendía” como “thriller psicológico”, que el suspense era un componente fundamental de la historia y que según la editorial, Carlos Montero, había hecho y cito textualmente: "una disección de la debilidad humana. De la culpa. De la fragilidad de las relaciones. Y de las mentiras y secretos sobre las que montamos nuestras vidas sin calibrar ni ser conscientes de las consecuencias".
Personalmente, aún habiéndola leído por ser inasequible al desaliento, no he visto ni he disfrutado con esa intención creativa a la que alude y los personajes podían haber salvado la novela y más bien ha sido todo lo contrario.
Os la recomiendo para el verano, para desconectar y si esperar nada a cambio, solo disfrutar con el placer de deslizar los ojos por las autopistas de renglones que conforman las palabras.

El orden es el placer de la razón pero el desorden es la delicia de la imaginación”.

sábado, 9 de abril de 2016

28, Días, David Safier


Estábamos preparando nuestro viaje a Polonia, cuando me acordé de esta novela que trataba sobre el Gueto de Varsovia y decidí leerla para llevar algo más de información de la que te aportan habitualmente las guías turísticas. Me parecía interesante porque Safier lo asociaba a la narrativa de humor y no a un tema tan delicado como el Holocausto Nazi. Es por supuesto una obra dentro del género de novela histórica, el levantamiento de dicho espacio reservado a los judíos durante la presencia alemana, en la que hoy ya puedo decir es una de las ciudades más bellas de Europa.
Varsovia 1943: Mira, una chica de 16 años, sobrevive como puede en el gueto de Varsovia dedicándose al contrabando de alimentos. Su único objetivo es proteger a su hermana pequeña, Hanna. Cuando empiezan a deportar a los habitantes del gueto a los campos de concentración, Mira se une a la Resistencia. Juntos consiguen hacer frente a las SS mucho más tiempo de lo imaginado. 28 días. 28 días en los que Mira experimentará la traición, el sufrimiento y la felicidad.
28 días para vivir toda una vida.
28 días para descubrir el amor verdadero.
28 días para convertirse en una leyenda.
28 días para contestar la mayor de las preguntas: ¿qué clase de persona quieres ser?
Sin duda alguna, la literatura no dejará nunca de producir novelas acerca de este dramático acontecimiento que manchó la Historia de la Humanidad; pero es cierto, que cada relato que leo, presenta una perspectiva diferente de los acontecimientos y se eligen personajes y vivencias de los que siempre acabas aprendiendo algo, de manera que no es tiempo perdido el volver a leer sobre lo que pensamos lo sabemos todo.
Me ha sorprendido el cambio de registro del escritor nacido en Bremen, guionista y novelista que tan acostumbrados nos tiene a trastear y escarbar en el “Karma”. Polonia fue una de las grandes víctimas de la Alemania nazi, casi todos los guetos se parecen, es visita obligada el de Cracovia y este donde se desarrollan las peripecias de supervivencia de Mira, la estraperlista capaz de desafiar a la adversidad, en la Varsovia de 1943, donde los peligros la acechaban en cada esquina.
En algunos pasajes he notado que el relato toma trazas de novela de aventura, en una sencilla mezcla de tragedia y pequeñas aportaciones de humor que se agradecen en ambientaciones tan duras como las descritas por el autor.
Personalmente me enganchó, el tema ya lo tengo muy leído pero siempre descubro perspectivas diferentes, en este caso la ficción y la realidad se mezclan y se distinguen con claridad; los cuentos que inventa Hannah otro de los personajes, es un punto a favor de Safier, es un recurso que justifica la necesidad de huir de la cruda realidad de sus víctimas. Son cuatrocientas escasas páginas que atrapan, no es de las mejores que he leído, pero la terminé y la similitud con otras que ya forman parte del pasado, son inevitables.
Escrita con sencillez, lenguaje asequible y ameno, con alusiones a personajes que existieron en realidad, con una fantasía que dulcifica el papel de la resistencia juvenil ante la presencia de los nazis, con pretensiones de hurgar en nuestras conciencias, emocionarnos y refrescar las dificultades que entraña cualquier desafío de supervivencia; algo actual, padecido por cientos de seres humanos que siguen siendo víctimas de genocidios no reconocidos y sobre los que algún día existirán miles de novelas.
La carga del relato recae en Mira, con ella se empatiza desde el principio y a través de ella nos llega el mensaje de esperanza y la fuerza de los valores y las ansías de vivir.
No he podido comentarla hasta ahora, pero la leí en los días previos a mi estancia en Varsovia y cuando paseas por los sitios que describen las novelas todo se vive de forma más intensa, de manera que recomiendo su lectura y un buen viaje a Polonia, sin dejar atrás los campos de concentración, la lección moral que traes en la piel jamás se borra, pero ese tatuaje es la única oportunidad para no repetir los errores de una Humanidad empeñada en presumir de su extremada torpeza y locura.
Hay que luchar para que nuestra Historia sea nuestra aliada y no nuestra enemiga”.

viernes, 1 de abril de 2016

La mirada de una mujer, Marc Levy

No quería entrar en lecturas complejas y de grandes desafíos y topé con “La mirada de una mujer”, leer es siempre un placer y si la elección está inspirada en realidades que nos son familiares, pues no hay más que hablar.
Cuando Susan decide separarse de Philip para irse a Honduras junto a los mas necesitados, su relación empieza a flaquear. A pesar de las cartas que se escriben y de los profundos sentimientos que los unen, la distancia física va apartando también sus corazones. Un día, el pasado vuelve a encontrarlos encarnado en una niña de once años. En ese momento, Philip y Susan tendrán que demostrar que aún se tienen el uno al otro, y que el suyo fue y sigue siendo un gran amor.
Ambientada e inspirada en situaciones de actualidad, escrita con un estilo sensible y muy sentimental pero que no roza lo meloso, de ahí que se soporte... Cuenta con una buena labor de documentación y aporta muchos datos sobre los escenarios humanitarios en los países del Tercer Mundo, aquellos desfavorecidos y víctimas de catástrofes naturales o pobreza endémica.
El argumento es algo simple y en algunos momentos llega a ser aburrida, la encuentro perfecta para un guión de película de sábados por la tarde.
Narración que aborda un repertorio de temas de actuales y cuya trama se desenvuelve gracias a la correspondencia mantenida por los personajes principales; estos que son bastantes flojos y con los que se empatizan sin dejar huella.
No es la novela que me ha hecho perder la cabeza pero tampoco el tiempo, me atrevería a decir que es del género romántica, y yo frecuento poco este tipo de relatos.
No conocía al autor, es su segunda novela, pero conversando con otros lectores me han invitado a leer “Ojalá fuera cierto”, dicen que supera en calidad a esta “mirada de mujer”.
Sin hacer una dura critica, os cuento que la trama podía haber sido más explotada y que la absurdez del final igualmente merecía haberse trabajado de otra forma, especialmente para darle una oportunidad a estas casi trescientas páginas.
Os la reseño porque hay gusto para todo y sin duda habrá quien disfrute con esta novela del escritor francés Marc Levy; por mi parte la inicié y por supuesto la he terminado y en honor a la verdad, otras peores he leído y siempre defendiendo que este trabajo de los escritores, bien merece un esfuerzo por nuestra parte y si se disfruta...mejor aún.
Elegid vosotros.

Solo el amor y la amistad pueden aliviar la soledad actual. La felicidad no es un derecho es un combate diario.Creo que es preciso saber vivirla cuando se presenta ante nosotros”.