“Hasta
mañana si Dios quiere”,
esa es la frase que desde niño escuchamos y que hoy todavía decimos
sin pereza al acostarnos. En esta ocasión, la frase está alterada a
conciencia por el autor de esta biografía, Luis García Montero,
quien escribió tras largas horas de diálogos con Ángel González,
una novela cargada de emoción y literatura haciendo un recorrido por
la infancia y adolescencia del poeta hasta su llegada a Madrid en los
años cincuenta, para narrar cómo se forjó el carácter de un
personaje lleno de humanidad y principios éticos.
Lo
más llamativo sin despreciar el contenido, es la foto de portada,
enternecedora y representativa de la época y por supuesto del mismo
protagonista. Es una narración escrita a modo de conversación entre
ambos, con un repertorio de recuerdos que evocan las experiencias de
un pasado con momentos tranquilos y situaciones terribles y
desgarradoras. Cada episodio genera una atención que acaba en
admiración hacia el poeta.; por eso, la intención de Luis ha sido
rendir un merecido homenaje a la figura de este poeta. Biografía de
hondo calado humano, admiración y dureza, yo diría que no apta para
todos los públicos.
Al
igual que la vida de Ángel González, los escenarios se mueven entre
Oviedo, Vetusta y Madrid; el poeta tenía diez años en la Guerra
Civil y su vida quedó marcada por la tragedia de lo acontecido en su
familia y el devenir incierto al que tuvo que enfrentarse. No
obstante es un canto a la esperanza y lo mejor de todo una defensa al
valor que los libros tenían en una España com aquella, reflejo del
amor a la literatura de este representante de la poesía española
Si
tuviera que recomendarlo lo haría con muchas reticencias. Reconozco
que al principio esperaba una obra al estilo de García Montero, pero
para nada es así. Es muy dura, tanto que no consigue suavizar los
momentos tiernos y dulces que aparecen en el libro; es muy
personalista y el autor vierte sus esfuerzos narrativos en ensalzar
todas las etapas de quien fue uno de sus grandes amigos.
Solo
puedo decir que las obras biográficas de quienes vivieron estas
etapas de nuestra historia, no pueden estar sino cargadas de una
realidad dura y pura y que “cualquier
parecido con la realidad, se queda corto”.
La
recomiendo sin dudar a los seguidores de García Montero y a los
amantes de la novela histórica.
“Para
mí, las únicas certezas dignas de fe son las que desayunan dudas
cada mañana”.
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