Con
un título como este sólo puedo pensar en mi sobrino que ya le
quedan veintidós días para regresar de ese extraordinario, bello y
lejano país; por eso se lo dedico con todo mi cariño para que
cuando vuelva sepa lo mucho que le hemos echado de menos y lo
orgullosos que estamos de él.
Y
tras esta entrada tan intima, paso a contar lo que me ha parecido la
novela de Richard Ford, escritor del que no había leído nada hasta
ahora y que al parecer está reconocido como uno de los grandes
novelistas de la literatura norteamericana.
Novela
ambientada en su mayor parte en Canadá, de ahí el título de la
misma; nos presenta el retrato de una familia americana en la que
nada es lo que parece ser. Las malas acciones del cabeza de familia y
una decisión errónea, desemboca en la separación de los cuatro
miembros de la misma. Esos acontecimientos iniciales y el resto de la
narración, nos llega en primera persona a través de la experiencia
de vida de Dell, el niño que se transforma con urgencia en el
adolescente maduro apremiado por las circunstancias no elegidas y
derivadas de los actos de sus padres. Junto con su hermana melliza
quedan a merced de un futuro inexistente y al que se enfrentarán por
separado y de formas muy distintas.
Personalmente
tras quinientas páginas debo decir que es una de estas obras a las
que yo le quitaba la mitad de su grosor porque con menos en muchas
ocasiones se dice lo mismo e incluso más.
Hay
que reconocer que al principio engancha porque avisa del contenido de
la narración, estás expectante por el atraco y sus consecuencias;
ahora bien, se hace pesado, excesivamente detallado y lento. Los
personajes son descritos superficialmente y te haces una idea de su
carácter por los hechos que protagonizan. Tras ese fracaso como
progenitores, la destrucción del núcleo familiar y el abandono del
hogar, se inicia la segunda parte de la novela, ahora ya en tierra
canadiense, escenario que ambienta la hostilidad física y emocional hacia el protagonista.
Por
pequeños detalles sabes que en la actualidad Dell es un profesor
jubilado que desde su tranquilidad y tras sesenta años, narra la
evolución de su vida, como tuvo que acelerar su madurez, vivir esa vida no elegida en una tierra inhóspita, presenciar situaciones
cuestionables y delictivas y renunciar a todo lo importante que
formaba parte de su existencia.
Es
una mezcla de relato tierno y de impactantes momentos de crueldad que
te invitan a reflexionar sobre el contenido de la vida y sus dilemas
morales; cuestionarte si somos responsables exclusivos de nuestros
actos o por el contrario víctimas de las circunstancias, si nuestro
destino está determinado de antemano y nada podemos hacer ante ello o
nos mostramos indiferentes ante la naturaleza de esos actos
cotidianos y por supuesto, si tenemos definidos los límites del bien
y del mal.
Como
gran critica, lo rápido que se presenta el final de la novela, la
falta de dedicación al mismo y por supuesto la forma tan repentina
de recuperar a su hermana, de la que nada se sabe hasta que se nos cuenta en una página
algo así como cincuenta años de vida. Por supuesto reconocer lo
mucho que te hace pensar en la responsabilidad que tenemos acerca de
nuestra forma de transitar por la autopista de la vida y el peaje que
pagamos según lo acertado o desafortunado de nuestras elecciones.
Recomendada
para leerla sin prisas y sin pretensiones de vivir grandes emociones,
a mi gusto demasiado americana.
“La
vida es algo a lo que uno irremediablemente debe sobrevivir”.
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