Hans
Koppel, es uno de los nombres que más suenan en la literatura sueca
en el género de novela negra. En esta ocasión se trata del primer
título de la trilogía y como todo lo escrito hasta ahora, destaca
por su ágil lectura y la capacidad para enganchar en una trama que
conduce hacia un acelerado e inesperado final.
Mike
Zetterberg, su esposa Ylva y su hija Sanna viven en Helsingborg, en
el sur de Suecia. Cuando una tarde, tras el trabajo, Ylva no regresa
a casa, su marido deduce que está con sus compañeros tomando una
copa. Pero a medida que pasan las horas su preocupación va en
aumento. Ylva se ha esfumado sin dejar rastro. Pasados unos días, la
policía investiga el entorno de la desaparecida y sigue de cerca los
movimientos de Mike, que pasa a ser el principal sospechoso. Para él,
la vida se convierte en un infierno: no sólo tiene que demostrar su
inocencia, sino también coger fuerzas para sacar adelante a su hija
a pesar de su desasosiego y su desconcierto. Lo paradójico es que
Ylva está secuestrada a pocos metros de allí, en la casa de sus
vecinos; esa pareja mayor que se mudó hace unos meses al barrio y
que parece tan normal...
Aunque
nos encontramos ante una historia algo cruda y retorcida, la
forma de narrarla le aporta cierto carácter que la hace parecer
menos morbosa de lo que la percibimos. Sin duda, es agradecido la
división en capítulos de extensión moderada, que acaba atrapándote
en una inquietud contagiosa, convirtiéndola en la novela
“pegamento”, de la que no te despegas hasta que no
acaba y eso que el final es bastante cerrado y con pocas alternativas
para el lector.
Los
suecos suelen elegir sus país como ambientaciones para sus relatos y
en este caso, Hans ha sido fiel a esa premisa; con un despegue
bastante interesante no deja de tener sus rasgos confusos; no quiero
que os entusiasméis porque de misterio anda muy justita, ayuda la
sencillez narrativa y el perfil de trhiller con personaje sádico que
para colmo es tu vecino más próximo y preocupado.
No
es una obra de arte, muy bien promocionado, con diálogos sencillos y
directos que salvan los defectos de unos personajes flojos y sin
garra. Para mi es el guión perfecto de la película de sábado por
la tarde, lo que me lleva a confesar que el argumento es superficial
y trillado.
Con
esta reseña, nos podríamos preguntar por el éxito de las dos que
completan la trilogía, y francamente no aseguro que me las lea. Es
de agradecer que existan tramas paralelas, pero muy criticable la
abundancia de datos iniciales que mutilan toda posibilidad de
suspense y misterio y que anulan toda investigación policial con la
emoción que se espera de un argumento como este.
Pero
como en tantas ocasiones, os recomiendo y os pido su oportunidad, que
para gusto los colores, y puede que os encante.
“No
es el más fuerte ni el más inteligente, el que sobrevive, sino
aquel que más se adapta a los cambios”.
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