Tengo
que confesar, que yo nunca he sentido entusiasmo por esto de las
casas en miniaturas. Ahora bien, reconozco que son una preciosidad y
que tener la oportunidad de contemplarla es igualmente una gozada
para los sentidos.
La
costumbre de tener este tipo de entretenimiento, se remonta a muchos
siglos atrás siendo algo muy común en la alta sociedad europea y
lujo no apto para todos los mortales; inspirada en este gusto por lo
pequeño, Jessie Burton ha dado vida a una novela de corte
costumbrista en la que queda perfectamente retratada la sociedad de
Holanda del siglo XVII.
Os
cuento el argumento de la historia; una joven llega a uno de los
barrios señoriales de Amsterdam tras casarse con un rico comerciante
bastante mayor que ella. Una vez instalada en su nuevo hogar, su vida
la compartirá con su cuñada y los sirvientes de la casa. Como
regalo de boda su esposo le obsequia un objeto muy de moda entre la
gente pudiente de la época; una réplica de su propia casa en
miniatura, ella deberá rellenarla ayudándose de las habilidades de
una desconocida miniaturista que se cruza en su camino por azar.
Semejante desafío traerá una serie de revelaciones acerca de
secretos oscuros de los actuales moradores de la casa, incluido su
marido, alertándola sobre los peligros a los que se enfrentan los
miembros de su nueva familia.
Al
parecer es la primera novela de la joven actriz inglesa Jessie Burton
y tardó cuatro años en escribirla con la intención de hacer un
homenaje al mundo de las miniaturas.
Mientras
la leí me recordó a la película de “Rebeca”,
entre otras cosas porque el protagonismo absoluto es de las mujeres,
todas las que aparecen en el relato están muy bien construidas a
nivel de personajes, son utilizadas para desarrollar la complicidad
femenina y evidenciar lo dueñas que podían ser de sus vidas. A este
respecto me ha llamado mucho la atención el capítulo donde describe
el parto y la intimidad que rodea a un acto natural como este.
Cuenta
con una trama de ritmo rápido con mezcla de misterio e intriga y
emociones con toques sentimentales y hasta humorísticos; en realidad
es una historia de vibrantes ambiciones íntimas.
La
leí en verano porque estaba en todos los escaparates de las
librerías, de manera que la elegí como novela de entretenimiento y
descubrí que era no solo una novela con trasfondo histórico, sino
un relato con profundo calado social.
Al
principio debo deciros que tarda en arrancar y te engancha pero muy
superficialmente, tanto que casi la abandono, poco a poco gracias al
lenguaje sencillo y fluido y a la franqueza con la que expone los
hechos acabé claudicando y la terminé sin esfuerzo.
Me
ha recordado a “La dama de la Perla” por su estilo
narrativo y su prosa, además de por la coincidencia de escenarios y
el papel otorgado a la mujer. En esta ocasión son los ojos de Nella
los que transmiten lo que ven y los peligros que le acechan y rodean.
Es
una historia de amor, de obsesión, traición, castigo, apariencia y
verdad; donde la sociedad de la época se desgrana poniendo en tela
de juicio sus valores más tradicionales. Llama la atención su
capacidad para abordar temas de gran delicadeza al menos en esa
época; la sexualidad, la maternidad, el racismo, la independencia de
la mujer, la religión...
Dividida
en cinco partes y subdivididas en capítulos, está narrada en
tercera persona por un narrador que va dando a conocer a través de
cada pieza de la casa un secreto, vicios escondidos, pasiones
ocultas, y todo para realizar una mordaz critica a la doble moral e
hipocresía social de la que todos son una pieza más.
En
general me ha gustado porque está bien contada, perfectamente
ambientada en los exteriores e interiores, aunque no hay ningún
personaje con garra, ninguno que destaque por encima de los demás y
aunque el final es bueno se intuye y eso desinfla el desenlace. Me ha
resultado de ritmo lento para los recursos utilizados, lo que
descuadra el argumento y su trama.
Por
lo que he estudiado y leído la ambientación histórica corresponde
a uno de los períodos de mayor fanatismo religioso y por tanto de
los más amargo de esta época.
Admito
que me ha gustado, el último tramo cambia de ritmo y la impresión
ha sido positiva en conjunto. Creo que es un tipo de novela muy
aceptable para todos los públicos y como documento de la Holanda
comercial del siglo XVII vale la pena leerla, y porque como tantas
veces digo, leer es un verdadero placer.
“La
vida es como un tapiz hacia la esperanza que no hay quien lo teja,
salvo que nos lo propongamos nosotros mismos”.
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