Tras
leer la novela de “Las tres heridas”, valorar o hacer una buena
critica de esta obra se me hace bastante difícil; las comparaciones
nunca han sido de mi agrado pero en esta ocasión es casi inevitable.
Para ser justa tengo la sensación de que la mejor campaña de
promoción de “La sonata del silencio” ha sido su antecesora y
que buscando algo igual de especial o al menos aproximado, sin querer
hemos sufrido una “sonora” decepción.
Madrid
1946, la cruel posguerra aparece como escenario de un relato en el
que la música adquiere un protagonismo de excepción. Un barrio, un
vecindario y el día a día de un bloque de inquilinos de lo más
variopinto y representativo de la época, todos perfectamente
descritos, cada uno formando parte de pequeñas historias vinculadas
entre sí, en universos personales y únicos, encerrados en hogares
con tramas familiares y humanas producto de acontecimientos de un
pasado que ha dejado una huella imborrable.
Básicamente
el argumento gira alrededor de la figura de Marta Ribas y los dos
hombres que forman parte de su vida presente y pasada, los mismos que
conforman un triángulo de emociones y experiencias que determinan la
mayor parte del contenido de la novela. Pasiones ocultas, celos,
engaños, secretos, frustraciones, amores prohibidos y grandes dosis
de miserias humanas, son recreadas por la autora en un exceso de
descripciones que en muchos momentos hizo plantearme el abandono de
su lectura.
Por
supuesto la labor de documentación es incuestionable, pero no aporta
nada que no sepamos acerca de los estereotipos que aparecen en la
narración, ni en los perfiles ni en las conducta de los
protagonistas de esta novela coral, en la que la profusión de los
mismos se convierte en un ejercicio memorístico titánico.
Si
me detengo en la extensión, mientras que en ocasiones anteriores la
escritora ha estado acertada en el volumen de sus obras, en esta las
casi novecientas páginas no se justifican para “lo poco” que se
cuenta. Dividida en capítulos, treinta en total a cual de ellos más
largos, ayudan en cierto modo a dar una oportunidad al relato.
Mientras la leía me era imposible no encontrar semejanzas con la
telenovela “Amar en tiempos revueltos”; estaba asistiendo al
desarrollo de capítulos y capítulos en los que saltarte algunos no
iba a convertirse en un impedimento para seguir el hilo de la novela.
Retrato
de una España de doble moral, con clichés que aún viven entre
nosotros, con especial dedicación a exponer el papel de la mujer en
momentos pasados y que en ocasiones están demasiado al día; todo en un
lenguaje muy sencillo, ágil, coloquial y familiar.
Esperaba
algo diferente, el machismo, la dictadura, la represión, la iglesia
y esos aspectos tan repetidos acaban por decepcionar y tristemente es
el caso de “La sonata del silencio”. Me gustaría decir que al
menos el desenlace ha sido original pero no puedo, mucho antes de ser
evidente, el final se intuye y para colmo se acierta. Tiene un enorme
parecido con “El tiempo entre costura” y respecto a ese final, me
recordó enormemente a la extraordinaria película de “Pájaros de
papel”.
Aún
así, es sólo mi percepción y siempre invito a su lectura para
poder tener una opinión personal de la misma, porque “para gustos,
los colores”.
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