miércoles, 7 de octubre de 2020

La mitad de la noche, Mayra Montero

A comienzos de octubre, cuando la marcha del verano es una  evidencia, lo mejor es pasar por la librería y elegir las lecturas para la estación que se nos viene encima; en este caso uno de los ejemplares elegidos me atrajo por tener a una madre y a su hija como protagonistas de una dura historia de locura y fracaso emocional. Nunca había leído a esta autora, de manera que le he dado una oportunidad, lo que no quiere decir que repita.

 “Un domingo de agosto de 1926, cuando Magdalena Laparra ha vuelto de Cuba para pasar las vacaciones con su familia, coge a sus dos hijos, uno de cada mano, y se mete al mar en la playa de Biarritz con la intención de ahogarse. La niña de siete años, Elsa, advierte algo extraño en la actitud de su madre y consigue escapar tras un forcejeo. El niño pequeño en cambio, de solo dos años, muere ahogado y Magdalena es internada en un psiquiátrico por el resto de su vida.
Dieciocho años después, Elsa, la niña superviviente al ahogamiento, que ahora tiene 25 años, y acaba de separarse tras saber que su marido ha tenido un hijo con otra mujer, vuelve a España a casa de su abuela en busca del oscuro relato familiar. Para Elsa, ese viaje no solo supondrá el descubrimiento de un origen traumático, sino que se verá inmersa en un turbulento triángulo amoroso con un oficial del ejército alemán, que ha venido a controlar la frontera franco-española, y un pescador local que ejerce de contrabandista y forma parte de una célula de la resistencia contra la invasión de los nazis”.

 

Si tuviera que resumir esta sinopsis, diría que el libro cuenta como la nieta de un importante industrial vasco vuelve de Cuba a principios de los años cuarenta huyendo de una relación que ha fracasado, obsesionada con saber qué hay detrás de la historia de locura de su madre. Sin duda el planteamiento de la autora gira alrededor del delicado mundo de la depresión, enfermedad difícil de comprender en la actualidad y mucho más si nos remontamos a 1926. Puede que Magdalena viera en el suicidio la única salida a lo que estaba viviendo.

La trama es una hermosa, triste y terrible historia en la que conoceremos a dos mujeres. Articula  la misma en torno a un oscuro secreto familiar que no por ser fácilmente deducible fue menos impactante, entrando de lleno en un tema sumamente delicado que la autora trata con un tacto exquisito. En ella, Elsa de vuelta a sus orígenes y en plena II Guerra Mundial viaja a Biarritz con la intención de leer las cartas que su madre, Magdalena, envió a su abuela desde Cuba. A través de esas cartas que salpican la novela también llegaremos a conocer muy bien a Magdalena Laparra, su nostalgia de San Sebastián, su infelicidad y el tránsito que vivió hacia la locura.

La novela tiene un ritmo pausado en el que los sentimientos son los protagonistas, la autora ahonda en cómo sobrellevan la vida los que quedan después de una desgracia terrible que los marca inevitablemente para el resto de sus días. Además, también tendremos su punto de suspense en la historia, Elsa, a raíz de verse envuelta en un triángulo amoroso también se verá implicada en una red de espionaje aún a su pesar y esto contribuye a darle más agilidad a la lectura.

La historia se escribe con una estructura que combina pasado y presente, dos épocas, varios escenarios, el mar como personaje estelar y gracias a ello va consiguiendo mantener el interés por lo íntimo del relato, el despliegue de sentimientos de los personajes, así como las idas y venidas del Caribe a Europa en esa búsqueda de respuestas que tanto tardan en llegar a lo largo de más de cuatrocientas páginas, aunque he de decir que la historia en los últimos capítulos es bastante inesperada.
Resultó ser una mezcla de Thriller, historia de amor, fracasos, misterios y secretos familiares desvelados a través del género epistolar, utilizado por la madre e intercalado a lo largo de la narración en tercera persona  por la hija.
En líneas generales me ha gustado más al final que al principio, igualmente me ha resultado interesante el papel de Biarritz durante los años finales de la II Guerra Mundial, desconocía su importancia para el ejército alemán. La he leído como el recorrido vital de una hija en busca de la auténtica razón que llevó a su madre a sus actos de vida.
Os la recomiendo a pesar de sus rasgos dramáticos por su lectura sencilla y su prosa elegante, os gustará.
La memoria es el único paraíso del que no podemos ser expulsados”.

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