Recuerdo
el inicio del mes de Septiembre como uno de los peores de mis últimos
años, el curso académico ha estado repleto de acontecimientos
nefastos que me han impedido concentrarme en nada y menos en una
lectura profunda; así ha ido pasando el mes, y una vez que todo sen
ha tranquilizado, he echado mano de esta novela de María Dueñas
que estaba literalmente aparcada desde el inicio del verano; su
título, “La Templanza”, responde a mis necesidades
emocionales de estos momentos, lo de menos es la calidad de la misma,
de manera que la he leído y tengo que reconocer que algo más
relajada estoy; porque en las fechas que se avecinan voy a necesitar
“Mucha templanza”.
Una
vez justificada como es habitual en mi la elección, quiero contar
que desde que leí “El tiempo entre costuras”,
María se convirtió en una escritora que gozaba de todo mi aplauso,
luego, emocionada por la aparición de su segunda obra ,”Misión
Olvido”, sufrí la decepción más impresionante de los
últimos años, y es que cuando la reseñé conté que tenía la
sensación de que no había sido escrita por ella. Tal fue mi
desencanto que no tenía intenciones de volver a leer nada de esta
escritora, pero en una nueva oportunidad he querido abordar “La
Templanza” con el propósito de superar ese mal sabor de su
segunda novela; quizás esa ha sido la razón de estar “aparcada”,
algo poco común en mi, pero para ser franca me daba miedo volver a
criticarla aún sabiendo lo difícil que es el arte de escribir.
Leída
queda y no puedo llegar a decir que es tan mala como la anterior ni
tan buena como la primera, pero es cierto que no respondiendo a mis
expectativas literarias, sí que ha calmado mi ánimo y ha logrado
centrarme en mi hábito de lectora, que con tanto jaleo ni ganas de
leer tenía; de manera “que ni para ella ni para mí”,
la dejaremos en aceptable y no la voy a reseñar como decepcionante
porque tampoco lo merece.
“Nada
hacía suponer a Mauro Larrea que la fortuna que levantó tras años
de tesón y arrojo se le derrumbaría con un estrepitoso revés.
Ahogado por las deudas y la incertidumbre, apuesta sus últimos
recursos en una temeraria jugada que abre ante él la oportunidad de
resurgir. Hasta que la perturbadora Soledad Montalvo, esposa de un
marchante de vinos londinense, entra en su vida envuelta en
claroscuros para arrastrarle a un porvenir que jamás sospechó. De
la joven república mexicana a la espléndida Habana colonial; de las
Antillas al Jerez de la segunda mitad del XIX, cuando el comercio de
sus vinos con Inglaterra convirtió la ciudad andaluza en un enclave
cosmopolita y legendario. Por todos estos escenarios transita La
Templanza, una novela que habla de glorias y derrotas, de minas de
plata, intrigas de familia, viñas, bodegas y ciudades soberbias cuyo
esplendor se desvaneció en el tiempo. Una historia de coraje ante
las adversidades y de un destino alterado para siempre por la fuerza
de una pasión”
Lo
primero que destaco, es la elección de un hombre por parte de María
como protagonista principal, es evidente que una mujer que mueva la
novela existe, pero son esos secundarios potentes que ella trabaja
también y que casi empaña el papel del “actor”
principal, pero sin duda
esta vez ha elegido a la persona de sexo contrario al que nos tiene
acostumbrados. Documentación impecable, tres escenarios sirven de
fondo a la obra; México, en una primera parte bastante lenta, La
Habana da paso a la segunda y al final Jerez de la Frontera,
localidad donde aparece Soledad, dando el ritmo a la trama que no ha
tenido hasta este momento.
El
argumento es prometedor, pero solo eso, es una historia colonial con
inicios que no te engancha, a la que le cuesta arrancar y con
altibajos que te llevan desde situaciones cargadas de emoción a
páginas donde la trama se ha desinflado por completo; es lo que me
hace percibirla en su conjunto como “floja”,
pero no es razón para abandonarla.
He
echado de menos en estas casi seiscientas páginas el tema de las
relaciones humanas que tan bien sabe trabajar María Dueñas, las
cuestiones económicas solapan aspectos íntimos de los personajes
que enriquecen la historia; tal vez eso me hubiera interesado más
que otras cuestiones en las que se recrea sin prisas.
Es
entretenida en general, su lectura es ágil y fácil de seguir; me ha
recordado a los guiones de “telenovelas”
o series de mediodía españolas que ahora tenemos al alcance. Sin
menospreciar a nadie, creo que hay un público muy determinado al que
le encantaría “La Templanza”;
por supuesto la escritora manchega ha planteado una trama bien
construida en el tiempo y con una ambientación sin criticas.
Me
siento muy injusta con La Dueñas,
inevitablemente todo lo que leo y comento lo hago comparándolo con
“El tiempo entre costuras”
y eso no deja de ser un error, pero es lo que hago, por eso, os
invito a que la leáis y no descartéis por lo que cuento la novela.
Siempre digo que la lectura es mi tabla de salvación y he comenzado
diciendo que la escogí porque necesitaba salir de un embudo
emocional y “ella”
me ha ayudado, de manera que en justa compensación y por “la
templanza” que me ha
aportado, quiero recomendarla, no cuando sea una cuestión de
urgencia, sino por el grato y satisfactorio placer de leer.
Seguro
que os gusta.
“Templanza
y trabajo son los dos mejores custodios de la virtud”.
“El
vigor del alma, como el del cuerpo, es fruto de la templanza.”.
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