Con
solo mirar la portada se hace uno a la idea del tema principal de la
novela de Isabel Allende. Una esclava de Haití, de nombre muy indígena, Zarité, nos narra a lo largo de cuarenta años su vida y
sus desventuras marcadas por la condición de esclava con la que
nació y de la que no pudo desprenderse en toda su existencia.
De
las islas bajo los océanos nacen los “atolones coralinos”,
por lo tanto no es descabellado pensar que hay islas bajo las
profundidades de las aguas y me imagino lo bien que se tiene que
reposar en una “isla bajo el mar”
Poesía
aparte... enfrentarse a una novela de Allende es saber de antemano
que las historias de familia están garantizadas; por si fuera poco
la ambientación está recreada en el Caribe, en la Isla de Santo
Domingo y en Louisiana, con una temática que describe el desgarrador
drama que asoló a la población africana de la esclavitud durante
los siglos XVIII y XIX llevándolos a distintas partes del continente
americano como mano de obra esclava, privados de libertad y
condenados a la miseria y la explotación.
Es
toda una historia de lucha de mujeres, de generaciones herederas de
la única herencia de la que no podían desprenderse. Aunque la
rudeza del relato es evidente no lo es menos el repertorio de
sentimientos y ternura que suavizan la realidad de todos los que
tienen un hueco en el relato. Muchos son los personajes que aparecen
en “la isla”, todos determinados por sus destinos; prostitutas,
hechiceras, criadas, amas, cocineras... todas, fortalecen el deseo de
la autora de retratar una sociedad donde destaca el irremediable
binomio hombre blanco libre, frente al hombre negro esclavo; la
superioridad blanca frente a la sumisión y opresión del esclavo.
Narrada
en primera y tercera persona, dividida en capítulos, es atractiva en
su conjunto y se detiene en un interés extremado por hacernos llegar
la nobleza de todos los personajes en especial el de Zarité, gracias
por supuesto a la costumbre de la autora de describir detalladamente
a los mismos. Tras leerla se desentraña un tema obsesivo en la
esclava; la libertad, la lucha por un mundo mejor, el deseo de
escapar...
Recuerdo
que comencé a leerla durante la espera de uno de los seres más
importante de mi vida; mi nieta Silvia. La situación personal y de
salud para no variar era como para escapar a una isla bajo el mar;
por el contrario decidí bucear y sacara la cabeza a la superficie
para no ahogarme y ser testigo de ese gran acontecimiento. Yo me
encontraba en la sala de espera mientras mi nieta aparecía en un
monitor dentro del vientre de su madre. Me dio tiempo acabarlo y en
la primera hoja del libro escribí la siguiente dedicatoria:”Hoy he
terminado esta novela, el final es desgarrador pero a la vez de
fuerza y vitalidad ...habla de la vida y de la muerte, pero
curiosamente también de nacimientos. Al igual que en la novela, aquí
y ahora somos tres las protagonistas que emprendemos una “historia
de mujeres”... no la veo, ni la escucho, pero ya es parte de mi
vida y espero que yo lo sea de la suya. Te espero mi niña”
Lo
dicho, que lo mío es una espera continua, se ha convertido en una
fea y obligada costumbre el esperar a mis nietos; pero la esperanza
es lo último que se pierde, bueno todo gracias a la paciencia que de
no ser por ella hace mucho que me había ido a pasar el tiempo a una
“isla bajo el mar”.
Os gustará.
Os gustará.
“La
crueldad, como cualquier otro vicio, no requiere ningún motivo para
ser practicada... apenas una oportunidad”.
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