El hecho de leer tanto y contar con
poco tiempo supone un desafío a la hora de llevar al día el blog en el que
comento mis lecturas; es por eso que faltando a mi costumbre de no copiar
sinopsis de los libros, me veo obligada a utilizarlas al menos hasta que
consiga acortar el número de comentarios pendientes.
“En el primer volumen, dejamos al protagonista
deseoso de saber qué se oculta detrás del cuadro titulado La muerte del comendador. También
ha aprendido a convivir con los extraños personajes y objetos que lo envuelven
desde que se instaló en la casa en las montañas. Y, a petición de su vecino, ha
empezado a esbozar el retrato de una peculiar adolescente, Marie Akikawa. Pero
cuando ésta, una tarde en que regresaba del colegio, desaparece
misteriosamente, el protagonista se lanzará en su busca. Y para encontrarla no
dudará en enfrentarse a lo desconocido, y tampoco a los terribles dilemas a los
que su aventura va a conducirle. ¿Qué le ocurrió en el pasado al autor del
cuadro La muerte del comendador? ¿Quién es el hombre sin rostro?...
Al igual que en la reseña anterior voy a intentar resumir el contenido
de la segunda parte de lo que debería haber sido un único libro. En total casi
mil páginas que hacen de estas dos entregas los libros más largos del escritor
nipón.
El pintor sin nombre sigue viendo como los personajes de “La muerte del
comendador” interactúan en versión diminuta con él. Menshiki, el extraño vecino
continúa con sus extrañas peticiones. Ahora le pide que dibuje a una vecina
adolescente que, casualmente, desaparece antes que concluya su cuadro.
Mientras, el pintor en la casa que
habita nos expone sus continuas preguntas acerca de qué poder hacer con su
vida, asistiendo perplejo a muchas incógnitas que siguen sin resolverse. La
vida de este original inquilino sigue presidida por fantasías sobrenaturales
que no hacen sino acentuar su vacío existencial, compartiendo todas estas
emociones con la tarea de retratar a Marie.
Contado así la historia lejos de desvelar misterios se hace más absurda
y no resuelve la trama que quedó pendiente en el primer libro. Es
imprescindible la lectura en orden, de no ser así estamos condenados a no
entender nada, la primera parte es la presentación de los hechos que encajan en
la segunda.
Es más onírico y surrealista que el anterior pero si estás entrenado en
la lectura de Murakami todo se simplifica. Aumenta la fantasía y no desaparecen
las grandes cuestiones acerca de la existencia humana que persiguen al
protagonista, justo ahora que vive un aturdimiento emocional y de sentimientos
que combate con el sexo y la soledad. Ambos libros son un viaje a su interior y
una búsqueda continua para encontrarse con su yo más profundo.
Respecto al arranque de la novela, resulta más ágil porque ya partimos
de un inicio conocido, nos encontramos con los mismos personajes y la presencia
novedosa de dos mujeres que se suman a este plantel tan variopinto de actores,
todos son sus rasgos peculiares y su pequeño toque filosófico. El ritmo no
obstante se hace lento y pastoso en ciertos momentos, lo que unido a
descripciones muy alargadas ponen en peligro la buena marcha de la narración.
Por momentos parece que todo en esta inmensa tela de araña de hechos se aclara
y en ocasiones parece no dar respuestas a los enigmas pendientes; es al igual
que la primera, Murakami en estado puro.
Ambientación perfecta, la lluvia que cae en los cristales, el
sonido de las hojas en el bosque, el agitar del viento, hasta los olores son
descritos al detalle potenciando ese ambiente exterior e interior. Coincido en
los que dicen que la casa es la auténtica protagonista de cuanto sucede en el
libro.
Las tareas del pintor se convierten en los temas principales
que dan vida al argumento, tiene que pintar a Marie, debe resolver los enigmas
pendientes, averiguar cómo ha salido el comendador del cuadro, cuáles han sido
las causas para la desaparición de Marie y por supuesto encontrarse en su búsqueda
eterna.
Resalta Murakami el impacto del aislamiento, de los
recuerdos, de los sueños y la dificultad por encontrar la línea que separa la
realidad de la fantasía.
No abandona este Premio Nobel sus referencias musicales, ni
la mezcla de culturas ni los símbolos mitológicos o su defensa de la cultura
nipona.
La prosa pulcra, llana, simple y el estilo directo de este
japonés se deja sentir a lo largo de una novela dividida en capítulos algo
densos por momentos y difíciles de seguir si no se está familiarizado con su
pluma.
Para terminar hacer alusión al final que se hace corto y poco claro, en
el fondo no me ha parecido que todo se haya zanjado, que el intento por dar
sentido a la primera parte no se ha conseguido, tal vez por la posibilidad de
una nueva entrega o más bien porque yo no lo he “pillado”; sea como sea al
igual que el anterior os lo recomiendo, no podría hacer lo contrario con un
libro de Haruki Murakami. Espero que os gusten.
“El
aislamiento es un duro camino hacia la felicidad”.
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