viernes, 20 de junio de 2014

Maldito Karma, David Safier

Curiosa portada para un libro en el que lo más llamativo es la palabra hindú “Karma” que tanto respeto impone y que deja de ser tan temerosa al contemplar la no menos impactante pareja de eternos enemigos, el perro y el gato... No había leído nada de este autor alemán, pero una compañera de trabajo al comentarle  la lectura del “Abuelo que saltó por la ventana y se escapó”, me animó a leer “Maldito Karma”, porque si bien eran distinto, me garantizaba un rato de entretenimiento y relax sin grandes pretensiones literarias, pero segura de que no lo dejaría a medias. Dedicado a ti Marisa que aunque con bastantes meses de retraso te he hecho caso y me alegro de ello.
Cualquiera que esté interesado puede leer el argumento y conocer la trama de la novela, ya sabéis que no es mi costumbre, de manera que sólo contaré que se trata de la vida de Kim una periodista excesivamente inmersa en su trabajo, sus éxitos personales, ambiciones sociales, el afán de reconocimiento popular, sus premios, amoríos e infidelidades... vamos lo que diríamos popularmente un “tiburón de mujer” con un esquema de valores y prioridades marcado por el egoísmo, el inconformismo, el trato grosero y desconsiderado hacia sus semejantes, madre despreocupada, mala esposa y temida jefa... un regalo de persona a la que la muerte le asalta inesperadamente cuando por supuesto se encuentra en el sitio más inoportuno y de la forma más absurda e indeseable.
Precisamente bajo lo absurdo, David confecciona una novela dentro de la narrativa cómico romántica para la que se necesita mucha imaginación y que no decepciona por divertida, diferente, entretenida, original, ocurrente y repleta de buenas dosis de reflexiones que nunca vienen mal.
El Karma forma parte de la mentalidad hindú; según su ley de vida, durante la existencia de los mortales se acumula buen karma si las acciones que se realizan son buenas y sucede lo contrario si las acciones son malas, en este caso se permanece en una morada donde el muerto es sometido a un juicio en el que se le acusa de todos sus actos que han sido registrados en el libro sagrado. Al creer en la reencarnación la condena para expiar esos actos es acumular buen karma para pasar a una vida digna.
Mejor no saber el destino si el muerto se pone “farruco”... Kim Lange, la despiadada protagonista debe acumular buen karma para recuperar lo perdido, un compañero de viaje le ayudará a ello, Casanova, el Casanova que todos conocemos; ambos se unirán en un objetivo común, el regreso de Kim a la vida que tenía, momento en el que tiramos de imaginación y empatizamos con ella porque es admirable la evolución del personaje al que rechazábamos en un principio y acabamos admirando conforme avanza la trama; deseando que con sus esfuerzos alcance el éxito que merece en esta búsqueda de buen karma.
Novela sencilla, plagada de diálogos que la hace más dinámica, trescientas páginas de escritura típica de verano que me atrevería a decir guarda los esquemas de un buen guión de película; es el libro que te despeja de una lectura profunda o te prepara para un novelón de esos que temes por el tamaño incluso si lo lees en el libro electrónico. Narrada en tercera persona recuerda a las fábulas que siempre llevan una reflexión y que demuestran que nada está escrito sin una finalidad.
Inteligentemente el autor nos invita a pensar en cuestiones que aparecen en la historia y que no podemos dejar pasar por alto; la incomunicación de las parejas, la importancia del aplauso de los desconocidos, la infelicidad, el materialismo, la crisis de valores generalizada de las sociedades occidentales, las decisiones egoístas y el riesgo de perder lo que se tiene con el peaje de saber su valor cuando ya no se puede disfrutar.
Hay que reconocer el mérito de David por ofrecer una novela de dos capas, la superficial y externa con todo lo negativo que podamos ver en ella y la profunda donde se encuentran las reflexiones y moralejas.
Para finalizar la reseña aconsejaros que la leáis para despejaros y también para pararos a pensar “cosas” en las que no reparamos; no os va a provocar conflictos emocionales ni necesidad de terapia de choque, es mucho más sencillo que todo eso... derrochar imaginación y abrir los ojos para mirar lo que no vemos del mundo que nos rodea y del que formamos parte con el karma que libremente elegimos.

No sabemos lo que tenemos, cuándo lo obtuvimos, lo que vale, cuánto lo  necesitamos y qué sería de nosotros si lo perdiéramos”.

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