lunes, 16 de junio de 2014

La piel dorada, Carla Montero

Una vez más me decido por una escritora de la que puedo decir lo he leído todo, no solo porque me gusta como escribe sino porque es su tercera novela y así es la única forma de “ir al día” en su producción literaria.
Descubrí a Carla Montero con su ópera prima, “Una dama en juego”, por aquel entonces los libros llegaban a mí a través de una llamada al timbre, el Círculo de Lectores tocaba a mi puerta y depositaba mis pedidos mensuales; en esa ocasión una historia de intriga, romance y espionaje me permitieron juzgar positivamente a esta autora; le siguió “La Tabla Esmeralda” cuyo argumento me atrapó incondicionalmente, el expolio de las obras de arte por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, disfruté mucho y me quedó una grata imagen de esta narradora de historias. Tal vez sean razones suficientes para detenerme en la tercera de sus creaciones, “La piel dorada”, una vez leído el argumento reconozco que la puse en la parrilla de salida y no me he arrepentido... espero que vosotros compartáis mi opinión.
En esta ocasión y sin apartarse de su estilo Carla, nos adentra en una novela negra con todos sus ingredientes dentro de una cuidada ambientación histórica tanto en lo referente a los escenarios como a la cronología. Estamos ante la historia de unos asesinatos brutales, con misterio, suspense, inspectores, sospechosos, decadencia, bajos fondos, pasiones y guiños al mundo del arte; sin duda tras leerla nos recuerda a las obras de Ágatha Christie, al más puro estilo del thriller histórico.
Argumento diseñado alrededor del mundo de las modelos que posaban desnudas para los artistas de principios del siglo XX en la ciudad de Viena, la consideración de éstas y la reputación que las acompañaba en un entorno de declive junto a una burguesía venida a menos y aristócratas arruinados que evidenciaba el ocaso del imperio austrohúngaro. Con una habilidad sorprendente conduce a los lectores a lo largo de cuatrocientas páginas, por una trama muy bien tejida, estructurada en dieciséis capítulos precedidos de un prólogo que sirve de antesala al desarrollo del argumento; que crece de menos a más en intensidad y calidad de estilo y que engancha por la prosa sencilla, asequible y ligera; con buenos y medidos diálogos perfectamente justificados, además de descripciones sin excesos que evitaban caer en el aburrimiento.
Sin duda la lectura no es dificultosa, llama la atención el ajuste de fechas que elige la escritora; Viena 1904, y la escasa diferencia de tiempo en el que transcurre la acción, de tal manera que personalmente me costó distinguir la parte de Viena en la que transcurren los momentos entre Hugo e Inés y la Viena de la investigación criminal. Salvando esas menudencias, destaca lo ágil, dinámica y amena que resulta en su conjunto.
Narrada a dos voces, Karl el investigador que engaña al principio pues se cae en el error de creer que se convertirá en el centro de la novela, utiliza la primera persona y cuenta a modo de recuerdo los hechos que se recrean en la trama; y una segunda voz narrativa que recurre a la primera y tercera persona indistintamente. Aprovechando este aspecto cabe mencionar que los personajes que absorben los papeles estelares son, Inés, Hugo y Karl, pero igualmente existen actores secundarios que completan la galería y contribuyen a la construcción de la obra.
No quiero dejar pasar el hecho de la importancia otorgada a la ciudad de Viena, tanto que la convierte en un personaje estrella alrededor de la que gravitan como satélites el resto de los ya mencionados. Profundizando en ella Carla se ha atrevido a mostrar las dos caras de una ciudad glamourosa, llena de artistas, bohemios, ricos excéntricos y familias nobles; junto a la Viena de inmigrantes, mendigos, asesinos, y clases marginales. En cualquier caso un reconocimiento por la exacta ambientación y documentación de la misma.
Terminar diciendo que el desenlace queda con la boca abierta, justo final para una lectura en la que al menos yo me pasé cambiando de culpable hasta que no me quedaron personajes, eso sí, resultó ser quien menos me esperaba lo que remató con agrado mi lectura.

Olvídate del mundo. Piensa solamente en lo que llevas piel adentro y sabrás qué dulce y qué sabroso es, de pronto, vivir”.

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