Esta,
es sin duda la frase que más asociamos a una situación relacionada
con el miedo a algo, mientras nos disponemos a sumergirnos en el
mundo de los sueños, “No apagues la luz”. Sin
embargo, en esta ocasión es el título de la tercera novela de
Bernard Minier, escritor representante del thriller psicológico
francés, comparable a Pierre Lamaitre o Fred Vargas.
“No
apagues la luz”, “Bajo el hielo” y “El
círculo” cierra la trilogía del comandante Martín
Servaz, el protagonista masculino de la saga escrita por Minier
dentro del panorama narrativo europeo actual. La elegí una tarde
expresa, buscando lecturas encaminadas al otoño que se acercaba
peligrosamente y que anunciaba tardes de sillón acomodada bajo el
foco que sin duda permite crear un ambiente para este tipo de
novelas. Quiero decir que aunque he hecho referencia a otros grandes
de este género en Francia, comencé por Bernard y luego ya me lancé
por el resto, toda una aventura muy provechosa.
Confieso
que el morbo del título me atrapó tanto como el argumento y las
posibilidades que imaginé tenía la obra, de manera que aposté por
ella, sin haber tenido referencias anteriores de la misma.
“Desde
que el psicópata Julian Hirtmann le envió el corazón de
Marianne dentro de una caja de cartón, el comandante Martin
Servaz ha permanecido internado en un centro para policías,
luchando por sobreponerse a un golpe tan atroz. Necesita descanso
y, sobre todo, recuperar las ganas de vivir. Sin embargo, un día
Servaz recibe por correo la llave electrónica de una habitación
de hotel en la que un año antes una artista se quitó la vida de
una forma sobrecogedora. Intrigado por los motivos que han llevado
al misterioso remitente a contactar con él, Servaz contraviene
las órdenes de guardar reposo y decide investigar por su cuenta.
Al mismo tiempo, la periodista radiofónica Christine Steinmeyer
encuentra en su buzón una misiva anónima perturbadora: la carta
de una suicida, primer paso de un acoso sin tregua que continuará
con llamadas amenazadoras, extorsión e intimidación sexual; una
serie de agresiones que la sumirán una pesadilla que podría
arrebatarle la cordura. Conforme Martin y Christine se ven
envueltos en situaciones cada vez más extrañas, las claves para
resolver este misterio inexplicable surgirán en sitios tan
dispares como las óperas clásicas de desenlaces trágicos, un
diario desgarrador o en el corazón de la industria aeronáutica,
basada en Toulouse. Ante estas circunstancias, dos personas en un
estado mental extremadamente frágil no tendrán otra salida que
plantar cara a sus demonios más íntimos y a un enemigo
perturbado dispuesto a todo por hacerse con el control de sus
vidas”.
Con
la sinopsis que acabo de poner, sin duda reconocemos muchos
recursos utilizados en el género de novela negra, suspense,
misterio o detectivesca que ya he reseñado en otras ocasiones;
presencia del psicópata de turno, parejas de protagonistas
hombre/mujer, ambos afectados por crisis personales, profesionales
y emocionales, dramas del pasado que tienen pendientes y que han
de superar, hospitales psiquiátricos, perturbado violento que
realiza actos criminales de una crueldad incalculable..., en
definitiva, nada novedoso en lo referente a esos aspectos. Pero,
en este caso son dos tramas aisladas, protagonizadas
independientemente por dos personajes que van avanzando
dosificadamente hasta que se cruzan, complicándose el hilo
argumental al sumarse progresivamente otros actores que dotan al
relato de intriga, tensión, dolor y desesperación, en donde
“nada es lo que parece” y “los malos no
son tan malos y los buenos no son tan buenos”.
Creo
que el potencial de esta novela se encuentra en la manera en la
que Bernard Minier ha construido a los personajes, no es la
primera vez que estos superan a la propia trama, de gran
complejidad y con todo detalle, los somete a un acoso extremo
creando una atmósfera irrespirable y dramática llena de fuerza
que va en "crecendo" a medida que se avanza en la lectura.
Su
mérito narrativo al cruzar las dos historias es incuestionable,
de hecho aunque la primera parte es de infarto, ese cruce de
destinos hace posible que no bajes el interés y mantengas la
curiosidad hasta el final. Tensión narrativa en estado puro,
escenificación de lujo, tanto en la parte que recrea en las
montañas, como los momentos urbanos; Toulouse es la ciudad
elegida por el autor como marco del sufrimiento humano al que
somete “in extremis” a Martin y Christie.
Cuando
tienes la oportunidad de leer un relato en el que la trama se
acelera a medida que se acerca al final, es buena; pero si esto
sucede casi desde el inicio del mismo, es que “promete”...
Los giros inesperados y continuos a los que nos somete el
escritor son impresionantes, tanto que en ocasiones tuve que
volver hacia atrás porque pensé que me estaba confundiendo y
algo me había dejado pendiente; consiguió que variara los
papeles de algunos protagonistas que ya tenía identificados, en
realidad crea esas contrariedades de manera planificada y fue lo
que me mantuvo atenta hasta el final.
Puede
resultar agobiante para muchos, “no apta para cardíacos”
que digo yo, pero del total agrado de los seguidores de la novela
negra, porque logra trabajar otros subgéneros dentro de la misma.
Yo diría que más que de suspense es una novela de investigación
de tildes detectivesca.
No
quiero terminar sin mencionar los numerosos guiños que hace
Minier al mundo de las artes, a la música clásica y obras
latinas; común a otros escritores franceses que comparten género
y época.
Casi
seiscientas páginas que te hacen mantener “La luz
encendida”.
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“No
hay que apagar la luz del otro, para lograr que brille la nuestra”.
"Tanto
si crees que puedes como si crees que no puedes, estás en lo
cierto”.
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