Cuando
te gustan las ilustraciones y pasas horas buceando en Internet y
otros medios, acabas conociendo a pintoras como Nicoletta Ceccoli;
sus producciones son mundialmente conocidas y precisamente atraída
por una de ellas, choqué con la novela de Delphine Bertholou.
Encontré un acierto la elección y al no disgustarme el argumento,
le di una oportunidad a “Nunca olvides que te quiero”,
entre otras razones porque el título te invita a recordar que no
debemos olvidar a los que nos quieren.
Es
la segunda novela que reseño de la escritora francesa enamorada de
esta ilustradora italiana y que al igual que en la anterior portada,
no hay relación entre la imagen y lo narrado.
Prefiero
dejar un resumen y luego comentaros mis impresiones; Madison
tenía 11 años cuando fue secuestrada. Alegre y divertida, desde muy
pequeña ha desarrollado una fuerte personalidad repleta de
positivismo y creatividad. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo,
pierde la esperanza de ser liberada, aunque encuentra un desahogo en
el cuaderno que R., su amargado secuestrador, le ha dado. En él
describe al detalle sus sensaciones, su añoranza, las tretas con las
que consigue engañar a su captor y su gradual paso a la adolescencia
Madi hace todo lo que puede para huir, aunque sin éxito.
Tal vez, la noticia de que su madre está nuevamente embarazada, transmitida por R. como la señal inequívoca de que ya ha sido olvidada, consiga que Madison reúna todas sus fuerzas en un último y desesperado intento por evadirse.
Tal vez, la noticia de que su madre está nuevamente embarazada, transmitida por R. como la señal inequívoca de que ya ha sido olvidada, consiga que Madison reúna todas sus fuerzas en un último y desesperado intento por evadirse.
Con
esta sinopsis, lo más habitual es pensar en un guión de película
de sábado por la tarde, donde ya sabemos las pautas de actuación de
cada protagonista, los sobresaltos que nos esperan y por supuesto
predecir el final; sin decepcionaros, así es, tal y como os lo
cuento, ni más ni menos. El tema principal del relato es el
secuestro y la arquitectura de la novela se levanta alrededor del
impacto social y familiar que genera un acontecimiento dramático
como este ,en una localidad sea de la parte del mundo que sea.
Está
narrada a tres voces, con dos líneas narrativas diferentes
desarrolladas gracias a los recursos del monólogo y el diálogo,
intercalados con grandes desequilibrios, prevaleciendo el primero por
encima del segundo.
Madre
e hija, utilizan la escritura como válvula de escapa para
enfrentarse a sus destinos, las ausencias de ambas, quedan plasmadas
en unas cartas y en un diario que, simultáneamente escriben con la
esperanza de ser compartidas alguna vez, de tener fin este drama.
Incluso la escritora se atreve con la poesía y las canciones como
parte del repertorio elegido por madre e hija.
La
elegí porque me pareció entretenida, pero me pasé toda la lectura
vaticinando lo que se veía venir, ni siquiera me ha parecido que el
intento de crear unos personajes potentes se haya logrado, el retrato
psicológico deja mucho que desear. He descifrado que Delphine ha
querido separar tres historias en tres libros diferentes, dentro de
la misma novela; como si fuera, introducción, nudo y desenlace...
igual que en las películas que siguen este formato argumental.
A
su favor debo decir, que está tratado el tema con ternura y
sencillez, no hay morbo y lo mejor es la falta de protagonismo
otorgado al secuestrador, empañado por el peso del diario de Madison
y las argucias que la llevan al final de su encierro. Últimamente
hemos asistido a casos reales que hacen que la ficción quede en un
mero “cuento
de niños”.
Es
entretenida y yo conozco a muchos lectores que disfrutan con este
tipo de relato, como siempre la empecé y la terminé; no le doy un
diez, pero tampoco suspende, está ajustada a las necesidades de las
tardes de playa o piscina y todo lo que sea juntar letras, crear
palabras y formar frases... bienvenido sea.
“Añadir
vida a los días cuando no se puede añadir días a la vida”.
“Acuérdate
de que no hay nada absurdo hoy que mañana no te parezca natural
haberlo vívido”.
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