Hoy
es un reto reseñar la última novela de Julia Navarro; la razón es
sin duda mi sorpresa ante su cambio de registro al que estaba
acostumbrada y que tan de mi gusto era. Junto con Matilde Asensi,
ambas están presentes en mis estanterías, las dos llegan a mi nada
más publicar sus obras, y con las dos siempre he quedado satisfecha
como lectora; pero en esta ocasión, debo decir que la faceta
psicoterapéutica de Julia, no me ha convencido y echando de menos
sus rasgos de escritora que bucea en el pasado de lo histórico, mis
expectativas han quedado en una desilusión bastante evidente. No
obstante, la he leído, con cierta desidia y urgencia, pero lo he
hecho.
Soy
un canalla y no me arrepiento de serlo.
He mentido, engañado y manipulado a mi antojo sin que me importaran las consecuencias.
He destruido sueños y reputaciones, he traicionado a los que me han sido leales, he provocado dolor a aquellos que quisieron ayudarme.
He jugado con las esperanzas de quienes pensaron que podrían cambiar lo que soy.
Sé lo que hice y siempre supe lo que debí hacer.
Esta es la historia de un canalla. La mía.
Thomas Spencer sabe cómo conseguir todo lo que desea. Una salud delicada es el precio que ha tenido que pagar por su estilo de vida, pero no se lamenta por ello. Sin embargo, desde su último episodio cardíaco, una sensación extraña se ha apoderado de él y en la soledad de su lujoso apartamento de Brooklyn, se suceden las noches en que no puede evitar preguntarse cómo habría sido la vida que conscientemente eligió no vivir.
He mentido, engañado y manipulado a mi antojo sin que me importaran las consecuencias.
He destruido sueños y reputaciones, he traicionado a los que me han sido leales, he provocado dolor a aquellos que quisieron ayudarme.
He jugado con las esperanzas de quienes pensaron que podrían cambiar lo que soy.
Sé lo que hice y siempre supe lo que debí hacer.
Esta es la historia de un canalla. La mía.
Thomas Spencer sabe cómo conseguir todo lo que desea. Una salud delicada es el precio que ha tenido que pagar por su estilo de vida, pero no se lamenta por ello. Sin embargo, desde su último episodio cardíaco, una sensación extraña se ha apoderado de él y en la soledad de su lujoso apartamento de Brooklyn, se suceden las noches en que no puede evitar preguntarse cómo habría sido la vida que conscientemente eligió no vivir.
Para
esta historia de un publicista y asesor de imagen que realiza un
viaje mirando hacia atrás, para hacer de ese ir al pasado un juicio
particular de sus “hazañas”, Julia invierte casi
novecientas páginas; el volúmen nunca ha sido un problema en ella,
jamás he dicho que podría haber contado sus relatos en menos
páginas o que le sobrara ni una sola de ellas; en esta ocasión,
aunque no me intimidó al principio, reconozco que me pareció un
abuso dedicarle tanto a lo que podría haberse contado en mucho
menos.
Es
el primer aviso honesto que creo debo hacer. En la sinopsis se cuenta
la esencia de la vida de Thomas, absoluto protagonista de la novela,
la ambientación temporal abarca los años ochenta y noventa en los
que tienen lugar la mayor parte de experiencias de este “canalla”
que para nada demuestra estar arrepentido. Nos describe con detalle
un mundo hostil, una jungla, un despliegue de la vileza humana e
incluso un recreo detallado de momentos escabrosos que marcaron su
existencia. Es de aplaudir que al menos muestra alternativamente cómo
habría sido “todo”, si no hubiera sido el
“canalla” que fue. El repaso de ida y venida se
realiza entre Londres y Nueva York y al fin y al cabo es un lienzo de
recuerdos con demasiadas sombras y muchas ausencias.
Contado
en primera persona, con tramos muy largos, resulta repetitivo y
cansino y no logró engancharme como para cambiar la actitud que tomé
mientras lo leía; tenía rabia porque buscaba a la Julia de siempre
y reconozco que tal vez eso perjudicó la impresión que me ha
causado.
Lo
peor para mi ha sido leer dos veces los mismos episodios recreados en
versiones distintas, pero no dejaban de ser iguales. Falta de
emoción, ritmo lento y denso y de la empatía nula con Thomas, mejor
no hablar.
Con
cualquier otro autor me daría lo mismo pero con la Navarro me cuesta
más hablar así de este “canalla” ; a cambio, os
invito a leer “Dispara yo ya estoy muerto”
o “Dime quién soy”, su
“Biblia de barro”
y como no, “La Hermandad de la Sábana Santa “
y
“La sangre de los inocentes”...,
cualquiera de ellas son novelas que nos han mostrado a la
escritora que esperábamos.
Sería
cruel decir que su nombre ha sido la garantía de su éxito, pero he
consultado con otros lectores y las opiniones coinciden, la versión
de ahondar en las mentes de los personajes no ha sido la mejor
elección ni la más acertada, al menos para las que la hemos
admirado por su gran labor de escritora..., sin duda de no haber
visto su nombre, tal vez no me habría fijado en ella. Aún así...
ya recuerdo yo, que escribir un libro debe ser una hazaña reservada
solo para unos cuantos mortales. Quien lo considere que le de una
oportunidad, seguro que tanto esfuerzo lo merece.
“Pregúntate
si lo que estás si lo que estás haciendo hoy te acerca al lugar en
el que quieres estar mañana”.
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