Tal vez Luis Landero es uno de los
escritores que más he leído a lo largo de los últimos años. No todo lo que leo
me deja impresionada pero sí que suelo disfrutar con su manera de escribir;
tras “Lluvia fina” y “El balcón en invierno”, nuevamente nos deleita con un
libro donde los recuerdos de su infancia en Extremadura, su adolescencia en
Madrid y sus primeras experiencias en el mundo laboral se mezclan formando un
mosaico de vivencias e historias con personajes de su realidad más inmediata,
en ese particular mundo real que es su vida.
El elemento sobre el que pivota esta corta novela son los recuerdos, los
que tenemos una edad, nos sentimos identificados con muchos detalles que cuenta
y es como hacer un repaso de nuestras propias vidas, es según ha dicho el
propio Landero, un paseo por el bosque del tiempo ya vivido. El origen está en
la excusa de llenar un cuaderno con palabras, cuaderno que recibe todo lo que
asoma por la mente del escritor; su infancia, las cosas que le asombraban, su
inocencia, el impacto de lo nuevo y desconocido, los miedos que padece y que
acaba superando… Como es muy habitual en Landero, la familia juega un papel
protagonista en el libro y no tiene pereza a la hora de homenajear los momentos a la luz de las chimeneas de su
pueblo natal, las aficiones, sus lecturas y el amor incondicional por el mundo
rural.
Respecto al título, explica que cada uno de nosotros tenemos nuestro
propio huerto que tenemos que cultivar, de hecho es el relato de los frutos de
su particular y exclusivo huerto. Intentando parchear los olvidos de la memoria
con la imaginación, ha conseguido recuperar su pasado y rellenar este cuaderno
en blanco que es su vida ya vivida.
Quiero comentar que para aquellos que buscan un libro ameno y cargado de
ritmo, tal vez no es la lectura recomendada. Sinceramente, es justo lo
contrario, resulta más lento de lo habitual, hay que conocer a Landero para disfrutarlo,
aunque no deja de ser un libro entretenido que ha ido cociendo a fuego lento.
En palabras de su autor, se abandona a sus recuerdos, pero no como una mera
autobiografía, sino como un intento de buscar y revivir esos instantes que han
dado sentido a su vida. Y lo cierto es que hay algo en esa narración que invita
al lector a hacer lo propio: a rebuscar en ese pozo sin fondo que son los
recuerdos y a redescubrir a esas personas, lugares o situaciones que han
contribuido a ser lo realmente uno es. 'El huerto de Emerson', además de
una agradable lectura, es un homenaje a la memoria porque según su autor:
"no somos más que lo que recordamos".
Aunque he echado de menos la emotividad a la que estoy acostumbrada con
Landero, os la recomiendo si estáis familiarizado con este escritor muy
extremeño…estoy segura que os gustará.
“Métele amor al caos y verás como todo se ordena”.
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